Santiago Galicia Rojon Serrallonga
y Karla Paola Galicia Chávez
El ser humano es tan insignificante, fatuo e ignorante, que se siente eje de la creación, como si las demás especies animales y vegetales, junto con el agua, el oxígeno y las cosas del mundo, fueran inferiores y provinieran de otra fuente. ¿El hombre y la mujer superiores a otras expresiones de vida? Parece que existen ceguera espiritual e incapacidad mental. Si la humanidad se extinguiera sobre el planeta, la creación animal y vegetal coexistirían en el agua, la tierra y el aire, indiferentes a quienes presumen ser los únicos racionales e imagen y semejanza de Dios. Al contrario, si los animales y los vegetales desaparecieran de la faz del mundo, con el agua, el oxígeno y las cosas que les rodean, la gente no sobreviviría. Exterminen a todas las abejas y pronto serán testigos de la destrucción de la vida en la Tierra; acaben a la totalidad de seres humanos, y la naturaleza seguirá libre y plena. Uno de los problemas de la gente es su soberbia, falta de respeto e intolerancia hacia las otras manifestaciones de vida. Todas las criaturas, desde la minúscula hasta la mayúscula, siguen una razón y un sentido. Avergüenza e insulta que otros hombres y mujeres, movidos por su ambición desmedida, destruyan la naturaleza y la conviertan en botín y en trofeo. Mientras las personas no aprendan a coexistir con todas las expresiones de la vida, seguirán atentando contra sí y estarán rotas, enfermas, mutiladas y ciegas, incapaces de evolucionar y descubrir la ruta y la senda de retorno a casa.
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