TROZOS DE VIDA… Te necesito

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Cada letra enlazada forma palabras e ideas para ti, a quien está dedicado mi amor

Necesito la brillantez y el color de tus ojos para mirarme retratado, descubrir la paleta que Dios utilizó durante la creación y distinguir las tonalidades del mundo, el universo y el cielo; requiero tus labios para probar la dulzura de tus besos y el sabor de la existencia, la alegría, la risa y el amor. Me es preciso abrazarte con la intención de escuchar los latidos de tu corazón que sin duda pronuncian mi nombre como el mío lo hace con el tuyo en cada palpitar. Me hacen falta tus manos con el objetivo de sentir tus caricias, apoyarnos y ambos extenderlas para dar y cultivar detalles. Busco tus oídos con la finalidad de susurrar palabras tiernas, confesarte los sentimientos que me inspiras y juntos escuchar el rumor de las cascadas, la lluvia y el mar. Me es preciso tener tu voz para que al escucharte, identifique el canto de los ángeles, los murmullos de la vida, el sonido del universo, el rumor de la eternidad. Y si al estar a tu lado, consigo involucrarte en la historia de mi vida, indudablemente aseguraré amarte y mecerme contigo en el péndulo de la inmortalidad. Necesito tu alma para alumbrar mi camino al cielo y amarte sin la prisa de las horas, con la certeza de que Dios dispersará polvo de estrellas con el propósito de iluminar nuestra estancia en donde el final es principio. Requiero mirarte a los ojos para decirte, con la misma ilusión de la primera vez, que me cautivas y te amo.

TROZOS DE VIDA… Se comparte la vida

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

A ti, por amarte tanto y con quien deseo compartir los años de mi existencia y nuestra estancia en el cielo

Uno comparte la vida no con la persona que espera afuera, en la esquina, incapaz de mirar de frente y dar de sí, sino con quien hace de cada segundo inexorable la oportunidad de cultivar amor y detalles. Los días de la existencia se convidan no a aquellos que coleccionan pasiones; se entregan a quien sonríe y desea ternura. La historia se escribe y comparte no con maniquíes, bufones o clientes de cantina, sino con quien se distingue de los demás por su código de vida y el resplandor de su alma. Uno se compromete no con las manos que pretenden acariciar frenéticamente por unos minutos, arrebatar y cerrar puertas, sino con las que tienen capacidad de ofrecer una caricia, dar, acompañarse siempre y retirar las piedras del camino. La brevedad de los años se disfruta con quien juega honestamente y no traiciona, no con aquel que se burla y obtiene ventaja. Las horas, los árboles y las estrellas se cuentan al lado de quien se ama, jamás con la persona que prefiere contabilizar bienes materiales y amoríos eventuales. Se es feliz con quien ama de verdad, sonríe, juega, consiente y hace de cada instante un capítulo bello e inolvidable. Se abren las puertas del alma, el corazón, la memoria y la casa a quien colocará una decoración basada en sentimientos nobles, en actos puros, no a aquellos que intentan mancillar o saquear. Se da un beso no a quien busca el sabor de la lascivia, sino la dulzura del amor, y yo, enamorado de ti, pretendo compartir mi vida contigo en este mundo para cobijarte con mis sentimientos, reír, consentirnos, jugar, divertirnos y ser muy felices; aunque también, no lo  olvido por ser lo más importante, con la intención de sumergirnos en el silencio interior y dedicarnos a construir el puente y la obra que conducirá las almas de ambos al cielo, donde indudablemente el arrullo de Dios nos mecerá en la inmortalidad.

Citas… Lo que damos

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Lo que damos a los demás -una sonrisa, amor, instantes de atención, un saludo amable, palabras de aliento, un bocado o la mano para atravesar el camino-, es el campo alfombrado de flores que cultivamos y dejamos a nuestro paso y por el que quizá un día, sin saberlo, caminaremos.

El síndrome del espejo y el poder

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Están de moda. Son maniquíes a la mexicana, con sonrisas, peinados y copetes reforzados por el encanto del photoshop, las redes sociales, los anuncios espectaculares y la televisión, que conmueven a las multitudes para que les concedan el poder y la oportunidad “histórica” de saquear al país.

Las hormonas suplen a la razón y las boletas son depositadas en las urnas electorales a favor del político más guapo o de la candidata de mayor belleza, sin importar sus antecedentes ni que no pocas veces la apariencia física sea inversamente proporcional a la inteligencia y los valores.

Evidentemente, se trata de un concepto de belleza muy al estilo mexicano, al grado, incluso, de que parece que la gente se siente inferior ante cualquier aspirante político transformado en muñeco de aparador.

Hoy los miramos soberbios, rodeados de escoltas feroces, enriquecidos inexplicablemente e incapaces de atender y solucionar las demandas de millones de mexicanos que coexisten en un territorio nacional desgarrado por corrupción, impunidad, desempleo, ilegalidad, miseria, crisis económica, violencia, inseguridad, burocracia e injusticias.

El síndrome del espejo se apoderó de la nación con el consentimiento de docenas de millones de mexicanos que víctimas de amnesia histórica y social, ahora sufren las consecuencias de sus decisiones erróneas.

Si antaño, en la vigésima centuria, fueron los generales y posteriormente los licenciados quienes saquearon al país, ahora, en el siglo XXI, son los maestros y doctores en Economía y otras especialidades los que continúan empeñados en aferrarse al poder y adueñarse de toda la riqueza nacional, claro, con sus honrosas excepciones.

Parece surrealista que un candidato político con imagen de actor de cine y televisión, que relate chistes o baile y cante durante las concentraciones masivas, obtenga el triunfo en las urnas electorales. Queda claro que si la nación mexicana fuera desarrollada y conciente, esa clase de políticos se irían al carretón de la basura.

Evidentemente, gobernar un municipio, un estado o un país exige algo más que rostro de actor o bufón de anuncio comercial de cerveza o desodorantes. Se necesitan honestidad, inteligencia, sensibilidad, compromiso, entrega, integridad, valores, experiencia y responsabilidad.

Una cara bonita, de acuerdo con el concepto mexicano, no es suficiente para gobernar, y la sociedad ya lo está comprobando al enfrentar las consecuencias de administraciones públicas con políticas totalmente erráticas.

La situación de México es riesgosa y preocupante. Ahora tal vez hay rostros “lindos” y “simpáticos” en la política nacional, con personajes como de telenovela estúpida de Televisa o TV Azteca; pero el país se encuentra sumido en las más descaradas y perversas corrupción e impunidad, entre crisis económicas, violencia, inseguridad, rezago educativo, desempleo, burocracia, represión aplastante del poder, pobreza lacerante e injusticias, no con tanto parecido a los dramas de televisión, sino a la realidad.

TROZOS DE VIDA… Tu nombre

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Cuando escuché tu nombre por primera vez, supe que estaba ante el amor de mi vida

Quiero colocar tu nombre en mí, en mis ojos, para mirarte todos los días; en mis manos, con la intención de tomar las tuyas y caminar inseparables; en mis brazos, para consentirte al amanecer y al anochecer, protegerte y acercarte a mi corazón; en mis labios, con el objetivo de darte el más tierno de los besos, regalarte sonrisas y palabras bellas. Pretendo instalar tu nombre con apellidos en mi memoria, para no olvidarte nunca; en mi corazón, con la finalidad de latir unidos tú y yo dentro de la temporalidad y durante la eternidad. Mi proyecto es enlazar nuestros nombres para insertarlos en los juegos, ocurrencias, risa y vivencias que compartimos. Deseo grabar tu identidad en lo más profundo de mi ser, para que tu alma y la mía sean tú y yo por siempre. Voy a escribir tu nombre junto al mío e introducirlo en una botella para que viaje por el mar impetuoso y alguien la descubra algún día con la sorpresa de que el amor trasciende al tiempo. Mi idea es escribir tu nombre unido al mío para que una cometa y un globo los conduzcan hasta el cielo; pero también planeo sellarlos con las almas de ambos con la finalidad de eternizar nuestro amor. Quiero fundir tu nombre al mío, hasta convertirlos en estrella, para que todas las noches su resplandor comunique al mundo y al universo que nuestro amor es tan bello y sublime que prendió uno de los faroles más cautivantes y sublimes del cielo.

TROZOS DE VIDA… Si digo que te amo

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Si digo que moras en mi corazón, es porque te siento en cada latido; si afirmo que deseo tomar tus manos para girar y caer al pasto, entre risas, es por el deseo que tengo de escabullirme contigo por el tiempo para volver a la infancia dorada y soñar, divertirnos, brincar, correr y jugar; si miro tus ojos y me sumerjo en su profundad, es por su luminosidad y por reflejar el cielo. Cuando callo, es con la intención de escuchar tu respiración y juntos entrar en el silencio interior que solemos compartir para enriquecer nuestros seres; al caminar por las calles y mostrarte de improviso las imágenes difusas de ambos en los cristales de las tiendas, es porque quiero que contemples a dos enamorados, felices y traviesos. Si en las noches, al dormir, sueño contigo, es porque en verdad nuestras almas permanecen unidas en el encanto del amor. Si te regalo una flor, es porque estoy enamorado de ti y quiero impregnarte de fragancias y tonalidades deliciosas. Si te invito a descalzarte y hundir los pies en la intimidad de la tierra, es para juntos sentir el pulso de la vida; si te llevo al mar y jugamos con las olas, es con la finalidad de que nos envuelvan entre sus pliegues azul y jade. Quiero que el océano nos transporte a fronteras insospechadas. Cuando escribo en una servilleta de papel que eres mi vida y mi cielo, es porque nuestro amor está en el mundo y aguarda en la eternidad. Elegirte como mi musa fue porque me inspiras y te siento en mí cuando escribo, es por ser tu alma y la mía inseparables. Invitarte a soñar y vivir, equivale a volar libremente, entre el mundo y el cielo, para disfrutar ambos sentidos y al llegar al horizonte, tocar a la puerta de la inmortalidad. Si te conduzco a algún balcón, a cierto callejón romántico o al parque, al lado de una fuente, es para juntos contar las estrellas que alumbran el firmamento o sentir las gotas de la lluvia que deslizan por nuestros rostros y empapan la ropa. Si anticipo a la humanidad y al universo que eres a quien elegí para amar siempre, es por el resplandor de tu ser, por tu código de vida, por tu esencia. Y si prometo amarte toda la vida, en el mundo, y en el océano de la inmortalidad, es porque tú y yo recibimos, al crearnos Dios, la dosis de su fórmula mágica y especial. Cuando pido que me sientas en ti y a tu lado, es porque verdaderamente estoy en tu corazón, en tu alma, y te acompaño siempre para cultivar tus días de amor, detalles y alegría. Si confieso que te amo, es porque eres tú, nadie más, aquella mujer en la que un día me descubrí reflejado.

La vida, la vida…

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

 A ti, que hoy lo necesitas

¿Qué es una flor, si no un bello y dulce suspiro? ¿Qué la vida, si no un sueño fugaz? ¿Qué Dios, si no la eternidad?

 Estos días de lluvia, mientras el sueño me arrastró a fronteras insospechadas, la realidad se acercó a mí para murmurar a mi oído: “despierta y levántate. Vive. Los días de la existencia son tan breves que apenas alcanzan para abrir y cerrar los ojos, sonreír y suspirar. Decide si dedicarás tus horas a la alegría o a la tristeza”. Entonces deposité en el cesto de la basura el malestar que me aquejaba, incineré los despojos de la enfermedad y la somnolencia, y decidí, en consecuencia, dedicar las horas de mi vida a hacer el bien, dar de mí a los demás, amar, ser muy feliz, reír, jugar y dispersar la dicha en torno mío. “Deja los asuntos baladíes y la ambición desmedida para los que ya están muertos”, gritó la vida, quien interrogó: “¿de qué te sirven docenas de calzado si sólo puedes usar un par a la vez?” Comprendí que la abundancia es buena, pero hay que saber compartir. “No abandones, en tu presurosa marcha, ningún terruño sin reparar el daño que hiciste. Siempre devuelve y multiplica el bien que recibiste”, insistió la vida, quien recomendó: “que tu paso sea tan bello e inolvidable, que cuando te hayas marchado perduren las flores que cultivaste y no los abrojos”. Seguí caminando y me alcanzó para susurrar: “sólo carga tu equipaje con lo necesario para ser dichoso. Saca de tu mochila de viajero la tristeza, los resentimientos, el miedo, las dudas y los remordimientos. Introduce el amor, la bondad, la risa y las virtudes”. Sonriente y agradecido, continué mi marcha, hasta que en un paraje desolado, sombrío por los tintes de la melancolía, aparecieron el tiempo y la muerte tomados de las manos, quienes exclamaron: “hoy, la vida nos ha ganado. Mientras cultives amor, alegría, detalles, felicidad y valores alrededor de ti, no morirás y sí, al contrario, habrá un resplandor tan grande y especial que será imposible acercarnos”. Y así decidí seguir mi camino, acompañado de un morral repleto de luz porque si los minutos de la existencia son breves en el mundo, mi cargamento me ayudará a cruzar los abismos para llegar a las puertas de la eternidad.

Trozos de vida… Tus ojos

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

 Y cuando miré tus ojos, descubrí los míos retratados. Desde entonces supe que siempre serías parte de mi historia de amor…

No busqué, al amarte, jade ni turquesa en tu mirada. No lo necesitaba. Para reflejarme en tus ojos, bastó asomarme en ti y descubrir en tu interior la ventana del cielo. Desde que te vi la primera vez, hace años, tus ojos me cautivaron por su encanto de cristal. Ojos, los tuyos, de niña bonita, de muñeca de colección, de ángel consentido de Dios. Con tu mirada podría escribir un poema de amor, componer un concierto magistral o pintar un lienzo subyugante porque traen el embeleso de la creación, la magia del arte; aunque también, ahora lo entiendo, alumbran mi camino por la constelación, por las rutas del silencio, por el sendero hacia la inmortalidad. Confieso que una y otra vez me he introducido a tu mirada, igual que quien se zambulle en la profundidad del océano en busca de tesoros, y he encontrado en ti la veta más hermosa de amor, el conducto entre el alma y el pulso de la creación. Tu mirada me ha llevado a conocer las tonalidades de la vida, los arcoíris y los colores del paraíso. Contigo, en tus ojos, he aprendido a distinguir la verdadera belleza y la riqueza que engrandece. Me han conducido al cofre donde Dios guarda los colores con que pintó la creación. Nuestra historia ha sido tan intensa, que en tus ojos he disfrutado el amor que me compartes cada día, tu alegría y tu risa. Tu mirada me ha dicho cuando te sientes intensamente dichosa, acaso porque refleja tu sonrisa; también me ha informado, en su momento, acerca de tus horas de silencio y soledad, dedicadas a la comunión con quien te regaló, al crearte, dos ventanas para asomar desde el cielo. Tus ojos me avisan cuando estás ilusionada o triste. Lo mismo los he visto derramar lágrimas de felicidad que de dolor y tristeza. En tus ojos, musa mía, descubro la historia de tu vida, desde que eras niña, la pequeña consentida de tus padres y hermanos, hasta la mujer bella que hoy me entrega su corazón y a quien amo tanto. Viajo en tus ojos porque te amo y deseo conocer el itinerario de una vida especial, sublime y plena. Al esculpirte en algún rincón celeste, Dios definió tu rostro de ángel bonito y consentido, y como se percató del encanto de tus cejas y pestañas, de la dulzura de tus rasgos, colocó dos joyas preciosas que sustrajo de su morral de artista. Eran, parece, las dos únicas piedras preciosas que por alguna razón reservó para ti. Te diseñó con tal maestría, que me atraen los dos luceros que alumbran mi corazón. Al enamorarme de tus ojos, los convertí en embarcación para pasear por el mundo y llegar al cielo. La mirada expresa sabiamente los sentimientos, la identidad, los secretos de una vida. Quien la sabe interpretar, reconoce a quien tiene enfrente, como yo te identifiqué en cuanto definí mi reflejo en ti. ¿Podría comparar tus ojos con las estrellas que resplandecen en la constelación?, ¿con las flores que adornan la campiña?, ¿con los rayos solares que iluminan el fondo del océano? Entre millones de miradas, la tuya me atrajo un día y hoy me cautiva porque tiene los rasgos de las caras angelicales, por su dulce fondo y por conservar algo de la dicha de un creador bueno e ingenioso que guardó tu fórmula en un arcón celeste. Beso tu ojo derecho y luego el izquierdo para raptarlos por un instante, mirar con tus cristales y crear un mundo mágico, una canción hermosa, un destello que alumbra el universo. Tus ojos son cascada, bosque, arroyuelo, nube, tronco, lluvia, flor. Confieso al mundo, al universo, que tus ojos saben a ángel, huelen a rasgos femeninos; como que traen consigo las fragancias de donde nacen la luz y el viento. Me envuelve tu mirada cuando me amas y me enseña, igualmente, a conocer las expresiones y los sentimientos. Se han convertido en mis instructores, en los luceros que cotidianamente me enseñan los secretos de la vida. ¿Sabes por qué tus ojos son diferentes? Porque son dos cristales por los que constantemente asoman Dios y sus ángeles. Eres uno de ellos y hoy, como mañana y siempre, tengo la dicha, al mirarte, de verme reflejado en los espejos del cielo.

Trozos de vida… La banca y las botas

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

A ti, con quien comparto instantes de una historia de amor maravillosa e inolvidable

Como dos niños juguetones e inquietos, esta mañana decidimos sumar horas especiales a la historia que compartimos. Desayunamos, conversamos, reímos, entramos a las tiendas y caminamos por la plaza, igual que dos locos enamorados a los que la gente, ensimismada en sus asuntos cotidianos y rutinarios, observa con asombro y envidia, como si el amor y la alegría fueran atributos extintos o mercancía de precio inaccesible, cuando se trata, tú y yo lo sabemos, de sentimientos que comparten dos almas enamoradas y dispuestas a acompañarse durante la jornada terrena y en la inmensidad celeste. Aprendimos, por el amor que une nuestros corazones, a no permitir que los segundos huyan sin marcar la felicidad que experimentamos. Ocupamos una banca. Miré tus botas y pregunté, entusiasmado, como si fueran mías, sobre su origen, y tú, contenta y emocionada, relataste con detalles la historia de su compra. Miramos la forma, el color café que tanto te gusta, la textura, el material, y de algo tan sencillo tejimos un diálogo encantador e inolvidable. Eso es, parece, amar e interesarse en los asuntos y las cosas de la persona a la que uno, embelesado, siente en el pulso del corazón. No es cuestión de poses ni de intereses, sino de sentirlo en verdad, porque un amor como el nuestro no admite falsedades, sino entrega y la llave al cofre de los sentimientos excelsos, a la alegría y al enamoramiento. Sentados en la banca, entre los aparadores y las luces de las tiendas, confirmamos esta mañana que es tan bello interesarse en los asuntos de la persona que uno ama, como lo es darle el más tierno de los besos y escribir juntos una historia de interminable felicidad. Esta noche, al dormir, seguramente experimentaremos el arrullo de un día emocionante en el que tú y yo plasmamos algo especial para no olvidarlo nunca, pequeños detalles que se transforman en una historia grandiosa de amor.

Trozos de vida… Pacto con los instantes

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

A ti, con quien cada instante comparto una historia maravillosa e inolvidable

Sé, por experiencia, que los instantes son pasajeros agotados e irreconocibles que esperan en la vieja estación la llegada del tren, donde se confinan para viajar hasta un destino cual forasteros desolados que finalmente se diluyen, igual que las sombras de la noche cuando son derrotadas ante el amanecer. Tampoco desconozco que al acumularse, se transforman en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y años, que el tiempo utilizó solamente para grabar sus huellas en los rostros y manos de la gente, en las plantas, en las cosas, en todo lo que existe en el mundo. No olvido, igualmente, que los momentos son irrepetibles. La vida se compone de instantes, buenos o malos, que tienen contrato con el tiempo; por eso transitan inquebrantables y se llevan algo de uno. Deshilvanan las vidas a su paso, hasta que las consumen. Hay poetas que lamentan el tiempo que huyó. Prefiero no sufrir. Es más cómodo llamar a los segundos y minutos a hurtadillas, establecer alianzas y eternizarlos con sentimientos y actos de amor, alegría y bienaventuranza. Como te amo tanto y soy tan feliz contigo, deseo que los instantes efímeros no mueran vacíos, sino con la dicha de que dos seres -tú y yo- aprendimos a vivir enamorados y plenos. Pedí a los instantes se convirtieran en escalones para ascender hasta la eternidad, ¿y sabes lo que respondieron? «Seremos amigos, anticiparon, pero no olvides que somos de efímera existencia. Trataremos de llevar con nosotros el recuerdo de la historia que ambos comparten, hasta que el viento disuelva nuestra presencia; no obstante, ella y tú poseen algo que ni nuestro patrón, el tiempo tan indiferente, puede consumir o tener, el resplandor de sus almas que alumbrará el sendero hacia el cielo. Al amarse, reír, ser intensamente felices y dedicar su estancia en el mundo a sentimientos y actos sublimes, el tiempo se alejará y cuando menos lo esperen, habrán traspasado las fronteras de la inmortalidad… ¡Ah!, por cierto, aprendan a no desdeñar los segundos y minutos porque son, en verdad, el pilar de las horas, los días y los años…» Ahora que entiendo la capacidad de los instantes, me aproximo a ti, tomo tus manos, miro tus ojos y pronuncio: «me cautivas», «estoy enamorado de ti», «te amo», expresiones que brotan de mi ser y que seguramente se llevarán los segundos y minutos en su memoria, con la promesa de que tú y yo caminamos hacia la morada donde lo que hoy sentimos y compartimos, se eternizará.