La fórmula

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Que cada día, a tu lado, parezca el primero

¿Cuál es la fórmula del amor? Sentirme enamorado de ti cada día, llenar tu vida de detalles y experimentar emoción, alegría e ilusión al pensar en ti, al estar a tu lado, al recordarte, al pronunciar tu nombre. Involucrarte en la historia de mi existencia, compartir los claroscuros de la vida contigo, adelantarme a tus necesidades. Hacer de cada día, en nuestra relación, el primero y único. Tejer sueños y envolver ilusiones para mecernos en un mundo de ensueño y más tarde, al despertar, descubrir a nuestro alrededor incontables rutas al destino que anhelamos. Disfrutar cada instante. Ser una esencia con dos rostros, el tuyo y el mío. Volar juntos, libres y plenos, sin encadenarnos porque el amor fiel y puro no acepta ataduras ni contratos. ¿Algo más? Sí. Colocar una flor en tu almohada antes de que retornes de tus sueños, preparar sorpresivamente tu desayuno, entregarte la dulzura de un beso, abrazarte en silencio y prolongadamente para escuchar las voces de nuestro interior, escribir algo bello en una servilleta de papel, recordarte en cualquier momento que pienso en ti y te siento en mí. Pasear, reír y jugar contigo. Platicarte. Escuchar tu voz. ¿Es todo? Colocar velas, una noche romántica, entre las copas y los platillos de la cena, en la mesa dispuesta en una terraza. Dispersar pétalos de exquisita textura en tu camino. Construir puentes entre tu alma y la mía. Regalarte la promesa de una historia extraordinaria. Disfrutar tus instantes de alegría. Ser el caballero de una dama. ¿Faltó algo? Sólo preguntar si hoy ya te dije que te amo.

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Promesa

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

¿Te he comentado que tus ojos me conducen a las estrellas y que los luceros de tu alma me trasladan al cielo?

Acaso tus ojos me cautivaron cuando asomé a su interior y miré las profundidades y el destello del cielo, probablemente tu voz acarició mi alma al pronunciar mi nombre, quizá tus manos, al tocarlas, me transmitieron lo sublime de ti y la dulzura de tus sentimientos, o tal vez tu esencia llegó a la mía y te percibí conmigo desde el inicio del diseño y construcción de la obra magistral de la vida. Puede ser que hasta tu estatura me encantó, o que tu cabello, al ser revuelto por el aire, me fascinó. Seguramente tus pestañas, el color de tu piel, tu fragancia y tu boca me parecieron de princesa. No dudo que tus ocurrencias provocan que ría mucho. No obstante, como hombre que ha estado aquí y allá, sé que a las manecillas del reloj no les es permitido acudir con retraso a su cita con el tiempo y, por lo mismo, los rostros otrora lozanos asoman una noche al espejo y descubren con asombro cabellos encanecidos, grietas en la piel y agotamiento en la mirada, motivo por el que no condeno el destino de mis días a la seducción de las apariencias. Hay quienes se entregan e idolatran la envoltura, el antifaz, la máscara, quizá porque les inculcaron la veneración a las apariencias, a la belleza pasajera de los muñecos de aparador, y no la búsqueda de los tesoros que yacen en el interior. Me embelesas, no lo niego; pero confieso que cuando te miré por primera vez, quedé arrobado al definirte, al sentir tu esencia en la mía, al descubrir la luz resplandeciente de tu ser y escuchar, por cierto, los rumores de tu corazón en mis latidos. De ti me encantan tu sonrisa, el estilo de amarme, tu código de vida tan diferente, tus rasgos femeninos, tu sencillez, tu búsqueda del silencio interior, esa forma de ser mujer y no copia de muñeca de vitrina ni baratija, tus detalles y hasta tus movimientos naturales al elaborar un postre. He prometido que te amaré hasta la eternidad, que te haré muy feliz, que seré el caballero inagotable que consentirá a la dama que eres, que al definirte a mi lado supe que no esperaré a alguien más en mi morada y que te ofreceré una epopeya, una historia irrepetible, grandiosa e inolvidable para que tus días, en el mundo, resulten maravillosos, y allá, en las fronteras etéreas de la inmortalidad, sean expresión de un paraíso que ya presientes. Si lo prometo, destello de cielo, es porque te amaré durante los días otoñales y de invierno con la misma intensidad, alegría e ilusión de ahora, en los años primaverales y de verano. Hojearé las páginas quebradizas y sepia con la delicadeza que lo hago con las que ahora brillan. Si me encanta tu imagen de hoy, mañana seguirás presenciando el delirio de este escritor que ama al ser intangible, al alma brillante que mora en un cuerpo femenino. Quizá sea la fórmula para que en el universo y la eternidad resuenen nuestros nombres y seamos tú y yo los de siempre.

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Destello de cielo

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Si descubrí, al mirarte, una luz que proviene del cielo, ¿cómo debo llamarte? ¿Cómo se ama, pregunto, a quien trae algo del resplandor que pulsa en los jardines y recintos de la inmortalidad?

Me consta. Es verdad, lo confieso: en el mundo existen seres prodigiosos, envueltos en burbujas de cristal, en gotas de lluvia, en polvo de luceros, en partículas de mar. Son música, canto, poema, color, forma. Embelesan por su esencia sutil, por ser de otra arcilla, por su estilo de vida, por las huellas que dejan en el sendero. Vuelan, junto con los colibríes, libélulas y mariposas, entre flores policromadas, sobre cascadas y en bosques encantados; por eso creo tienen similitud con los ángeles. Parecen fragmentos de nieve, pétalos fragantes, trozos de paraíso. Uno, tras la caminata de una mañana primaveral, una tarde veraniega o una noche de otoño o invierno, coincide de pronto con una criatura especial y entonces, asombrado, agradece el regalo que aparece en el sueño llamado vida. Admito que es real. Al amanecer, en las tardes y al anochecer, he asomado a tu mirada para descubrir la brillantez que proviene de tu interior y comprobar que es tu esencia la fuente de tal resplandor que me recuerda el crepúsculo en el horizonte, cuando el océano y el cielo se funden en el más subyugante de los besos. En tu luminosidad distingo la fragua que Dios, al formar el universo, utilizó para fundir las estrellas que decoran el firmamento. Como que traes la flama que alumbra la buhardilla donde suele dedicarse al proceso mágico de la creación, o quizá me equivoco y alguna vez, al consentirte, transmitió a tu alma la llama que regala a algunos seres especiales con la intención de que alumbren los caminos del mundo. La luz que proviene de tu interior es la misma que aparece cada noche en la luna y los astros, en nuestros corazones cuando laten, en el sol que anuncia la aurora, en los capullos que revientan para dar forma a las expresiones más bellas, al rocío de la mañana, a tus ojos. Ahora que descubrí, al mirarte, el fulgor que viene de lo alto. ¿cómo te llamaré?, ¿de qué manera te amaré? ¿Cómo se ama a quien es flama del cielo, llama del desván de Dios, fuego que ilumina el alma? Acepto que me transformaré en centinela, en fiel guardián, para cuidar la luz que te ilumina; pero también anhelo vivir la locura de un amor grandioso, a tu lado, con la intención de ser lámpara humilde que nunca se apague. Deseo unirme a ti para juntos ser destello que como constancia del delirio de un amor inextinguible, cruce el firmamento durante su ruta a la morada que palpita en nosotros, en ti y en mí, en todo lo que parece obra sustraída de una fuente bella e inagotable. ¿Qué clase de amor se da a un destello de cielo?

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Nuestra historia

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Lo mejor de todo es que existen historias especiales y mágicas que son reales

Todo, en el mundo, se transforma en ayer, en historia, en recuerdo. Nuestros nombres, grabados en la playa sobre granos de arena que incendia el sol matinal o que resalta con especial hechizo el crepúsculo dorado a una hora vespertina, podrán ser borrados por la espuma de las olas jade y turquesa, o quizá la locura de trazar en un cristal, mientras llueve, tu inicial y la mía con expresiones que conocemos por surgir del alma y de los latidos de ambos, serán diluidas ante la caminata de los minutos; sin embargo, el amor que compartimos a una hora y otra, un día y muchos más, jamás desaparecerá porque ya nos pertenece. El paso de las manecillas es impostergable. Nuestros juegos, risas, pláticas y ocurrencias podrán convertirse en pasado; pero nadie tendrá facultad de arrebatarnos tan bellos e inolvidables capítulos porque pulsan en el interior de los dos, son nuestros y pertenecen a la historia que protagonizamos. Salpicarnos con el agua de las fuentes, sentarnos en una banca de hierro para embelesarnos con las estrellas que cuelgan en el celaje, recibir las gotas de lluvia, pasear por sitios de ensueño, experimentar el encanto y la magia de un abrazo prolongado y silencioso, preparar un postre, probar los sabores del café y los platillos que elaboramos, cargarte, rodar por el césped, reír y llorar, vivir los días con sus claroscuros, aprender, compartir anhelos, crear sueños e ilusiones dentro de burbujas y reventarlas con realidades, columpiarte, seguir la misma ruta y escribir la historia más bella, sublime, grandiosa e inolvidable, podrá parecer a otros un delirio, una fantasía o un discurso inverosímil; mas tú y yo sabemos que es algo real y que ni el tiempo, el recuerdo, la muerte y el olvido, en apariencia rivales, tendrán capacidad para desvanecer el amor que compartimos y nos enriquece e identifica aquí y allá, en el mundo y en la eternidad. Nadie, en el mundo, tiene capacidad de borrar una historia de amor como la nuestra porque fue decretada, tú lo sabes, en algún rincón, por quien colocó en ti el brillo de las estrellas y las partículas del cielo para que yo, al caminar a tu lado, cuide su resplandor.

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Huellas

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Inspirado en ti

En el amor, uno admira estrellas una noche anónima, en una banca de hierro, a la orilla del mar inconmensurable, al lado de una fuente mágica y de ensueño, en un columpio o entre velas y burbujas que envuelven ilusiones; también construye puentes de cristal y piedra para que la travesía resulte feliz, segura e inolvidable. Una hoja dorada y quebradiza, con la inscripción «te amo» en tinta sepia, vale tanto como el bouquet más elegante de intenso colorido y fragancias exquisitas o un viaje en yate. Uno, en el amor, deja huellas que al paso del tiempo se convierten en detalles y fragmentos de una historia subyugante y esplendorosa. En el amor, se construye o destruye, se es fiel o infiel, se hace de cada instante un motivo de alegría o una causa de sufrimiento, se transforman los días en capítulos intensos o se colocan barrotes en las celdas de la monotonía. Uno, en el amor, da lo mejor de sí y cada aurora y ocaso significan una oportunidad para entregar una sonrisa, un abrazo, una flor, un chocolate, un beso, una servilleta de papel con un mensaje dulce. En el amor, los detalles son hojas de un follaje hermoso e inagotable, gotas diáfanas de lluvia, granos de arena, estrellas fundidas en la galería nocturna. Uno, en el amor, nunca engaña ni traiciona porque sabe que ya no espera a alguien más, que el alma a la que se une merece respeto y que la felicidad consiste en compartir una vida y la esperanza e ilusión de una eternidad prometida. Los asuntos cotidianos y los problemas, en el amor, no provocan su desmantelamiento, sino su fortaleza. En el amor, las coincidencias fortalecen y las diferencias complementan y enriquecen. Uno, en el amor, siente emoción, alegría e ilusión cada día, como la primera vez. En el amor, uno tiene oportunidad de componer una obra magistral o presentar, al final, notas discordantes. Uno, en el amor, reconoce que por algún motivo Dios le regaló una estrella del cielo y, por lo mismo, tiene la dicha de cuidarla y acrecentar su brillantez. En el amor, lo sabes, somos tú y yo.

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Te abrazo

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Te abrazo en silencio, prolongadamente, mientras los latidos de mi corazón traducen los sentimientos que me inspiras

… También quiero abrazarte hoy, mañana y los días que siguen, tender puentes entre nosotros, diseñar y construir senderos, abrir canales para convertir la locura de este amor en una historia mágica y de ensueño, ausente de abismos y fronteras, con flores que exhalen nuestros colores, fragancias y sabores. Deseo abrazarte una mañana, al despertar, con la intención de entregarte un diente de león, una orquídea, un tulipán, entre el vuelo de libélulas, colibríes y mariposas, y jugar y reír contigo, rodar por el césped, hurtar algunos instantes al tiempo para darte un beso tierno que impregne a nuestros sentidos el delirio de un amor inextinguible. Así llevaremos cada uno, durante el día, la alegría e ilusión de volar libre y plenamente, siempre con la certeza de que uno y otro palpitamos en los detalles de la vida, en las estrellas que decoran el firmamento, en la lluvia, en el aire. Pretendo abrazarte cada noche con la finalidad de que al arrullarte, te sientas amada, sepas que cuentas con mi compañía y me lleves a tus sueños. Planeo abrazarte una y otra vez para que me sientas contigo y confirmes que si te amo, consiento y protejo en los años felices, también estaré a tu lado cuando me necesites, durante los minutos de desaliento o tristeza. Mi estrategia, ahora lo sabes, se basa en abrazarte toda la vida para transitar juntos a la eternidad. Abrazarte es un proyecto muy personal, una idea que surge durante mis horas de enamoramiento, un estilo de vida que consiste en fundir nuestras almas para transformarnos en olas turquesa, en luna de cutis rosado, en hojarasca amarillenta, en horizonte dorado, en nube rizada. Proyecto abrazarte una y otra vez para contagiarnos y experimentar juntos el delirio de este amor. Quiero abrazarte en silencio, prolongadamente, con el objetivo de mirar tus ojos de espejo, descubrirme junto a ti, escuchar en nuestros corazones el canto del universo, el poema de la creación, el himno de los ángeles, y comprender que si en el mundo protagonizamos capítulos subyugantes, extraordinarios e inolvidables, quizá se trate del preámbulo de una obra escrita en el cielo, una historia reservada para ambos, tú y yo. Entonces, al abrazarte, ambos seremos envueltos por un soplo etéreo que nos paseará por las rutas de la inmortalidad.

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El amor

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

… es amarte hoy y siempre con creciente intensidad. Es dedicar las horas de la existencia a compartirte la alegría y los sentimientos que brotan del alma y vienen de lo alto. Es tratar de ser extraordinario en tu vida. Es ofrecerte detalles cada día de tu existencia. Es tejer una embarcación para viajar juntos por el mundo y descubrir, en el horizonte, el portón de la inmortalidad

El amor es un puente de cristal que Dios regala y tiende a los enamorados para que se sientan envueltos en polvo de estrellas. Es una burbuja diáfana y sutil que flota aquí y allá, en el mundo y el paraíso, en la temporalidad y la eternidad, con dos rostros e identidades en un solo palpitar. Es fuente que capta un par de siluetas, nubes y la profundidad azul del cielo. Es espejo mágico que siempre, si uno cree y siente, refleja sueños, milagros e ilusiones, capítulos reales y dos imágenes alegres y encantadas por el poder del enamoramiento. Es la luna que asoma con sonrisa de columpio para mecernos una noche romántica y pletórica de estrellas y así saltar, entre juegos y risa, a la pinacoteca celeste. Es ayer, hoy y mañana. El amor es compartir una historia plena, sin arrepentimientos ni temores. Es atreverse a desafiar las opiniones de las mayorías y descubrir la luz en el interior, en la vida, en el universo; aunque los demás, atrapados en su ceguera e ignorancia, insistan en la presencia de abismos y penumbra. Es llorar de alegría y tristeza, con la esperanza y seguridad de que hay alguien más para compartir los claroscuros de la vida. Es nacer, vivir y morir con la certeza de que la eternidad es prolongación de los capítulos que protagonizamos un día, otro y muchos más en un rincón del mundo. Es no olvidarte ni traicionarte. Es consentirte y hacer de los minutos de la existencia un motivo de detalles. Es escribir una historia sublime, mutua, irrepetible, hermosa e inolvidable. El amor es esencia, destello, arena incorpórea que se reconoce y reencuentra en algún paraje mundano para fundirse en un crisol mágico, transformarse en lucero y retornar al baúl de donde Dios tomó los ingredientes del sentimiento que da sentido a la creación. El amor, insisto, somos tú y yo.

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Todos los días…

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Es un delirio, una locura, un desvarío. Este amor fue sueño. Este amor es realidad. Este amor es ayer, hoy, mañana y eternidad. La apoteosis de este amor, bien lo sabes, es para ti

Todos los días, al amanecer, me siento agradecido e intensamente feliz. Imagino que un día, otro y muchos más, al despertar, colocaré una flor en tu almohada para que al abrir los ojos, tras flotar en el mundo etéreo de los sueños, descubras su textura, fragancia y tonalidad. Así comprobarás que los sueños, cuando se cree con firmeza en algo bello, se hacen realidad. Todos los días, al andar por un camino y otro, conquisto el mundo para compartir sus bellezas y delicias contigo. Todos los días tomo los detalles, las fragancias, los sabores, las tonalidades y los regalos para entregártelos. Todos los días atrapo burbujas diáfanas y mágicas para introducir sueños e ilusiones y reventarlas contigo al hacerlas realidad. Todos los días, al sentir las caricias del viento, las gotas de lluvia que empapan mi cabello y deslizan en mi rostro o los cristales de nieve que sonrojan mis mejillas, te siento a mi lado, seguramente porque moras en mi corazón y mi mente. Todos los días, al navegar por la vida, te descubro en el follaje, las rosas, los tulipanes, las nubes, los arcoíris, las mariposas, los rumores de las cascadas y los ríos, la arena, el concierto de la naturaleza y el jade y turquesa de los pliegues marinos. Todos los días, al sonreír, estás conmigo. Todos los días, al atardecer, evoco la unión del cielo y el océano, iluminados por el sol dorado y el resplandor amarillo, naranja y rojizo de un acto de amor grandioso y puro. Todos los días, al contemplar las estrellas plateadas y la luna con maquillaje de espejo o sonrisa de columpio, te siento conmigo, ambos envueltos en el arrullo y ensueño del más puro romanticismo. Todos los días, al admirar las auroras y los ocasos, sé que existen amaneceres y anocheceres interminables en un cielo que se presiente hermoso y sublime desde el interior. Todos los días, al revisar el libro de mi vida, descubro con asombro y embeleso que tú formas parte de mi historia. Todos los días, al percibir el sabor y el perfume del amor, te descubro conmigo.

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El coleccionista

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Colecciono detalles para regalarte en cada flor un sueño, una ilusión, un suspiro, una realidad

Colecciono partículas de arena, en la playa, con la idea de rescatar nuestras huellas y seguirlas hasta parajes de felicidad y ensueño, entre riscos, oleaje turquesa, amaneceres y ocasos. Recolecto gotas de lluvia para recordar nuestros paseos en verano, cuando tomados de las manos corremos alegres mientras nos empapamos. Atrapo ráfagas de viento con la intención de escuchar su canto, jugar con tu cabello y volar libres y plenos, entre nubes rizadas e incendiadas por el sol y la intensidad del cielo. Reúno estrellas con el objetivo de experimentar el romanticismo de cada noche a tu lado y encender faroles de cristal en nuestra senda. Junto minutos y horas para recrearnos con los capítulos que hemos compartido y prolongar, hasta la eternidad, los días que están por venir. Recopilo nuestros juegos, risa, enamoramiento, sueños e ilusiones con la certeza de que se transformarán en alegría y amor. Elijo las vivencias que protagonizamos para imprimirlas en las páginas de un libro y hacer de la nuestra una historia irrepetible, especial e inolvidable. Colecciono los rumores de nuestro interior, las voces del universo, los susurros del océano, los gritos de la vida, los murmullos de las cascadas y el aliento de la creación para desentrañar sus insondables misterios y descubrir, al fin, nuestra esencia, la corriente sutil que fluye en tu ser y el mío hasta convertirse en nosotros, en ti y en mí, en el delirio de este amor.

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¿Qué es el amor?

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Quiero abrazarte todos los días

¿Qué es el amor? Coincidir un día en el mundo, mirarse a los ojos y reconocerse como parte de una historia encantadora, mágica e inolvidable. Es jugar, reír, mojarse con la lluvia, contar estrellas y compartir un destino. Es vivir felices e ilusionados en la temporalidad y prolongar la dulzura del enamoramiento en la eternidad. Es fundirse en un crisol etéreo hasta ser tú y yo, un alma con dos identidades, libre de cadenas. Es unir las lágrimas de alegría y secar las de desconsuelo. Es reír y llorar, vivir y morir, protagonizar capítulos interminables con todos los claroscuros de la existencia. Es atreverse a trazar un camino con puentes de cristal y senderos de luceros, reventar burbujas pletóricas de ilusiones, soñar y vivir con tal alegría, que el universo resplandezca. Es besarte con fidelidad y ternura, consentirte siempre, ofrecerte detalles bellos cada día, construir tu dicha y disfrutar contigo el paseo por la vida con la esperanza de llegar juntos a la morada. Tal es el amor que lo mismo estaré contigo en las horas de felicidad que en las de tristeza. Es acompañarse durante el día y la noche de la vida, estar dispuestos, uno y otro, a hacer del viaje una historia mágica de ensueño, felicidad, emoción e ilusiones; pero también, si se necesitara, dar la vida por el otro o cuidarle en caso de que cayera y jamás volviera a andar. Es, entiendo, latir en el mismo corazón sin robarse la inocencia. Es tú y yo, hoy y eternamente.

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