Momentos de la vida

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Los días del ayer, se consumieron entre un minuto y otro; ahora son experiencia, capítulos que se desvanecen conforme anida el olvido en sus esquinas y ranuras, vestigio de tu existencia, y sólo quedan como evocación de recuerdos y suspiros que, luminosos o sombríos, forman parte de tu historia. Si no te sientes seguro de la permanencia o sucesión del momento presente o del que se aproxima, mayor es la incertidumbre ante la noche que viene o la mañana que se anunciará por tu ventanal porque desconoces, en verdad, si hoy, al oscurecer, admirarás la belleza de las estrellas que cuelgan y titilan en la galería del universo o si despertarás al amanecer con la alegría y sonrisa de quien percibe los colores, las fragancias y los rumores de la vida. El momento presente es tan fugaz, que apenas te percatas que con cada segundo ganas la oportunidad de andar por rutas que conducen a la cima o la pierdes al preferir caminos inciertos. Tú decides. No esperes iluso cortar las flores cuando apenas miras la belleza e ingenuidad de sus botones. La vida inicia cada instante. El roble fue semilla y arbusto antes de desarrollar y alcanzar su esplendor. Ese quercus robur tenía almacenado en su memoria el conocimiento de sus características y grandeza, y nunca ignoró, por lo mismo, que quizá enfrentaría noches heladas, tardes de tempestad, mañanas níveas, días calurosos, plagas, incendios, sequías o tala. Ningún miedo obstaculizó su crecimiento. Creció con la sencillez de quien se sabe grande y elegido para una misión; por eso, cada instante fue significativo. No te atores en tristes naufragios ni te hundas en el agua estancada porque al no correr, al abandonarse en lo más oscuro de un recodo, pierde su cutis diáfano y ya no refleja, como antaño, las nubes rizadas que transitan felices y pasajeras cual preámbulo de la profundidad de un cielo azul. Tampoco caigas en la estulticia de la moda de la hora contemporánea que dicta ambicionar sin medida, arrebatar, disfrutar sin responsabilidad el momento, coleccionar placeres insulsos sin tener el privilegio de amar, negarse la dicha de dar, bajo el argumento de que la vida es breve y hay que aprovecharla. Eso es estúpido. Observa a quienes optan por tal estilo. De no ser sus conquistas materiales, sus fortunas y su poder, ¿descubres signos de grandeza en ellos? Tras sus risas escandalosas, sus pasiones desenfrenadas y su andar sin itinerario, ¿demuestran su alegría y son felices? La vida se experimenta cada instante en armonía consigo y con los demás, con el universo y la creación; también se practica con equilibrio y plenamente. Sé feliz. No dañes. No importa si en el camino quedó tu riqueza bajo toneladas de escombros si a cambio salvaste una vida humana. Qué valen los juicios ajenos, la condena social, si amaste con fidelidad, si hiciste de tu casa un hogar, si caminaste hacia la morada, si te regalaste el privilegio de disfrutar cada minuto y si en vez de desperdiciar la brevedad de tu tiempo en hablar de los demás, en dañar, arrebatar y engañar, lo consumiste en tu obra existencial. Mira atrás y revisa tus huellas, tu historial. Escudriña cada día de tu vida. Ahora analiza tu presente. No te engañes. Haz a un lado la ropa elegante que portas, los automóviles que luces y deslumbran la debilidad de tu ser, la mansión donde vives y hasta los viajes, títulos, placeres, poder y cosas que maquillan tu aspecto y visten tu desnudez. Sí. Momentáneamente quita de ti toda decoración artificial. Si te enseñaron a ser muñeca de aparador o maniquí de boutique y quedaste atrapado en las redes de las apariencias, mírate al espejo y pregúntate en cuántos años aparecerán los jeroglíficos del tiempo en la lozanía de tu rostro. Ubícate en tu realidad. Todos los seres humanos tenemos derecho a ser felices, poseer riqueza, gozar la vida y desenvolvernos en el papel que hemos elegido; sin embargo, nunca pierdas el rumbo a destinos firmes. Recuerda que si bien es cierto la apariencia, la fortuna y los placeres de la vida forman parte de la condición humana en el mundo, cuando se vuelven obsesión y prioridad, y pierden su sentido, parecen inversamente proporcionales a la inteligencia y los valores. ¿Cuál es tu misión en la vida? ¿Vestir la ropa más cara y elegante para mirar a hurtadillas tu perfil y provocar que otros te envidien? ¿Conducir el auto más fino? ¿Ejercer poder y acumular riqueza en exceso mientras a tu alrededor millones padecen hambre, injusticias y enfermedades? Claro, es válido y hermoso lucir la figura física, situarse en condiciones económicas que proporcionen comodidad; sin embargo, encuentro mayores tesoros y alegría en aquellos que ríen ante cualquier condición de la vida, que renuncian a su calzado para que otros caminen, que comparten su bocado a quienes desconocen el condimento de una mesa completa. Muchos esperan la proximidad de la etapa existencial que soñaron e imaginaron, la realización de algún acontecimiento, y creen que entonces serán dichosos; sin embargo, la mayoría se queda con sus fantasías, no luchan o al contrario, destacan en lo que se propusieron, y finalmente no son tan felices y plenos como lo deseaban porque desconocen que la vida es dual y tiene un sí y un no, luces y sombras, y que la verdadera maestría se demuestra al pasar cada día ante las pruebas buenas y malas. No esperes, para ser dichoso, que el destino se apiade y toque a la puerta de tu existencia con la intención de ofrecerte una historia de ensueño, prodigiosa e inolvidable. Vive a partir de este momento. Sé feliz en el yate lujoso o en la lancha modesta, y navega hasta conseguir lo que deseas. Los días dulces y amargos te pertenecen porque los desees o no, los esperes o los rechaces, los vives; trata de protagonizar tu historia y elegir las rutas más luminosas y sublimes. No esperes el momento futuro para ser feliz porque pudiera ser el instante postrero de tu existencia. Aprovecha los días que te quedan. Realízate como ser humano, construye tu historia y conquista tus sueños espirituales, físicos, intelectuales o materiales; pero empieza ahora, inicia a partir de este segundo que pasa, con sus luces y sombras, y no olvides obsequiarte la oportunidad de amar, reír, hacer el bien, cultivar valores y transformarte en una obra maestra.

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9 comentarios en “Momentos de la vida

  1. Y cuando tú ya no te encuentres entre nosotros, Santiago, escritor del amor y de la vida, artista tan profundo, ¿quién llenará tus espacios? ¿Qué será de nosotras, tus lectoras, que esperamos los textos de tu inspiración para sentirnos envuelta en la magia de palabras que necesariamente llevan al cielo? Tal vez me siento deprimida, pero por favor escribe siempre, Santiago, escribe lo más que puedas para así sentir que eres real y que en el mundo existen seres como tú capaces de llenarnos con esa alegría y sabiduría que irradias.

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  2. Totalmente de acuerdo, para ser Feliz no se necesita la riqueza, sabiendo que existe tanta desigualdad, y atreverse hoy en este instante a ser Feliz, tienes toda la razón, no hay que esperar al mañana hay que atreverse, cada día es una nueva esperanza, gracias por el consejo, lo llevaré a cabo, SALUDOS.

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  3. Es hermoso todo lo que produces como escritor, Santiago. En casa te admiramos y reconocemos tu valor como ser humano y artista. Sabemos que eres un hombre talentoso. Saludos y mis felicitaciones.

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  4. SANTIAGO ES UNA MUY GRANDE VERDAD LA QUE DESCRIBES EN TU TEXTO, PARA HACER REFLECCION DE NUESTRA VIDA , VIVIR EL PRESENTE CADA DIA , SIN IMPORTAR LO QUE ATRÁS QUEDO NI ESPERAR UN FUTURO QUE QUIZÁ NO ALCANCEMOS. DIOS TE BENDIGA TE DE MAS INSPIRACIÓN PARA SEGUIR LEYÉNDOTE CON ESA ADMIRACIÓN QUE ME INSPIRAS, UN UNIVERSO DE BESOS.

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