Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Deseo un idioma dulce y hermoso al pronunciarlo, que refleje sentimientos profundos e ideas elevadas. Quiero una lengua que delate, al hablar, amor, respeto, tolerancia, responsabilidad y valores. Anhelo un lenguaje delicado y suave, hermoso, sutil y poético; pero firme y enérgico cuando se requiera. Sueño un idioma que construya puentes y escalones, que no humille ni insulte, que se exprese correctamente y no recurra, por pobre y estático, a muñecos y signos grotescos. Necesito una lengua que inspire grandes obras y reciba nuevos términos y palabras, conforme transcurran el tiempo y evolucione la humanidad. Me interesa un idioma auténtico y vivo, que realmente comunique, ausente de bajezas y rico en las palabras y los conceptos Dios, familia, amor, paz, respeto, dignidad, bien, honestidad, principios, alegría y verdad. Insisto, pretendo una lengua que comunique a pobres y ricos, ignorantes y sabios, enfermos y sanos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos. Sí, un idioma que no mienta ni se aproveche de las necesidades humanas o de los sentimientos, y que si pretende criticar, no separe, no haga diferencias y no descalifique ni arruine a otros, sino busque el crecimiento. Igual que la música que cautiva y ennoblece, los rumores del viento y la lluvia que invitan a vivir o los susurros del mar y la creación que proyectan algo superior, el idioma al que aspiro debe ser universal y unir a todas las criaturas en un concierto sin final. Es el idioma de Dios, del amor, de la dicha, de la armonía, del respeto, de la eternidad. Cuando este idioma sea pronunciado por ti, por mí, por ellos, por ustedes, por todos, tú, yo y los demás seremos otros, más cercanos a la luz de un amanecer pleno e infinito que a las sombras de un anochecer incierto.
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Qué preciosidad de publicación.
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Bello escrito del idioma universal.
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Prodigioso.
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No tengo palabras para hablar de algo tan hermoso que me supera en lenguaje y sentimiento.
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Original y hermosa propuesta, un idioma respetuoso, dulce, que refleje el amor, la espiritualidad, los valores y la alegría de la gente. ¡Divino!
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Sr Santiago, que hermoso sería un idioma así, universal respetuoso, maravilloso diría yo, sin conflictos ni superioridad, oh si, sería hermoso, muchas gracias por hacerme reflexionar como siempre gracias es un placer leerle.
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Escritor, me conmueve su humildad, su sencillez. Por Dios, el idioma es lo de menos, lo más valioso lo tiene usted: talento, sensibilidad y espiritualidad sorprendentes. Nosotros, nosotros somos quienes debiéramos enriquecer el ser…
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Divino!!! Felicidades por ser todo un caballero. Dios lo bendiga abundantemente. Un abrazo a distancia
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