Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Entre el vuelo de la gaviota, las nubes de formas caprichosas que desvanece el viento y el susurro del oleaje interminable, detecto las voces de Dios y los gritos de la vida que me invitan a experimentar mis días en armonía, con equilibrio y plenamente. Todo, en la naturaleza, tiene un lenguaje que conlleva, finalmente, a un principio y a un final, a un amanecer y a un ocaso, con la alegría y la esperanza de que la vida se renueva cada instante entre una estación y otra, como si el mensaje fuera claro y señalara que cada instante es único y hay que protagonizarlo con sencillez, nobleza y sabiduría para así superar las pruebas, dejar huellas y trascender. Encuentro y disfruto los colores y sabores de la manzana, las uvas y los frutos que una vez fueron semilla y arrancaron de la tierra y el aire los nutrientes para expresar su naturaleza. Sirven sin esperar algo a cambio. Siento la lluvia que me empapa, hundo los pies en el barro y abrazo el tronco de un abeto hasta sentir el palpitar de la vida y más allá, allende la corteza interpretar el lenguaje de Dios que me dice que la muerte no existe porque sólo hay etapas, cambios, y que la eternidad es hermosa e inicia en el alma, en el interior, y se prolonga a planos insospechados.
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Eres genial, escritor.
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Qué reflexión tan bella.
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Invita a vivir, qué bonito que alguien escriba así y comparta su sabiduría y sus sentimientos.
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Magisitral.
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Tan hermoso que escribes y tan inalcanzable que eres porque no es fácil conocer a un autor como tú que seguramente eres muy admirado, yo me sumo a tu público admirador y te felicito porque tus publicaciones de amor son especiales y una delicia literaria y muy románticas y lo que escribes sobre la vida me parece precioso y digno de un hombre sabio.
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Hermosa sabiduria.
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Camino luminoso.
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