Pronuncié su nombre

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Un poema se escribe a un gran amor, a una de esas mujeres que no se olvidan por lo que son, a una dama que se siente en uno, a una musa que tiene un nombre especial

Pronuncio su nombre con delicadeza al construirle un poema, al entregarle una flor cada día y al comprobar que no le interesan el linaje ni los apellidos que esconden orígenes altivos porque el suyo, que es de ángel, no necesita ornamentos falsos. Es su alma la que habla. Tras mirarme reflejado en sus ojos, tomo sus manos que no arrebatan ni se manchan porque desde la infancia las acostumbró a dar y producir. Con alhajas luce hermosa, pero no las necesita porque su belleza es natural. La abrazo en el momento que me sé parte de su historia y entiendo que no es  prisionera de destellos aparentes. Contemplo su rostro al comprobar que no se oculta tras maquillajes engañosos. Uno mis labios a los suyos cuando prefiere la ternura de un amor eterno y renuncia a ser posada de una noche pasajera. La abrazo cuando ambos sentimos que nuestras almas se estrechan desde el silencio y la profundidad de sus moradas. La amo desde el instante que sentí que en su esencia existe mucho de mí y que yo tengo demasiado de ella. Vivo y sueño a su lado cuando somos mundo y cielo, canto y poema, ella y yo.

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Cada instante

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Ni un día de la existencia debe hundirse en el naufragio. Cada instante, soleado o sombrío, forma parte de la vida y es, por lo mismo, irrepetible. Un segundo, algún instante, un minuto, todo es tiempo que vale mucho porque la existencia consta de momentos para continuar en el mundo con sus colores, sus luces y sombras, sus amaneceres y anocheceres, sus lágrimas dulces y amargas. La vida es tan breve, que apenas alcanzan los años para reír o llorar, amar u odiar, construir o derrumbar, conquistar la felicidad o abrazar la desdicha, hacer el bien y derramar lo mejor de sí en beneficio de otros y el mundo o arrebatar y dejar angustia y dolor. La jornada existencial es breve y entre un suspiro y otro, huyen los años, se fugan las oportunidades de alcanzar la felicidad, se van las facilidades de escalar la cima y alcanzar la plenitud. Hay quienes escarban con locura, horadan con desesperación, cavan en los muchos días del ayer, con la idea de descubrir y reencontrarse con lo que perdieron, con lo que no vivieron, con lo que dejaron ir por temor o por estar extraviados en ambiciones desmedidas, apetitos, egoísmo, resentimientos y actos perversos. Otros añoran un mañana pleno, inolvidable, mágico, y olvidan que navegan en el presente, en el hoy. Cuando asoman al espejo, definen con mortificación y tristeza que la belleza y la juventud se desvanecieron y quedaron en una orilla cada vez más distante. Ni un momento debe quedar en el naufragio porque se trata, definitivamente, de trozos de vida que se ignoran por parecer insignificantes y que una mañana, una tarde, una noche o una madrugada se añoran para conservar el aliento, prolongar un poco la vitalidad, abrazar a la gente que se ama y expresar los más bellos y dulces sentimientos antes de que el telón descienda. Cada instante es para vivirlo intensamente y sumarlo a la biografía, a la experiencia, a la evolución, a la historia cotidiana que se protagoniza.

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Es tu nombre…

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Y cuando finalmente, tras buscarla aquí y allá, a una hora y a otra, la definas frente a ti, sentirás que es la misma que siempre, desde el inicio, percibiste en cada latido de tu vida, en las flores ufanas de la campiña, en las gotas de lluvia, en el encanto de un día de primavera, en el torrente de un verano, en el misterio de un otoño y en el esplendor de un invierno. Es ella, con quien escogiste, al principio, escribir y compartir tu historia

Es tu nombre, tu nombre de ángel con apellidos, o son tus ojos, tu mirada de espejo con pestañas de doncella o muñeca, o son tus manos que dan, construyen y acarician, o es el calor de tu piel, o es tu rostro de niña consentida, o quizá es todo a la vez, con tu esencia que siento en la mía, con esa forma de ser tan tuya al estar conmigo, al sentirte feliz, al expresarme tu dulzura y hasta cuando te enojas, con la fragancia de amor que impregnas en mí, el motivo de la locura que hoy me cubre y provoca que sea, como antes, el enamorado que te mece en la luna con sonrisa de columpio, y hunde contigo, igual que antaño, en algún plano que se presiente, los pies en el barro, en la intimidad de la tierra, para percibir el pulso de la vida con sus colores y así renacer cada instante. Acaso eres tú, probablemente soy yo, o quizá somos ambos, o seguramente todo y nada, o tal vez Dios, la causa de un amor que es luz y flor, poema y música, musa y artista, finitud y eternidad, encanto y sutileza. arena y mar. En el amor, eres tú, soy yo, somos los dos, envueltos en una burbuja de cristal, arrullados por los susurros del viento, refugiados en los rumores del silencio y las expresiones de la vida. En el amor, insisto, entiendo que somos tú y yo, porque de otra manera, pregunto, ¿cómo explicaría que al abrir el libro que Dios escribió y guarda en su biblioteca, aparecen tu nombre y el mío en un jardín sublime e incógnito, frente al océano jade y turquesa que esconde los más bellos e insondables secretos y tesoros en su profundidad?

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Otro camino

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Alguna vez noté que la mayoría de las personas transitaban distraídas, altivas, entristecidas, indiferentes, enojadas e insatisfechas, y hasta creí, al caminar en sentido opuesto al suyo,  que estaba muerto, que nadie notaba mi presencia y que algo me separaba de los demás. Temí que mi caminata, mi sonrisa, mis anhelos y mi esfuerzo fueran eco de un ayer no recordado, espejismo de otros días, fragmentos del pasado. Me atemoricé al pensar que quizá no había percibido el momento de mi transición y de quedar atrapado en mi imagen, en mis sueños y fantasías, en lo que tanto amé y creí. Me sabía hombre amurallado, con encomiendas y proyectos diferentes a los de la mayoría, y siempre supe que andaría solo; sin embargo, aquella ocasión experimenté temor al pensar que nadie se percataba de mi paso. Corrí a mi buhardilla, a mi refugio de artista, con la intención de mirarme al espejo, y más tarde, al encontrarse la pinacoteca celeste pletórica de estrellas, asomé a un lago que reflejaba  los luceros plateados y distinguí mi semblante. Descubrí que estaba vivo y que si la gente marchaba ajena a mí, atrapada en sus sentimientos, realidades y pensamientos, es porque cada uno protagoniza y enfrenta su propia historia, y supe, entonces, que con frecuencia muchos se pierden al confundir los valores de su ser y las metas superiores con el brillo de los metales, la superficialidad, las apariencias, las posesiones ausentes de sentido y los apetitos pasajeros. Cada uno responde a lo que emana de su interior, a su propia naturaleza, a su nivel de vibración, y por lo mismo, sé que no tengo derecho de juzgar y condenar. a los demás., con quienes algún instante, dentro de lo infinito, he de hermanarme. Decidí, en consecuencia, seguir mi caminata, no desviarme, aunque a veces parezca que todo es desolación. Las noches que he pasado en el desierto o en las montañas, totalmente aislado, completamente solo, he descubierto el silencio interior con sus voces profundas, la belleza del espectáculo sidéreo, el significado y el sentido de la creación. Tengo la certeza de que transitaré por el sendero que he trazado, con la convicción de que ayudaré a quienes desmayen en el camino contrario y que mis principios, alegría, proyectos, acciones y evolución no cambiarán por el juicio de otros ni por la condena mayoritaria, ni tampoco por las adversidades y las trampas de los ambiciosos y egoístas, aunque en ocasiones parezca que uno está muerto, porque la búsqueda de la luz conduce al bien, la verdad y la belleza. Cuando mayores parecen la desolación e incomprensión humana, más próxima se encuentra la otra frontera, la de los seres extraordinarios que irradian luminosidad desde su interior y aportan lo mejor de sí para dejar huellas indelebles. No, no estoy muerto. Simplemente, sigo otro camino.

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Aspiraciones

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

La primera vez, cuando la miré frente a mí, supe que se trataba de ella, y desde entonces mi aspiración es, sin propiciar el extravío de nuestras identidades, convertirnos uno en el otro, tanto así que las horas pasajeras en el mundo seamos ella y yo, y los días perennes, en tanto, palpite en nosotros la alegría e ilusión de un amor sublime que contribuya a que la esencia, los colores, la música y la vida fluyan en todos los planos, en el universo, en la creación

Mi aspiración es crear instantes de alegría para ti, atrapar auroras y ocasos que desnuden tus dolores y tristezas, extraer del armario momentos finitos y obtener, al abrir mi ser, horas inmortales con tu sonrisa y ese encanto tan tuyo que me cautiva y enamora. Mi idea, sin perder identidad, es convertirme en ti y saberte con mucho de mí. Mi objetivo, tú lo sabes, es atrapar los susurros del viento para fundirlos en poemas que te hagan soñar e ilusionen y en melodías que te acompañen e inviten a navegar conmigo por rutas insospechadas que llevan a paraísos que de alguna manera se presienten en uno y en la majestuosidad del horizonte. Mi anhelo es dispersar pétalos en tu camino, colgar faroles en el firmamento y rociar fragancias que te conduzcan a mí, a mi mirada, a los latidos de mi corazón, a mi alma. Mi plan consiste en diseñar mañanas, tardes, noches y madrugadas desprovistas de maquillaje, libres de apariencias y superficialidades, con el propósito de que nuestro sendero permanezca auténtico y limpio, ausente de obstáculos, y descubramos juntos los colores de la inmortalidad, el sabor y la mirada del amor, las voces del silencio y los rumores de la vida. Mi proyecto se basa en ti y en mí, en tu nombre y el mío, en saberte con un tanto de mí y reconocerme con mucho de ti.

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