En cada flor hay un suspiro, una ilusión, un poema…

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

En esta flor, descifro el secreto de tu belleza, percibo el aliento de tu esencia, encuentro un motivo para reír, soñar y vivir. Con esta flor, pronuncio tu nombre desde la profundidad y el silencio de nuestras almas

En cada flor hay un suspiro, una ilusión, un poema. Estas flores, y las otras, poseen el encanto de tu sonrisa, la textura de tu piel, la delicadeza de tu mirada. Son tu historia, la mía, la nuestra. En aquel bouquet -el de ayer-, y en el de hoy y en el de mañana, descubrirás sueños transformados en vida, el anhelo de sentirte en mí, la alegría de correr tras de ti, el juego del amor que practicamos todos los días. Si acaso miras que en los pétalos deslizan gotas del rocío, se trata del encanto de regalarte detalles y motivos, instantes e historias, sorpresas y dicha. En estas flores, quizá detectarás la fragancia de nuestros perfumes, el aroma de un amor que deseamos sublime, prodigioso e inolvidable, o tal vez encontrarás el secreto de un romance que inicia desde la alborada y permanece fiel y entero hasta que el crepúsculo tiñe el celaje y aparecen, más tarde, los luceros que Dios fundió en el firmamento. Es cierto que la piel de las flores, con su policromía cautivante y la emanación de su aliento, provoca emoción, alegría, sueños e ilusiones; pero también, es innegable, recuerdan la caducidad de la existencia, la brevedad de la estancia en el mundo, la fugacidad entre una estación y otra. Acaso desprenderás algunos pétalos y los introducirás en un libro, entre páginas muy queridas, hasta que envejezcan y te recuerden, un día o una noche de invierno, que si alguien te amó en la temporalidad con vehemencia y fidelidad, indudablemente, si partió, te esperará en la eternidad. Sí. Con estas flores te entrego un idilio, la locura de un amor que desborda el tiempo y el espacio, un poemario inspirado en ti, los rumores del océano y el silencio de nuestras almas, las luces de las estrellas y los susurros de la vida y la creación. Siénteme en cada flor, en las que te regalé ayer y este día, en las que te daré mañana y en las que cultivaré en un paraíso que inicia en nosotros y se extiende a cielos infinitos. En cada flor, simplemente pronuncio tu nombre y expreso el sentimiento que me inspiras.

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Al otro lado del muro

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

A ustedes, con amor y esperanza

Me duele la vida cuando volteo a mi lado, atrás, al frente, y no te encuentro más. Me lastima la mirada no descubrir tu alegría, igual que cuando uno pretende definir estrellas durante una noche de abundante nostalgia, y todo, en el firmamento, es nebuloso. Me pesan los días al saberme solo, al conformarme con el aliento de tu recuerdo, al reconocerme un grano más de arena en este desierto interminable. Me hiere encontrar fragmentos tuyos en lo que quedó de mi vida, entre los despojos de mi existencia, en mis propios escombros, mientras las horas caminan indiferentes. Me asfixia sentirme atrapado en una mazmorra que podría diluirse, como aparece una mañana soleada o se manifiesta un arcoíris después de una noche de tormenta, con sólo aceptar que toque a tu puerta y me alojes en ti para compartir el encanto de la vida y la promesa de una historia infinita. Me aflige observar las manecillas y el péndulo del reloj, displicentes en cada uno de sus movimientos, y que engañan, mienten al hacen creer que la vida es temporal y no hay otros días, idea que acentúa mi sufrimiento porque acostumbran colocar diques, abismos, y cortar puentes, para que uno desfallezca y se convenza de que la muerte existe a pesar de la luz que resplandece y los esfuerzos incansables. Cómo me mata ya tu ausencia, y más saber que andas aquí y allá, cerca de mí, oculta a mi mirada, porque ingratamente, a una hora y a otra, alguien colocó a mi imagen antifaces, máscaras, rostros que no me pertenecen y tapan, ante ti, la luz de quien soy en verdad. He protagonizado incontables batallas de las que siempre, no te miento, he resultado invicto, hasta construir una epopeya, una historia intensa, bella e inolvidable, únicamente con el tormento de encontrar una fortaleza en tu ser, cerrojos inviolables que alguien colocó en ti e impiden mi acceso, por más que intente conquistar tu ser y compartirte un amor fiel, puro e inagotable. Y aquí estoy, acostumbrado a vencer, con el anhelo de ser luz y no penumbra, sin resignarme a permanecer al otro lado del muro, ausente de ti. Hoy te entrego el poema de mi vida, una canasta con flores de perfume exquisito, textura fina e intensa policromía, con la intención de que definas en cada pétalo mi amor por ti, los colores y las fragancias de mi interior, un suspiro, una y otra promesa envueltas en burbujas de cristal, un sueño y muchos más, el anhelo de ser tú y yo en una historia sublime y prodigiosa, el milagro de percibir el cielo en nuestras almas y acercarlo a los trozos de vida en el mundo, el proyecto de tender puentes entre la temporalidad y el infinito que pulsa en nosotros. No importa que el tiempo sea un intruso que arrebata los sueños, porque sé que es una apariencia que pretende crear espejismos para ignorar la eternidad. No, no importa. Seguiré tocando a tu puerta con la esperanza de que abras y al mirarnos, logremos reconocernos. Si un día, al cabo de muchos años, asoma a tu ventana un anciano irreconocible, déjalo pasar porque indudablemente seré yo, insistente como siempre, sin resignarme a marchar sin un abrazo tuyo; pero si no vuelves a saber más de mí, acaso por viajar en un furgón a otra estación, siénteme en las caricias del viento, en los besos de la lluvia, en el abrigo del amanecer, en el resplandor de los luceros y en la blancura de la nieve, con la esperanza del reencuentro en una historia perdurable y excelsa.

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¿Qué es?

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Es declararte mi amor cada día

Es colocar en cada pétalo un sueño para ti. Es contarte entre las estrellas que a cierta hora de la noche asoman en el cielo, sin pretender apagar tu brillo. Es admirar tu vuelo libre y pleno, nunca con la intención de romper tus alas ni atraparte. Es tu sonrisa tan parecida a la luna cuando muestra su silueta de columpio. Es compartir y disfrutar tu sonrisa de niña y jugar contigo a la vida y al amor. Es envejecer contigo para que a ninguno de los dos nos duelan las huellas de los años. Es construirte un poema y un sueño para hacer de tus días un encanto y una ilusión, sin olvidar que somos luz y sombra y que es mejor resplandecer. Es abrazarte y estar contigo durante los minutos aciagos y también en las horas soleadas. Es volver a declararte mi amor, como aquella noche, con la misma alegría e ilusión, y la idea de hacerte muy dichosa. Es andar de una estación a otra, en el mundo, hasta llegar, finalmente, a un destino prodigioso. Es no esperar a alguien más porque mi morada ya la comparto contigo. Es creerte ángel por tu nombre y tu mirada, por tu semblante y tu rostro de muñeca. Es convertirte en princesa de nuestra historia. Es fabricar la silla para una dama y una escalera para subir al cielo. Es amarte aquí y allá, en el mundo y en la casa sin final.  Es sentirme contigo príncipe, caballero, poeta y hombre. Es una propuesta para no morir más en el destierro y zambullirnos en la corriente etérea. Es besarte con dulzura mientras el viento acaricia tu cabello y ruboriza nuestras mejillas. Es, después de todo, portar una flama inextinguible y sabernos inmortales. Es entregarte un trozo de mí y recibir uno de ti, sin olvidar nuestra esencia y que en el amor somos tú y yo.

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