Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Escribo y me dedico al arte porque de otra manera, si me distrajera en los asuntos mundanos y las cosas superficiales, no podría cargar conmigo. Escribo y me dedico al arte porque soy un viajero, un peregrino, un caminante, y así me siento acompañado las mañanas nebulosas y frías, las tardes de lluvia y las noches heladas y oscuras. Escribo y me dedico al arte porque al hacerlo, cultivo flores perfumadas y prendo luceros en el universo. Escribo y me dedico arte porque de ese modo derrumbo fronteras y construyo puentes a rutas superiores e insospechadas. Escribo y me dedico al arte para transformar el desierto en un oasis. Escribo y me dedico al arte para sentir conmigo a la gente que amo tanto, palpar sus almas y pronunciar sus nombres en cada palabra. Escribo y me dedico al arte al sentir la presencia de una musa prodigiosa e inolvidable. Escribo y me dedico al arte para retirar los abrojos, las piedras y las enramadas del camino, y dejar huellas insondables, crear ambientes de amor y paz, formar escenarios de alegría y encanto. Escribo y me dedico al arte con la intención de dispersar en el mundo, y si se puede en otros planos y en el universo, el bien, la verdad y la belleza. Escribo y me dedico al arte con la idea de desterrar el mal y sembrar el bien. Escribo y me dedico el arte porque he descubierto que posee un significado, que tiene un sentido real y que conduce a la esencia. Escribo y me dedico al arte para nacer cada instante y no morir nunca. Escribo y me dedico al arte porque eso soy y no me concibo de otra manera. Escribo y me dedico al arte para tomar a todos los seres de las manos y formar un gran círculo universal que gire hasta el infinito. Escribo y me dedico al arte con el propósito de vivir y sentir a cada uno en mi interior, legarles algo de mí, y que juntos trascendamos. Escribo y me dedico al arte porque me gusta transmitir el lenguaje de la vida, los susurros del viento, los rumores de los ángeles. Escribo y me dedico al arte con el objetivo de que el mundo y sus moradores se encuentren consigo, descubran la luminosidad y destruyan la oscuridad. Escribo y me dedico al arte porque soy yo y no me concebiría de otra forma. Escribo y me dedico al arte porque dentro de la locura que implica el proceso de la creación, soy testigo del nacimiento de la primera flor. Escribo y me dedico al arte porque así, lo confieso, encuentro a Dios y me fundo en su esencia inmortal.
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