Santiago Galicia Rojon Serrallonga
La familia es, innegablemente, uno de los mayores tesoros que un hombre o una mujer, a cualquier edad, pueda tener. El hogar es casa, punto de encuentro, escuela, aprendizaje, abrazos y amor, ensayo de la vida. Quien ha tenido la dicha de nacer, coexistir y desarrollarse en un ambiente familiar armónico, dichoso, equilibrado y sano, posee la llave para caminar auténtico, feliz y pleno por las rutas de la vida.
Una sociedad próspera y sana se compone de familias y personas felices, positivas y dedicadas al estudio y al trabajo. Si uno desea conocer el grado evolutivo de un pueblo, bastará medirlo a través de sus niños, adolescentes y jóvenes, quienes a través de sus hábitos, modales, educación y sentimientos proporcionarán elementos para determinar si están vivos o muertos.
Durante varias décadas, apoyados en la televisión y actualmente en amplio porcentaje de las redes sociales y páginas de internet -no todo es malo-, los dueños del poder se introdujeron a las casas, manipularon programas y mensajes que se convirtieron en nodrizas, sustituyeron a los padres y profesores, criticaron y ridiculizaron conceptos como la familia, el hogar, la fidelidad, y “normalizaron”, difundieron, aplaudieron, justificaron y rieron con aceptación la crueldad, el antagonismo, la deshumanización, el odio, las superficialidades, la estulticia y la violencia. Maquillaron lo bueno con aspecto repugnante y a lo negativo le aplicaron un encanto colectivo.
No fue casual. Masificar a un pueblo se traduce en utilidades monetarias, en dividir e idiotizar a la gente, en arrebatarle su voluntad, en mantenerla distraída y estancada mientras los dueños del poder económico y político cometen grandes fechorías, en convertir a las personas en número y estadística, en inculcar que un ser humano vale en la medida que posee lujos y superficialidades, en dictar modelos de conducta, en comportarse estúpidamente, en fabricar generaciones en serie, carentes de sentimientos, compromiso, esfuerzo, responsabilidad e ideas.
Dedicaron años a concretar sus planes. Es una élite perversa a nivel mundial, con sus cómplices serviles a los que también desecharán en su momento, la cual es responsable, en la hora presente de nuestras existencias, de la alteración de un coronavirus de laboratorio, incluso patentado, que fue cultivado estratégicamente en ciertas regiones del planeta.
Sabían que si generaban antagonismos y rivalidades entre la sociedad -padres e hijos, maestros y alumnos, patrones y empleados, gobernantes y ciudadanos, hombres y mujeres, acaudalados y pobres, viejos y jóvenes-, los pueblos y las naciones se resquebrajarían y, en consecuencia, los escenarios les resultarían propicios para cometer sus acciones criminales. Es parte del proceso de denigración humana, y al tratarlo así hay que referirse a las condiciones espirituales, físicas y mentales, para así ejercer el poder absoluto y autoritario que los favorezca y mantenga a los pueblos, tras reducirlos considerablemente, totalmente sometidos y bajo condiciones indignas de explotación e injusticia. Entonces, surgirán dos clases de seres humanos: los de la élite, carentes de sustancias tóxicas y alteraciones químicas, y los otros, las multitudes, modificados y condenados a seguir caprichos, intereses y órdenes autoritarias.
Convencieron a las multitudes de que los viejos y enfermos representan un estorbo, pérdida de tiempo y gastos innecesarios, y que acaso hasta ocupan el oxígeno, los espacios y las oportunidades que merecen los más jóvenes y fuertes; también lo hicieron con quienes actúan irresponsablemente y más tarde se deshacen de seres humanos indefensos como quien arroja desperdicios al cesto de la basura. Igualmente, desprestigiaron las buenas costumbres, la amabilidad, el bien, la dignidad, la familia, el hogar, la escuela, la patria, los sentimientos positivos, todo.
No desconocen los poderosos que para provocar confrontaciones, injusticias, crisis y problemas, solamente se requieren, en la fórmula, antagonismos y divisiones en las familias, deterioro de los valores y vacío existencial. Un pueblo en tales condiciones, es propenso a transformarse en títere y desplazarse a rutas demasiado riesgosas. Y si alguien conserva sus principios y tiene conciencia, es aplastado despiadadamente. Si le va bien a quien se rebela, es víctima de escupitajos, desprecios, críticas y violencia. Optan por deshacerse de aquellos que representan una molestia o un estorbo.
Lo que hoy vivimos, es consecuencia de lo que durante años consentimos y permitimos irresponsablemente a cambio de que otros sustituyeran las funciones del hogar y los planteles educativos. Se les autorizó el ingreso pervertido a las familias y las escuelas. Y hasta reímos y les aplaudimos con la creencia de que se interesaban en nosotros, cuando en realidad sepultaban nuestros valores y cavaban tumbas con espectros -estulticia, superficialidades, ambición desmedida, frivolidades, actitudes grotescas- para entretenernos en una carrera existencial vacía y carente de sentido.
Quien analice y estudie diferentes escenarios, comprobará que la versión actual del coronavirus fue elaborada en laboratorios por científicos asesinos y mercenarios y posteriormente dispersada en distintas regiones del mundo con la idea de desarrollar una guerra mundial basada en el terror, la enfermedad, el caos social, el desorden financiero, la quiebra de innumerables empresas, el desempleo acentuado, el descontento masivo y la muerte, versus la sombra de una vacuna que será obligatoria junto con otros medicamentos que modificarán las estructuras mentales y orgánicas de los seres humanos para denigrarlos y controlarlos, la muerte de incontables viejos y gente con padecimientos que representan erogaciones millonarias y la implantación de un orden mundial ausente de sentimientos, absolutamente despiadado, totalitario e injusto.
¿Dónde se encuentran los líderes políticos, sociales, religiosos, empresariales, académicos, científicos, intelectuales y artísticos que se atrevan a denunciar a los verdaderos responsables de la sombra que se extiende sobre la humanidad? ¿Por qué han callado? ¿Forman parte de lo mismo, son cómplices, los han amenazado o son tan débiles que temen?
Si bien es cierto que amplio porcentaje de seres humanos, en el mundo, cometieron excesos y fueron irresponsables en sus entornos y con la naturaleza, la élite poderosa, en alianza con ciertos medios de comunicación mercenarios y con el cultivo mal intencionado en las redes sociales, publican fotografías de animales, ríos, bosques y cielo restablecidos tras días o semanas de aislamiento por parte de la gente, con lo que hacen sentir a hombres y mujeres el peso de su culpa. Y si la humanidad ha sido depredadora e irresponsable, son ellos, los dueños del poder económico, quienes se han apropiado de esteros, playas, bosques, lagos y selvas para explotarlos irracionalmente y enriquecerse sin importarles el daño irreversible al planeta. Qué cinismo encaminar a todos a que roben, cual cómplices, y ser uno el mayor criminal para posteriormente generarles una desgracia y hacerles sentir su culpa.
Hoy, en el aislamiento al que nos han llevado, las familias tenemos oportunidad de reencontrarnos, identificarnos, reconocernos y sellar alianzas y pactos de renovación y cambios sustanciales. Es hora de fortalecernos. Si la intención es enclaustrarnos y provocar desencuentros, riñas, miedo y diferencias, hagamos lo contrario y fortalezcámonos como seres humanos, familias y sociedad.
Es hora de las familias. No hay mañana. Es ahora cuando las familias deben sumarse al cambio y multiplicar acciones que repercutan en el cuerpo colectivo y lo despierten. Empecemos hoy. Cuidamos nuestra salud y la vida, pero evitemos ser parte de este juego sádico por parte de quienes pretenden apropiarse del mundo y de nosotros.
Si la gente, en todos los rincones del mundo, reintegra a sus familias y encauza la labor a sus comunidades, pueblos, ciudades y naciones, la guerra se habrá ganado pacíficamente y se impedirá que una élite criminal se apodere de los continentes, los mares, las personas y las voluntades. Es hora de las familias.
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