Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Anhelo un idioma que una noche, al dormir, rompa muros interpuestos en los caminos y me traslade a otras fronteras, donde la gente -mujeres y hombres- se entienda y se mire de frente. Quiero despertar una mañana, cualquiera que sea, con la noticia de que los seres humanos dialogan pacíficamente en una lengua global, indiferente a pigmentos y rasgos. ajena a creencias y prejuicios, cercana al amor, a la naturaleza, a los sentimientos, a la vida. Deseo un lenguaje que no marque diferencias y evite insultos, críticas insanas, obscenidades, juicios crueles, engaños, abusos, burlas, odio, estulticia y superficialidades. Me encantaría que un abecedario común acercara a los pueblos, a las naciones, a los seres humanos. Imagino una lengua firme, enérgica, capaz de imponer orden y respeto; peto también poética, tierna, amorosa, dispuesta a enseñar y hacer el bien. Sé que cada idioma responde a una historia, a un proceso de transformaciones acumuladas y dinámicas a través del tiempo, con cambios frecuentes y añadiduras, enmiendas y borraduras, y que se encuentra en la memoria colectiva e individual, en las personas, y nadie tiene derecho de retirar los ladrillos y las piedras con la intención de arrojarlos al naufragio, a la amnesia, a las celdas del desprecio, motivo por el que me refiero a un lenguaje mundial que provenga del interior, de los sentimientos nobles y de las ideas, digno de una hermandad que comunique a los pobres y a los ricos, a los iletrados y a los académicos, a las multitudes y a los artistas, científicos e intelectuales, a los hijos y a los padres, a los ciudadanos y a los gobernantes, a los alumnos y a los maestros, a los enfermos y a los médicos, a la gente común y a los místicos, a los trabajadores y a los patrones. Un idioma exquisito y rico en conceptos, con palabras bien definidas que acerquen a la luz y alejen de la oscuridad, capaces de representar a quienes trascienden y dejan huellas por su amor, sus sentimientos, sus ideas, sus detalles, sus actos. Una lengua que hable desde el alma y se comunique con la esencia de cada ser humano y con las estrellas, los ríos, las cascadas, los animales, las plantas, los océanos, la lluvia, los árboles, la nieve y el viento. Letras y palabras que, al escribirlas, leerlas, pronunciarlas o escucharlas, parezcan música, susurros del alma y el cielo, y jamás se atrevan a burlarse ni a lastimar. Anhelo un idioma, aparte del que cada uno habla y merece respeto, orgullo y protección, que comunique la esencia con la arcilla y transforme el escenario terreno en el rincón más bello y prodigioso.
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Todos vibrar en la misma frecuencia, Escritor.
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Un idioma sin palabras, en el que las acciones lo comuniquen todo. Gracias por tu texto, yo también quiero que exista ese idioma
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Los seres humanos interesados en el bien, la paz, el respeto, la armonía y el progreso, anhelamos un idioma que vaya más allá de las palabras y se centre en los hechos. Muchas gracias por tu comentario, ´Mónica.
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Un idioma que nazca del corazón y sea universal, sin fronteras ni problemas, me uno a ese gusto por un idioma así.
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Lo necesitamos para vivir en armonía y evolucionar.
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Que bello es tu alma amigo escritor, eres transparente que nos expresas, el amor de tu interior. Estoy de acuerdo contigo el lenguaje más hermoso que Dios nos brinda, el amor. Que nos uniera a todos este idioma de amor y de amar también.
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