Santiago Galicia Rojon Serrallonga
La realidad, en el mundo, es más cruel, inhumana, grave y preocupante de lo que incontables medios de comunicación, en amplio porcentaje mercenarios, parciales e incapaces de hablar de frente y con la verdad, informan cotidianamente. Definitivamente, es claro, y no es secreto para analistas y estudiosos del tema, que ancianos, enfermos crónicos y terminales, pensionados, desempleados y personas que coexisten en el pauperismo, representan una carga cada día más onerosa para los dueños del poder económico y político en el mundo, los gobiernos corruptos y serviles y las instituciones financieras. Se trata de personas que por sus condiciones físicas, mentales o económicas, de pronto se convirtieron en seres humanos de cuarta o quinta categoría, en estorbos, por no utilizar el término despreciables, y ahora son cifras y estadísticas que no significan generación de riqueza ni votos a favor de algún partido político. No son consumidores potenciales ni tienen capacidad, si la vejez o las enfermedades los mantiene aprisionados, de acudir a las urnas electorales. Ni siquiera representan algo significativo para las instituciones de beneficencia y religiosas. No representan utilidades monetarias; al contrario, significan erogación de recursos públicos. Más que recibir algún beneficio monetario de ellos, requieren apoyo. Hasta los ciudadanos, deshumanizados y masificados, sienten repulsión y tratan con desdén a esos sectores incapacitados. Con la aprobación del público, las empresas televisoras, radiofónicas y de medios digitales, ridiculizan a los ancianos, a aquellos que nacieron deformes o tienen algún defecto físico o una deficiencia mental. Las telenovelas, las series y los programas acentúan las diferencias raciales y sociales, y ser viejo, enfermo, desempleado, pensionado o pobre equivale al desprecio, al olvido, a la humillación. Muchos de ellos entregaron lo mejor de sí durante sus años productivos, pero a nadie parece importar esas historias que desde hace tiempo son garabatos arrojados a la basura. Les resulta preciso a los propietarios del dinero y el poder, a los gobiernos y a las instituciones, reducir las crecientes e imparables cuentas millonarias que representan tales personas. Piensan los que controlan el poder económico y político, junto con sus gobiernos aliados, y con el apoyo de innumerables artistas, científicos, intelectuales, académicos y medios de comunicación, en la aplicación de una fórmula para reducir, en primer lugar, a tales sectores de la sociedad. No es de extrañar, en consecuencia, que actualmente sean las principales víctimas de algo deforme y monstruoso que la clase poderosa, con respaldo de científicos mercenarios, gobiernos aliados y títeres, pretende denominar y convertir en pandemia para así justificar la aplicación de vacunas, reducir la población global y controlar al mundo. No les interesan el conocimiento y la experiencia de los viejos, y menos los relatos de los enfermos y pobres, a quienes desde hace décadas han preparado a las generaciones, dentro de un proceso de gradualidad que evidentemente tiene cierta intencionalidad. Sencillamente, se trata de sectores que pretenden eliminar del planeta porque les parecen gente despreciable e improductiva que no les representa algún beneficio utilitario.
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Tu artículo subraya mi sensación de realidad distópica.¿Despertaré y volveré a otra realidad? Quizás la gran ilusión moderna tiene que ver con la idea de que el ser humano existe para su propia felicidad…y ahora ¿hemos perdido la ilusión? O, como dices, los hay que estorban…
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Lamentablemente, hemos perdido el sentido de la vida y ahora parecemos seres todos, personas incompletas. Cambiamos los verdaderas riquezas por apariencias y superficialidades Saludos.
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Espero que, al menos, la pandemia nos ayude a revalorar principios y valores. Saludos Santiago.
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Es necesario reconstruirnos, cambiar hacia un estado más auténtico y humano, y actuar en la vida con sentido y valores. Saludos con afecto y amistad.
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Un sabio consejo. Gracias Santiago. Me reconforta saber que hay gente como tú que sabe lo que son sentido y valores.
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Sigamos en este camino, estimada amiga. Tenemos que sumar y multiplicar todo lo bueno.
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Una cruda realidad que se alinea con los eventos actuales, errado o exagerado es una premisa que siempre ha existido y que a lo largo de la historia los poderosos tratan de aplicar para mantener un supuesto equilibrio. Pero todo esto es un bumerán que aunque tarde llegará.
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Apoyo tu opinión, estimado Christian. Gracias por enriquecer los temas con tus comentarios.
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Es un placer querido Santiago, gracias a ti por compartir tan precisas reflexiones que nos alientan a actuar más allá de las palabras…
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Ojalá que todos nos veamos como verdaderos hermanos y sentido a los valores para que seamos mejores seres humanos. Un abrazo.
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Lo necesitamos mucho, amiga.
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