Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Los segundos y los minutos son, parece, niños que anhelan crecer y transformarse en adolescentes, en horas que suspiran por mirarse retratadas en la juventud de las mañanas y enamorarse entre sí para sumar y multiplicar su descendencia, en días y en meses, y recorrer las estaciones de primavera y verano, otoño e invierno, hasta madurar en años, en décadas, y una fecha incierta, casi sin darse cuenta, provocar los suspiros postreros de quienes miran con asombro las carátulas del tiempo y la caminata impostergable de las manecillas tan capaces de echar a andar los engranajes, el péndulo y la música enigmática de los relojes. Tal poderío y libertad tienen los instantes, los momentos, que parecen fugaces y, no obstante, construyen años, centurias y milenios. Y así, una mañana nebulosa y fría o una noche desolada y silenciosa, la gente acude al espejo para contemplar su realidad presente, y descubre, con sospecha, que el segador corta la lozanía y la existencia. Dicen algunos que el tiempo es fugaz, pero resulta innegable que, antes de partir, esculpe signos de su paso, o acaso no existe y definitivamente solo es una medida en este plano para contabilizar los años de vida y organizar las labores. Veo a los niños ansiosos de crecer y a los ancianos que añoran sus días lozanos de antaño y caminan como midiendo cada paso y sintiendo la carga del tiempo, y me pregunto acongojado, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿quién soy? Igual que el viento que, dicen, se siente y es imposible atraparlo, presencio el tránsito infatigable de los días y los años que me acompañan en los furgones de cada estación. ¿Son los años que me acompañan y me encadenan, o soy quien posee la facultad y el poder de romper candados y barrotes para vivir en armonía, con equilibrio y libre y plenamente cada instante huidizo, con la idea de hacer de mi existencia una historia maravillosa e inolvidable y prolongarla, después de mi breve estancia en el mundo, a otros destinos del infinito? No importa mi edad. No soy joven ni anciano. Tengo ayer e historia, y por delante contemplo el paisaje hermoso de páginas en blanco que me esperan con la finalidad de protagonizar capítulos épicos. El momento actual es lo que tengo para vivir y pronto, casi imperceptiblemente, se desvanece y se transforma en ayer. Si deseo convertir mi historia en un apunte bello y magistral, apenas dispongo del tiempo y el espacio para hacerlo, a pesar de la frecuencia con que escucho las campanas del reloj y su péndulo que se columpia placentero e indiferente a mi vida.
Derechos reservados conforme a la ley/ Copyright
” El momento actual es lo que tengo para vivir y pronto, casi imperceptiblemente, se desvanece y se transforma en ayer”….y deberíamos pensar cómo podemos disfrutar de esa fugacidad que no nos deja permanecer en el bienestar, pero nos hace infinito el sufrimiento, paradójicamente. Me fascina cómo escirbes y la sensibilidad que tienes para hacerlo,…gracias!!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ana, eres correspondida con mi amistad, reconocimiento y afecto. Soy tu fiel lector. Valoro tus palabras tan lindas.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Precioso relato sobre el tiempo Santiago, realmente bello.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Blanca, tu comentario me anima mucho. Gracias por estar presente. También te sigo con gran interés. Aprendo bastante sobre belleza y modas. Te felicito.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Muchas gracias por seguir mi blog Santiago, es un honor!
Me gustaLe gusta a 2 personas
En tu blog, leo y aprendo acerca de temas interesantes y de actualidad. Siempre he pensado que hay que conocer y actualizarse, y tú contribuyes a eso con tu buen estilo. Saludos, Blanca.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Muchísimas gracias Santiago! Sólo aporto mi pequeño grano de arena con toda mi dedicación y entusiasmo.
Me gustaLe gusta a 1 persona