Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Duermen las letras y las palabras con los sentimientos, las ideas, los sueños y las realidades, en las páginas de los libros, entre el perfume de la tinta y el papel, en espera de que alguien -tú, yo, nosotros, ustedes, ellos- se atreva a explorarlos y desentrañar sus secretos. Descansan en los estantes de las bibliotecas, los hogares, las librerías y las escuelas, atentos a su cita, a su encuentro impostergable con lectores interesados en el viaje a mundos insospechados del pensamiento. Tras los cristales de las librerías, miran el paso indiferente de hombres y mujeres, acumulados en minúsculas y mayúsculas, distraídos en ambientes que brillan artificialmente, en modas que la tarde próxima serán pasado, en superficialidades que masifican y dejan estulticia y hondos vacíos, entre los que transitan personas que buscan el bien y la verdad en las letras convertidas en arte y conocimiento. Los libros -lo saben bien- regalan trozos de sí a sus lectores, quienes completan sus espacios rotos por la coexistencia en una sociedad en proceso de deshumanización. Los libros son la otra parte de la vida y se encuentran entre el mundo y planos infinitos, en medio de la arcilla y la esencia. Son vida y muerte, alegría y tristeza, luz y sombra, cielo e infierno, todo y nada. Enseñan. Acompañan. Llevan a fronteras y escenarios inimaginables. Jamás traicionan. Son leales. Una casa con libros que se consultan y se estudian constantemente, es un hogar vivo del que innegablemente surgirán mujeres y hombres cultos, amables, refinados, con valores, respetuosos y comprensivos; una vivienda ausente de obras escritas y repleta de bebidas embriagantes, sea residencia o pocilga, habrá sustituido el estante del conocimiento por una cantina, anticipo de existencias burdas y carentes de sentido. Los libros tienen magia. Su encanto consiste en el amor que le tienen a uno, cuando los lee, y sus detalles de construir, gradualmente, una escalera que conduce a los paraísos que se creían perdidos.
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Los que amamos los libros y la lectura sabemos lo cierto que es tu relato. Santiago, gracias por recordarnos con tu magnífico relato el encanto y la belleza de los libros.
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Blanca, en verdad los libros son mundos insospechados que nos llevan a portales del conocimiento. Es grandioso lo que puede enseñar un libro. Son compañeros fieles. Gracias por tu comentario. Aprovecho la oportunidad para felicitarte por tu buen estilo en cuanto a los temas de belleza y moda que compartes con mucho acierto. Todo es muy interesante.
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Muchísimas gracias Santiago y comparto contigo tu descripcion y devoción por los libros.
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Como siempre, el estilo de poeta no se puede separar de usted, maestro.
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Don Tulio, aprecio mucho sus comentarios y el concepto que tiene de mí. Eso me compromete a dar lo mejor de mí. Reciba un abrazo y un saludo con el afecto de siempre.
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Los libros nos cuentan las historias de todo lo exsistente , es un pribilegio poder leer un libro.
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Coincido contigo, Lulú.
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Para todos los que amamos la lectura. Gran entrada.
Un saludo
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La buena lectura enriquece al ser. Saludos, Anny.
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Así es amigo escritor, el leer nos abre otros caminos de descubrimientos. Para nuestra mente y nuestra alma. Y también son mágicos para que al imaginarnos, nos hace crecer en la creatividad a cada uno de nosotros. Es por eso que me gusta mucho leer por todo lo que nos aportas.
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