Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Estas letras las escribí a todas las mujeres del mundo y, en especial, a las damas de cada nación y a las que, para dicha y fortuna mía, forman parte de mi historia
Somos mujeres: niñas que jugamos, reímos y cantamos al natural; adolescentes que bailamos, soñamos y asomamos a los espejos que tanto nos atraen por las imágenes que regalan a nuestras miradas de asombro; jóvenes ilusionadas, felices y enamoradas de la vida y sus deleites, capaces de diseñar y protagonizar una epopeya, un idilio, una vida; solteras por gusto y señoras de corazón; ancianas contentas, con historia y mucho que contar.
Somos mujeres plenas y libres, en minúsculas y mayúsculas, en el agua y en el fuego, en la tierra y en el viento, porque estamos hechas de esencia y barro. Y así somos, un rato alma y otro, en cambio, rostro y manos, fieles a nuestra naturaleza.
Somos mujeres, en blanco y negro y de todos los colores, con fragancias y razones, con sentimientos y delicadeza, y si unas veces lloramos, otras reímos y algunas más aconsejamos o callamos. Nos encantan los rumores y los silencios.
Somos mujeres de cielo y tierra. Estamos hechas de polvo de estrellas y miradas de ángeles, de barro y piel. Poseemos alas y pies, y así volamos y caminamos, libres y plenas, cuando somos pájaros, flores, lluvia, relámpagos y piedras.
Somos mujeres, al natural y maquilladas, con faldas y pantalones, en el estudio, el trabajo, las fiestas y los paseos. Nada impide nuestra realización. Nacemos, vivimos y morimos con la naturaleza y los rasgos femeninos. Es algo que llevamos con orgullo. y valor.
Somos mujeres hechas de pétalos, tersas y suaves, fragantes y policromadas. Si alguien intenta cortarnos o mancillar nuestra esencia y belleza, aparecemos pronto, solidarias y fuertes, y, aquí y allá, nos multiplicamos, leales a nosotras, a lo que somos. Si los matices de nuestro cutis aparentan competir, nuestras raíces se abrazan desde la intimidad de la tierra, y no nos soltamos.
Somos mujeres de ayer, hoy y mañana. Los calendarios, los engranajes y los péndulos de los relojes -todos con apellidos del tiempo-, resultan frágiles e insuficientes ante nuestra fortaleza, y las canas y las arrugas que supuestamente pintan y esculpen los años, no nos doblegan ni apagan nuestra alegría e ilusiones, porque sabemos que son signos no de las décadas, sino de la vida que experimentamos en femenino.
Somos mujeres, damas, abuelas, madres, hermanas, hijas, nietas, amigas y confidentes. Nunca nos cataloguen dentro de las ecuaciones aritméticas, porque no somos más ni menos que los hombres, ni tampoco cifra de posada de una noche ni estadística de colección. Tenemos vida y merecemos ser intensamente dichosas, realizarnos en femenino y como seres humanos íntegros, desde el alma y la mente, hasta las siluetas y el corazón.
Somos mujeres: alma y cuerpo, sentimientos y razón, primavera y verano, otoño e invierno, arcoíris y sol, lluvia y relámpago, viento y hoja dorada, copo que matiza de blanco el paisaje. Y si en nuestros sueños e ilusiones, patinamos sobre la nieve y reventamos burbujas de sueños e ilusiones para transformarlos en realidades, somos capaces de dar lo mejor de nosotras para cumplir nuestros anhelos.
Somos mujeres de paz y guerra, inquietas, originales, creativas, ocurrentes e innovadoras. Hilvanamos historias, tejemos sueños, diseñamos ilusiones, tendemos puentes, construimos escalinatas, dibujamos escenarios, trazamos rutas y esculpimos realidades. Así somos.
Somos mujeres, a veces libros inexpugnables, en ocasiones páginas leídas una y otra vez, y en ciertos períodos, en cambio, volúmenes que invitan a internarse en sus hojas, en su tinta, en sus letras, para compartir una historia bella, cautivante, magistral e inolvidable.
Somos mujeres nobles, amorosas con los compañeros de nuestras existencias, con los hijos que decoran y dan sentido a los días y a los años que vivimos, con la gente del hogar y con las personas de enfrente, atrás y a los lados, porque sabemos que el mayor bien es dar lo mejor de sí a los demás e irradiar luz desde el interior.
Somos mujeres. Si algunos acusan que maquillamos y escondemos nuestra belleza natural con rubores y matices artificiales, no es por arrogancia ni por superficialidad; es, precisamente, con la idea de aplicar un toque lindo y contribuir con Dios a pintar su obra.
Somos mujeres, y aquí estamos siempre, dispuestas a entregar lo más noble de nosotras para que todos, juntos, escalemos al cielo. No roben el encanto de nuestra inocencia cuando somos niñas y adolescentes, no mancillen la juventud y las ilusiones que brotan de nosotras, no amarguen los años que poseemos en la madurez, no desprecien ni maltraten la debilidad, las pausas, la amnesia y la torpeza de la vejez que algún día se apodera de cualquiera. Ayúdenos con su respeto, amor y comprensión.
Somos mujeres. Aborrecemos las cadenas, los barrotes de las celdas, la desconfianza, las notas infieles, los gritos y los tratos bruscos. No somos cosas ni muñecas de aparador. Sentimos, pensamos, hablamos y actuamos por cuenta propia, porque así es nuestra esencia. Tenemos interrogantes y respuestas, sueños y vida.
Somos mujeres con dirección y sentido, tan impredecibles como certeras y auténticas. Simplemente mujeres, con rostros de ángeles y seres humanos, mucho de unos y tanto de otros, con la maravilla de la vida que abre sus ventanales cada mañana y hasta en las tardes y al anochecer y en las madrugadas. Siempre lo somos.
Somos mujeres de aquí y de allá, en todos los idiomas, razas y creencias. Somos mujeres con orgullo. Lo somos por naturaleza y convicción. Tú, yo, ellas, ustedes, nosotras, todas somos mujeres, identidades de una esencia que palpita en el universo, en la creación, en el mundo, con diferentes rostros. Somos mujeres.
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Qué hermoso regalo, esta pieza debería publicarse en el periódico, las redes sociales y ser leída en la t.v. Revalidar a la mujer en nuestra nación debería ser uno de los objetivos del gobierno, del padre, hijo y amigo. Gracias por el ejemplo y por tu maravilloso talento.
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Agradezco y valoro tus hermosas palabras, Mónica. En verdad lo escribí con admiración, cariño y respeto para todas las mujeres y, en especial, para aquellas que se sienten orgullosas de serlo y se muestran tan femeninas. Gracias a todas las mujeres por existir y embellecer nuestras vidas.
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Muy hermosa descripcion de la mujer un halago a nosotras Santiago , gracias por tan lindo pensamiento.
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Lo hice con todo cariño para las mujeres del mundo. Es un honor y un privilegio.
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Gracias amigo del alma. Nos describes tal y cual somos. Mi gran poeta.
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Es un honor dedicar algunas palabras a las mujeres. Todas tienen mi respeto. Abrazos, mi querida amiga.
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Amigo del alma que bello eres.
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Amiga del alma, valoro tus palabras. Me motivan a seguir adelante.
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Te envio un cariñoso abrazo
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Abrazos y saludos con todo mi cariño, amiga del alma.
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Un homenaje a todas las mujeres. Se nota que lo escribiste con admiración, cariño y respeto para todas las mujeres. Muy bello, gracias.
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Siempre con admiración, cariño y respeto para las mujeres, Marie. Tú, Olivia y todas las mujeres están incluidas en este sentimiento tan bello.
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