Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Dios lo ha notado. No puedo engañarlo. Sabe que durante las noches, cuando finge dormir, hurto sus pinceles con la idea de reproducir en tu jardín algunas de las flores de su paraíso, a las que impregno muchas de sus fragancias. Sospecha, y bien lo sabe, que con sus letras construyo poemarios, palabras que cautivan y llegan a los sentidos por venir del cielo. Los escribo para ti. Sonríe cuando me mira en la buhardilla, entre partituras y el violín, y escucha el concierto que me inspiras y tiene un tanto de rumores y silencios, murmullos y sigilos, como las voces de las almas enamoradas y la lluvia, la ópera del mar y la sinfonía del bosque y el viento, parecidos a ti y a mí cuando eres yo y soy tú. Dios lo sabe. Es imposible mentirle. No desconoce que me fascina tu mirada de espejo, pero también tus pestañas y tus manos, y que a hurtadillas escucho el lenguaje de tu ser. Dios aparenta ciertos descuidos, algunos olvidos, y deja, aquí y allá, innumerables letras y signos, el abecedario con que escribo mi confesión de amor. Revisa mis libretas cuando hago un paréntesis y tomo un descanso, y ríe paternal, como quien consiente las andanzas y travesuras de sus hijos. Dios me descubrió. Entiende que necesito minutos y horas, días y años, aquí, en el mundo, para darte lo mejor de mí, con la locura de este amor, y que más tarde volveré con la intención de solicitarle me obsequie los secretos de la eternidad que deseo compartir a tu lado, tú en mí y yo en ti. Dios lo ha notado. No puedo mentirle.
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Santiago Dios bendice tu inspiracion , con esa ternura que solo hay en tu corazon.
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Me gustaría darle un cálido abrazo, Escritor. Bellísimo texto.
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Oh, muchas gracias, Aída. Traté de escribirlo con el alma.
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