Rutas de un viajero. Capítulo XI. Antigua Casa de Comercio y Arriería. Casa del Conspirador José María Abarca. Mansión Iturbe

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Después de andar aquí y allá, en embarcaciones que navegan mares impetuosos e interminables, en pueblos pintorescos con tradiciones e historias, en lugares cosmopolitas, en caseríos rurales, en parajes con tempestades, en escenarios naturales de incomparable encanto y en silencios y en rumores, en aglomeraciones y en soledades, uno hace un paréntesis en alguna banca de la añoranza para hojear el álbum de fotogafías y la libreta de anotaciones, justificando así los días de la existencia consumidos en uno e incontables rincones del mundo.

Al mirar las páginas de las evocaciones, el corazón palpita con mayor emoción y la memoria se recrea en cuanto aparecen los capítulos dedicados a Pátzcuaro, pueblo legendario y mágico con casas y rincones pintorescos. Es irrepetible y uno de los pueblos más hermosos de México. Se localiza en el estado de Michoacán, al centro-occidente de la República Mexicana.

Igual que la fuente con la escultura de Vasco de Quiroga -primer obispo de Michoacán, en el siglo XVI-, al centro, en el jardín principal de Pátzcuaro, cuya agua trémula por las caricias del viento intenta atrapar las fachadas de las casonas de adobe y teja con portales, uno recurre a la memoria que ofrece imágenes un tanto difusas, pero auténticas, para revivir las horas consumidas en el inigualable pueblo lacustre.

De los recuerdos gratos que naufragan en la memoria, indudablemente surgen los que uno compartió con las personas amadas, en el Hotel Mansión Iturbe, finca con antecedentes del siglo XVII, considerada por especialistas en arquitectura novohismana, una de las mejor conservadas y de las más bellas de América en su género.

Y si en ocasiones el olvido parece más fuerte y temible que el recuerdo, quizá porque al final todo se consume uno rememora el Hotel Mansión Iturbe no solo por su belleza y majestuosidad, sino por el hecho de que, pernoctar en sus habitaciones centenarias con enormes paredes de adobe, andar por sus corredores, sentir la presencia casi intacta del pasado y observar sus escondrijos coloniales, resulta una gran aventura y una experiencia inolvidable.

En el recinto, donde uno duerme y convive, hace siglos se desarrollaron escenas e historias coloniales, protagonizadas, obviamente, por personajes de apellidos linajudos como Iturbe y Heriz, Arriaga y Peralta. En la parte superior de la finca virreinal, moraban ellos, los miembros de las familias ya mencionadas, representantes de la Casa de Comercio y Arriería Iturbe e Iraeta.

Personajes de la época virreinal, relacionados con Mansión Iturbe.
Fotografía: Hotel Mansión Iturbe
(https://www.mansioniturbe.com/es/index.html)

La de Pátzcuaro, fue la segunda Casa de Comercio y Arriería que se estableció en la Nueva España, durante la Colonia. Registó una gran epopeya porque Pátzcuaro formaba parte de la ruta que seguían los productos que transportaba, por mar, la Nao de China, conocida, también, como Galeón de Manila o de Acapulco. El trayecto incluía Acapulco, Pátzcuaro, Valladolid, Ciudad de México y Veracruz, entre otros destinos.

Refiere la tadición que la casona data del siglo XVII y que perteneció a don Francisco de Iturbe y Heriz, quien llegó a la Nueva España como administrador de la Real Hacienda y alferez de la Reina. Adquirió la propiedad a fines de la decimoctava centuria, en 1790, para continuar el negocio de comercio y arriería, convirtiéndose en uno de los hombres más influyentes de Pátzcuaro gracias a la ruta de la Nao de China.

Don Francisco de Iturbe y Heriz, fue representante, en la población lacustre de Pátzcuaro, de la Casa de Arriería, perteneciente a su tío, el coronel Emeterio de Iturbe, quien radicaba en la Ciudad de México. Sus actividades comerciales en la Ciudad de México, la región del Bajío, Valladolid -hoy Morelia- y Acapulco, propiciaron su enriquecimiento y la importancia que tuvo entre los hombres prósperos y de negocios del siglo XVIII.

Nació en Vergara, provincia de Vascongada, el 20 de septiembre de 1768. En 1784, a los 26 años de edad, zarpó de España a América, cuando el mar olía a aventura, a conquista, a piratas. Contrajo matrimonio con doña Josefa Anciola y del Solar y Pérez Santoyo. Tuvieron cinco hijos: Francisco de María, María Ignacia, Jesusa, Victoriano y Francisca de Iturbe y Anciola, conocida como doña Paca, quien en el discurrir de 1830, en la juventud del siglo XIX, recibió la mansión en calidad de dote al casar con don Francisco Arriaga y Peralta.

De los hijos del matrimonio Iturbe y Anciola, los archivos familiares refieren que Francisco María fue constituyente, en 1856, en la Ciudad de México, y tambien ocupó, entre otros, cargos como alcalde de Tacubaya, ministro de Hacienda y caballero de la Orden de Guadalupe. Su hermana María Ignacia, contrajo nupcias con don Fernando de Miranda y Septién, brigadier de los Reales Ejércitos, mientras Jesusa, en tanto, optó por dedicarse a la religión y fue monja capuchina, supereiora del Convento de las Bernardas, en la Ciudad de México. Victoriano, quien murió en la Batalla de Churubosco, en la Ciiudad de México, en 1847, fue capitán de la Guardia de Lanceros. Finalmente, Francisca casó en 1830 con don Francisco de Arriaga y Peralta, descendiente del conquistador don Antón de Arriaga, quien llegó a Michoacán en 1524 con la Encomienda de Tlazazalca.

Antigua finca virreinal, sede de la Casa de Comercio y Arriería Iturbe e Iraeta,
hoy Hotel Mansión Iturbe. Fotografía: Hotel Mansión Iturbe
(https://www.mansioniturbe.com/es/index.html).

Otra referencia histórica, indica que durante los días de la decimoséptima centuria, Lorenzo Pérez de Mendoza compró, a través de un remate, las fincas establecidas en una de las esquinas de la plaza principal de Pátzcuaro, las cuales heredó, posteriormente, a su hijo, el presbítero Diego Pérez de Mendoza, quien falleció en el amanececr del siglo XVIII, exactamente en 1700.

Fue el campitán Francisco García de Valdez, regidor y alcalde de la ciudad colonial, quien ese año, el de 1700, compró a la heredera del clérigo siete casas y tiendas ubicadas en la calle del Empedradillo, frente a la plaza pública, cuyo precio consistió, entonces, bajo lo estipulado en un convenio que dictaba que este hombre cubriría exclusivamente los débitos del importe de seis mil pesos, a la Capellanía, más cinco misas cantadas, cada año, por tiempo indefinido, por las almas de la familia Pérez de Mendoza.

Comparadas con otras mansiones, las construcciones eran pequeñas y modestas; aunque evidentemente, según consta, se rentaban a excelente precio por encontrarse ubcadas en la zona más comercial de la plaza pública. Refiere la tradición que conservan los descendientes de las familias Arriaga e Iturbe, que en la decimoseptima centuria, la casona se localizaba en la zona norte de la plaza mayor, al lado de seis casas más de una sola planta, las cuales fueron propiedad del mismo hombre. La mansión se encontraba en la esquina de la calle San Agustín, actualmente conocida como Iturbe, cuya planta alta estaba destinada a habitaciones; el nivel inferior, contaba con huerto, patios, acceso para diligncias, trastienda y tienda dedicada a comercializar toda clase de mercancía procedente de la Nao de China.

La nusna tradición, refiere que los orígenes de la casona datan de 1540, época en la que s construyeron las primeras fincas de Pátzcuaro alrededor de la plaza mayor, conocida en la hora contemporánea con el nombre de Vasco de Quiroga. Las primeras casas edificadas en torno a la plaza mayor, fueron residencias de las familias españolas que acompañaron al primer obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga, al cambiar la sede de la diócesis establecida en Tzintzuntzan a Pátzcuaro. Evidentemente, la arquitectura de aquella época sugiere que las casas eran sobrias y de un nivel.

Al fallecer el regidor García de Valdez, las casas pasaron a formar parte de la Capellanía, la cual, por cierto, durante varios años percibió el producto de sus rentas. Relata la historia que, en los instantes de 1737, su propietario fue el estudiante de Filosofía, Francisco Xavier de Ugarte, quien las recibió en mal estado y estableció el compromiso de repararlas con los recursos obtenidos por medio de su arrendamiento.

Ante la cabalgata de los años, el estudiante de Filosofía se convirtió en presbítero. Rentaba las fincas a muy bajo precio; no obstante, cuando Miguel de Abarca y Ugarte llegó a la Capellanía, en 1776, siendo muy joven y todavía dependendiente de su padre, Manuel de Abarca y León, recuperó las casas.

Manuel de Abarca y León propuso reedificar todas las casas con portales, pero a cambio solicitó su adjudicación, lo cual fue concedido en 1777, pero como administrador de los bienes de su hijo, el capellán. El hombre procedió a demoler las casas de las esquinas, donde erigió una mansión de dos plantas con portales al frente, mientras las otras construcciones siguieron con su aspecto modesto.

La tradición cuenta que, en las horas de 1784. Manuel de Abarca y León, quien enviudó en ds ocasiones, murió rodeado de sus hijos, quedando la casona en manos de su primogénito, José María de Abarca Monasterio, quien, catorce años más tarde, en 1798 se transformó en el único propietario de la misma.

Hijo del regidor honorario del Ayuntamiento de Pátzcuaro, Manuel de Abarca y León, y de María Ana Eduarda de Monasterio, José María de Abarca Monasterio nació durante los segundos de 1770. Su madre murió en 1771, cuando él tenía un año de edad, de modo que su padre conrajo segundas nupcias con Rosa Izquierdo, de cuya unión nació Miguel de Abarca y Ugarte.

José María de Abarca Monastrio, quien en 1787 conoció a párroco José Antonio Lecuona, contrajo matrimonio con María Antonieta Salceda, en 1792. Ella, María Antonieta, era hija del teniente coronel del Regimiento de Dragones de Pátzcuaro, José Antonio Salceda.

A partir de 1796, Abarca Monasterio tuvo relación con personajes significativos de Valladolid, capital de Michoacán. Se trató de una amistad que duró hasta los días de 1809, durante la conspiración de Valladolid. Algunos de sus amigos fueron los hermanos Nicolás y Juan José de Michelena.

Durante postrimerías de 1797, cuando José María de Abarca desempeñaba la función de regidor depositario general del Ayuntamiento de Pátzcuaro, coincidió con otro perrsonaje que sería importante en los días de su existencia, José María de Peredo, perteneciente al Regimiento de Dragones de Milicias Provinciales de Michoacán; no obstante, continuó incrementando y fortaleciendo sus negocios y ampliando su círculo de amistades políticas en Valladolid y en la Ciudad de México.

Fue el 26 de julio de 1800, en la aurora del siglo XIX, cuando nació su sexta hija, Margarita, cuyos padrinos fueron Francisco Menocal y María Josefa Díaz de Ortega, hermana del intendente de Valladolid. Así, en 1795, José María de Abarca Momasterio aprovechó la influencia del cura y de la reducida oligarquía a la que pertenecía para ocupar el cargo de subdelegado de Aio-Carácuaro y Santa Clara; pero once años más tarde, en 1806, solicitó la Subdelegación de Pátzcuaro, la cual, por cierto, incluía los pueblos de Erongarícuaro y Cocupao, petición que fue concedida con apoyo del intendente Felipe Díaz de Ortega, hecho que influyó para que mejoraran sus ingresos económicos.

Los capítulos del ayer flotan y permanecen dispersos unos de otros, cada día más separados y aislados; pero todo paece inducar que fue a mediados de 1808 cuando él, Abarca Monasterio, comenzó a frecuentar a los conspiradores de Valladolid, encabezados por Mariano Michelena.

De acuerdo con la relación que Mariano Michelena escribió después de la Independencia de 1810 sobre lo ocurrido en diciembre de 1809, Abarca Monaserio asistió a las reuniones en su calidad de comisionado por la ciudad de Pátzcuaro, lo que generó sospechas entre los españoles.

Al consultar uno los anales del ayer, descubre que, en Pátzcuaro, José María de Abarca Monasterio fue contacto ente los conspiradores de Valladolid y los patriotas patcuarenses que anhelaban la independencia. Cuando sus planes quedaron al descubierto, fue aprehendido y posteriormente dejado en libertad, hasta que en 1810 decidió vender sus propiedades y mudarse a la Ciudad de México. Falleció en 1831 y fue, como se sabe, de los pocos conspiradoes que lograron atestiguar el triunfo de la Independencia de México.

La historia es un carrusel. Entre 1810 y 1830, la mansión que otrora perteneció a Abarca Monasterio, fue adquirida por Francisco de Antinio de Iturbe y Heriz, quien la entregó a su hija Paca como dote en su matrimonio con Francisco de Arriaga y Peralta, en 1830.

Después de todo, la historia está rota ante el paso de los años que se han acumulado, tras acontecimientos sociales; pero su romanticismo se palpa en los rincones de la casona de adobe, piedra, madera, herraje y teja, donde cada rincón tiene un detalle irrepetible.

Tal vez una noche lluviosa, uno ya esté hospedado en una de las habitaciones del Hotel Mansión Iturbe y asome al balcón con la intención de admirar el paisaje típico, la arboleda y las bancas de la plaza principal, rodeada de palacios de adobe y tejados, con portales iluminados por faroles ámbar. El espectáculo contagia y embelesa.

Arquitectura típica de Pátzcuaro. Fotografía: Colección Galicia Rojon.

Las habitaciones poseen techos hasta de cinco metros de altura y conservan pisos originales de tablones y decoración apropiada para un refugio colonial, donde parecen percibirse los ecos y suspiros del ayer, porque allí fue gran mundo de convivencia, tertulias, fiestas e historia de familias de alcurnia. Palacio que miró los minutos virreinales, las horas independientes, los segundos imperiales, los días reformistas, los años porfirianos, los instantes de estallido social y múltiples etapas de la historia nacional, hasta llegar, finalmente, a la hora presente.

Uno cierra el compendio de viajes, el álbum de fotogafías y la libreta de anotaciones con la grata sensación de haber respasado capítulos ya consumidos por la caminata de las horas; pero con la promesa de regresar a Pátzcuaro y disfrutar al máximo una estancia en la Mansión Iturbe, casona vireinal donde es posible el reencuentro con el pasado y la historia en pleno siglo XXI.

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Fotografía de portada e imágenes: Hotel Mansión Iturbe (https://www.mansioniturbe.com/es/index.html)

Suplante de inteligencia

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Millones de hombres y mujeres, en el planeta, se han convertido en lacayos de la inteligencia artificial. Lejos de utilizarla como herramienta para investigar, aprender, relacionarse, denunciar, proponer y formar un mundo con mayor bienestar, justicia, desarrollo, libertad, evolución, respeto y dignidad, la han transformado en consejera, guía, maestra y dueña de sus vidas y sus destinos. Le han entregado sus convicciones, su tiempo, sus intereses y su voluntad, a cambio de condenarlos a realidades virtuales de fantasía, engaño, estulticia e hipocresía. La inteligencia artificial, concentrada en equipos, incluso móviles, y manipulada por élites poderosas y dueñas de proyectos ambiciosos y despiadados, es ambivalente y, por lo mismo, es posible utilizarla para bien, a pesar de todos los interese egoístas y perversos, o con fines negativos. No obstante, las sociedades de la hora presente, masificadas, enajenadas y controladas, han permitido que otros manejen sus decisiones, su tiempo, sus recursos monetarios, sus costumbres, su educación, su salud, sus creencias, sus hábitos y hasta sus existencias. Hace días, al encontrarme en un sitio donde había más gente -hombres y mujeres de diversas edades-, noté que la mayoría permanecían distraídos, concentrados y enajenados con la inteligencia artificial de los celulares que portaban, a tal grado, incluso, que ninguno se percató de que necesitábamos ventilación, sobre todo por las condiciones sanitarias del minuto contemporáneo que plantean medidas y protocolos sanitarios. Parecía interesarles más el encanto de las redes sociales, de los memes y de las superficialidades que, acumuladas, les robaban tiempo y vida, que observar y analizar su entorno y descubrir que todos, ante la espera en aquel recinto de escasas dimensiones, estábamos respirando oxígeno impuro. Dedicado al arte de las letras y a la acción derivada de tantas aventuras, decidí abrir las ventanas ante las miradas críticas y reprobatorias de unos y la pasividad, el desencanto y la indiferencia de otros, quienes, finalmente, volvieron a sus aparatos con el objetivo de entregarse a sus historias ausentes de vida. Pensé en el daño que nos estamos causando al ser criaturas torcidas que suplantamos la inteligencia propia, con su creatividad, estilo y originalidad, por una artificial que destruirá, en poco tiempo y de una generación a otra, la capacidad de raciocinio. Fíjense en personas de todos los niveles académicos y monetarios, transformadas en la nueva generación de maniquíes, títeres y marionetas sin hilos, manejados a través de la inteligencia artificial. Los he descubierto en las redes sociales, enviarse abrazos y besos y expresarse sentimientos emotivos que parecen auténticos, y que, al coincidir en las plazas comerciales, en las tiendas, en las boutiques, disimulan no mirarse y evitan saludos. ¿Eso deseamos para nosotros y las generaciones sucesivas? ¿Hasta cuándo reaccionaremos y volveremos a la realidad, a la vida, al tiempo que se diluye, a la inteligencia, a los valores?

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El pasado ofrece un menú a sus visitantes

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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El pasado ofrece a sus visitantes un menú con escombros, ecos a veces imperceptibles, ausencias y sobrantes, silencios, voces refugiadas en algún rincón o escondrijo, suspiros e ilusiones rotas. Suele transformarse, primero, en recuerdo, en nostalgia, y, más tarde, al paso de los minutos y los días, en olvido, en polvo que dispersa el viento, en historias que naufragan y se hunden en la desmemoria.

La vida y el tiempo, indiferentes a las rutas que eligen los hombres y las mujeres, no se conmueven ante lo que queda atrás ni coleccionan recuerdos, y menos fotografías, cartas perfumadas y flores marchitas. No disponen de cuentas bancarias. Simplemente, continúan su itinerario. Son etéreos. Lo intangible es energía y, aunque de cierto modo afecta al pano material, no es posible manejarlo como lo hace el relojero con el péndulo, las manecillas y el engranaje. No les sirven las cosas. No les apasiona ni entusiasma abrir envolturas de regalos. Fluyen en una corriente y las personas aún no lo entienden. De nada sirve que transiten las estaciones frente a sus miradas.

Encadenados a las cosas, a los rostros, a las superficialidades, a las apariencias, a los apetitos que no controlan y a las ambiciones que al final los traicionan y abandonan, incontables seres humanos olvidan su condición dentro de lavida temporalidad y dedican los días de sus existencias terrenas a acumular lo que, al morir, no se llevarán, y lo más patético es que ya en los instantes postreros, al mirarse al espejo, descubren su realidad, sus ojos apagados y opacos, su piel ranurada y seca, su agotamiento, sus canas y sus enfermedades. Y sufren tanto porque basaban sus proyectos, sus biografías y sus victorias en asuntos triviales, que ni sus fortunas ni su antigua belleza, pueden comprarles pedazos de vida, salud y tiempo.

Los recuerdos parecen formar parte de un álbum conservado en un baúl o en el ropero con fragancia añeja, entre almanaques y papeles amarillentos, y del alivio de muchos, como si se tratara de un pretexto para justificar su paso por el mundo. Algunos, por cierto, se atan a las ruinas que abandonaron atrás, mientras otros, en tanto, prefieren sepultar su ayer y entregarse al arrullo del olvido, al reposo de la amnesia.

Es bello y saludable recordar, algunas veces, la biografía pasada, lo que se vivió ayer, en otras etapas, porque significa recrearse, aprender y repasar las lecciones y reencontrarse con los seres que se amaron tanto y con las épocas felices y plenas; no obstante, resulta perjudicial y demasiado tóxico, aferrarse al ayer, entristecer o construir nidos para albergar odio, resentimiento y sentimientos negativos, con el riesgo permanente de convertirse en ruina, en tierra acumulada, en hoja quebradiza y seca.

Por no vivir en armonía, con equilibrío y plenamente, con alegría, ideales, sueños, detalles y valores, gran cantidad de gente retorna a sus otros días, a los del ayer, en busca, quizá, de lo que perdieron, de lo que no se atrevieron, de lo que desdeñaron o de lo que sepultaron, y sus expediciones a épocas pasadas resultan travesías agobiantes sobre arena infértil, vestigios y abrojos… Evitemos dormir con la sensación de que el tiempo se agotó o despertar con la idea de que resulta imposible proseguir con la vida poque ya estamos rotos.

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Al saberla mi musa

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Al saberla mujer, al percibir su encanto de dama y al sentirla mi musa, recuperé mi esencia y mi armadura de caballero y construí un puente de herraje y piedra con la idea de acudir a su encuentro, puntual y de frente, con un poema escrito en la página de un cuaderno y con la promesa cumplida de un puñado de pétalos fragantes y tersos para alfombrar su camino. Al descubrirme en su mirada, completo y feliz, comprendí que estaba dentro de usted, y que si yo la sentía en mí, significaba que ambos, desde el principio, cuando Dios pintó la primera flor y colgó estrellas en su pinacoteca celeste, ya éramos uno y otro, un escritor y una musa, una dama y un caballero, un hombre y una mujer -los de entonces, los de siempre-, con un destino grandioso, aquí, en el mundo, y allá, en un paraíso interminable. Entendí, al reencontarla en mi sendero, que estaba frente a usted y que, al tratarse de una mujer, la definiría, una y otra vez, en mi historia cotidiana, en mi existencia pasajera, en mi amor irrenunciable, en mi arcilla, en mis sentidos; al ser dama -la más bella-. siempre la conservaría en mí, en mi interior, como una luz inextinguible que es amada y protegida por un caballero; y al concebirla mi musa, jugaríamos a la vida y al amor, entre remansos y escondrijos, en sueños y en realidades, y, así, intensamente emocionado y con gran inspiración, escribiría las letras más cautivantes, románticas y sublimes. Al contemplarla tan dama, me supe el artista más caballero.

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Después de la tormenta

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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La vida me ha enseñado, en el trayecto del viaje, que tras un ambiente nebuloso y frío, envuelto en nubes plomadas, la tempestad derramará sus gotas en el paisaje, multiplicadas y prodigiosas, y dejará, al partir, charcos que retratarán la belleza y la profundidad del cielo, arcoíris traídos de parajes de ensueño, riachuelos que llevarán los conciertos y los sigilos de la naturaleza entre cortezas y hojas desprendidas de los árboles, perfumes de flores y helechos, policromía excelsa, reflejo, todo, de un pedazo de terruño llamado paraíso, con la invitación de abrir las puertas y las ventanas, admirar el escenario y salir, agradecido y emocionado, a deleitarse con los colores, las fragancias y los sabores de la creación. En una tormenta pertinaz, mucha gente suele espantarse al oír el estruendo de los truenos que se propagan y contemplar el cielo ennegrecido que se incendia con el relampagueo interminable. Ignoran, parece, que las lluvias incesantes no son para llorar ni temer calamidades; heredan, al siguiente día, un ambiente encantador para el alma y deleitante a los sentidos, un paisaje de beatitud y paz, y la oportunidad de vivir en armonía, con equilibrio y plenamente, dentro de la brevedad terrena, como anticipo de paseos infinitos.

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Mi tinta

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Mi tinta, al escribir, es el poema que construyo, en las mañanas y en las noches, en las tardes y en las madrugadas, cuando siento deslizar en mi piel las gotas de lluvia y te miro a mi lado, contenta e irrepetible; es la letra, es la palabra, es mi voz silenciosa convertida en signo, en arte, en texto; es mi vida entera que se vierte en las páginas de un cuaderno que he dedicado a ti, a tu nombre con apellidos, a mi amor que es tan tuyo y se transforma en delirio, en flor, en polvo de estrella. Mi tinta, al inspirarme en ti, me convierte en escritor, en artista, y te transforma en ángel, en musa. Mi tinta, al plasmarla en hojas interminables de papel, es el recuento de mi vida, mis anhelos y mis sueños contigo. Mi tinta, al dedicarla a ti, es nuestra historia, es lo que deseamos vivir, es la promesa y es el regalo, es el mundo y es el paraíso, es la arcilla y es la esencia. Mi tinta, cuando escribo y soy artista, toca a tu puerta -a la del dielo, quizá; a la del mundo, tal vez- con la idea de coincidir contigo, descubrirme en tu mirada y observar tu figura vestida de musa. Mi tinta, al oirme en mis silencios, al callar en mis rumores, te escucha y escribe, enamorada, tu nombre y el mío, nuestros motivos, la locura de un amor que es de ambos y el encanto y la magia entre una musa, un ángel del cielo y del mundo, y un escritor, un artista que, simplemente, vive y sueña enamorado. Tinta, es innegable, que ya viene con mucho de ti y de mí, y que, al plasmar letras y palabras, sentimientos e ideas, deleita con tu fragancia y mi perfume. Mi tinta, al escribir para ti, pronuncia tu nombre y lo funde en el mío mientras hablo y callo una noche de luceros, una tarde de lluvia, una mañana soleada, una madrugada invernal y hasta un mediodía de todo. Mi tinta, mi tinta, somos tú y yo.

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Cuarto Gran Encuentro Mundial Virtual de Poetas y Escritores, en Brasil

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Mi amiga y colega, la poeta brasileña Tania Brito Melo, a quien admiro, respeto y aprecio, tuvo la amabilidad de invitarme, este día -miércoles 23 de junio de 2021-, como participante del Cuarto Gran Encuentro Mundial Virtual de Poetas y Escritores, que se celebra en Brasil

Dispuse, exclusivmente, de diez minutos para presentarme, reseñar mi tayectoria artística de escritor, hablar acerca de mis obras y leer alguna de mis publicaciones. Fui breve en mi disertación con el objetivo de plantear, en algunos minutos, uno de los temas que me mortifican en la actualidad, relacionado, precisamente, con la tendencia mundial, en diversos ambientes, de aniquilar la creatividad, la imaginación y la originalidad.

En la hora contemporánea, condo los sentimientos, las conductas y los pensamientos de las sociedades parecen fabricados en serie, en satisfacer impusos de consumo y desecho, los sueños, las fantasías, el encanto de la imaginación, parecen encontrarse ante su muerte y sepultura.

Temo que al difamar, mofarse y asesinar la imaginación -don de escritores y poetas-, las palabras esccritas que hoy cautivan y deleitan, dejarán ausencias que el poder económico y político, aliado entre sí, e incapaz de comprar el talento y la sensibilidad de los artistas, aprovecharán, en su ambición desmedida y autoritria, para enajenar, manipular, controlar y explotar a los pueblos. cada más insensibles.

Escritores y poetas de la hora pesente, tenemos el compromiso y la responsabilidad no solo de cantar al amor, a la vida, a las flores, a la gente, a lo que es nuestro motivo y da sentido a las obras que creamos, sino de fortalecer, proteger y defender la imaginación como patrimonio del arte y de la humanidad.

Me pareció importante, en el Encuentro Virtual de Poetas y Escritores, orgranizado por el Colectivo Cultural Internacional de Utopía Poética, en Brasil, el hecho de contemplar algo relcionado con mi trayectoria artística, como estritor, sin omitir que es perentorio rescatar la imaginación y devolverla a las generaciones que hoy reciben todo asimilado y procesado de acuerdo con los intereses, los planes y la intencionalidad de quienes pretenden dominar el mundo.

Gracias, Tania Brito Melo, amiga poeta, por la invitación.

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Tantos detalles

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Tantos días entregado a la labor de deslizar los pinceles sobre un detalle del cuadro, llamó la atención del discípulo, quien, fastiadiado y con intriga, preguntó al artista, al pintor que permanecía inmerso en sí y en su obra: «maestro, desde hace varios días he notado que se encuentra atrapado en un solo motivo. ¿Cuál es la razón por la que permanece estancado y no continúa con la otra parte del lienzo?» El artista observó al muchacho y volvió a su tarea, silencioso y pensativo, hasta que el aprendiz repitió la interrogante. El pintor sostuvo el pincel con la mano derecha, mientras la izquierda, en tanto, la colocó sobre el hombro de su joven alumno, a quien explicó: «las gotas de lluvia son derramadas a una hora de la tarde, durante la tempestad que las multiplica pacientemente, hasta fusionarlas y crear arroyuelos, represas y charcos que, por cierto, al amanecer, son capaces de reflejar la profundidad azul del cielo, las nubes rizadas y plomadas por las que intenta asomar el sol y los perfiles enamorados de las montañas. La creación artística exige aportar una y otra vez, sumar detalles, colocar ladrillos y obtener, al final, una obra grandiosa. Es la acumulación de detalles. No obstante, no se trata, el arte, de un pequeño detalle. Es grandioso. Imagina, muchacho, si Dios, al inspirarse y pintar el mundo, se hubiera precipitado con el objetivo de concluir pronto e irse a descansar, habría manufacturado un escenario, quizá, ausente de flores, granos de arena en las playas, estrellas y mares. Él añadió a su obra, colores, fragancias, sabores, formas, esencias, detalles que, al sumar y multiplicar, dieron por resultado el paraíso mundano que nos regaló. Los detalles, en el arte, son fundamentales, y no importa si, para crear una obra maestra, requieres horas, días o semanas en plasmarlos.

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La diferencia

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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La diferencia entre recibir, desde temprano, el saludo de la alegría o el desdén de la amargura, se basa, simplemente, en abrir la ventana y asomar contentos, agradecer lo bello y lo grandioso de la vida y admirar el encanto del amanecer, percibir los matices y los perfumes de las flores y las plantas y admirar cada detalle del paisaje, o, al contrario, fijar la atención y concentrar los sentidos en el agua pútrida que quedó estancada en las orillas, buscar los abrojos e identificarse con la basura y los escombros dispersos en el camino. Así, cada uno, en masculino o en femenino, en minúsculas o en mayúsculas,construye los minutos y los años de su existencia con materiales completos o rotos, con felicidad o con desencanto, y transita, en consecuencia, hacia sus propios cielos o infiernos.

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Y ya no estaban…

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Intenté felicitarlo, correr a su lado para abrazarlo; pero sus espacios, en la biblioteca, en el comedor, en la sala, en los rincones de la casa, estaban ausentes y nadie respondía al pronunciar su nombre. Lloré, entonces, entristecido, al recordar que mi padre, mi amado e inquieto padre, ya no se encontraba en el mundo, y mayor fue mi desconsuelo al saber que ella, mi madre, mi madre querida e inolvidable, tampoco estaba conmigo, al menos en la arcilla que soy ahora. Pretendí sorprenderlo esta mañana tan especial en que muchos hombres y mujeres, en minúsculas y en mayúsculas, celebran al padre tras haber festejado, semanas antes, a la madre, y si a ella no la descubrí, amable y sonriente, entre sus plantas y sus flores, en el jardín, a él tampoco lo encontré inmerso en sus lecturas, en su arte y en sus inventos, ni los miré, como antes, sentados a la mesa, en la sala, en nuestras convivencias, ni tampoco en los paseos que realizábamos, felices y agradecidos. Creí, al no encontrarlo, en esta fecha dedicada al padre, que el tiempo y la vida lo desmantelaron; pero no es así porque ni uno ni la otra, por su naturaleza, desperdician su caminata en la gente. Son indiferentes a lo que cada hombre y mujer eligen. Simplemente, mi padre cumplió su ciclo en este plano, como lo hizo mi madre tantos años después, y los siento en mí cuando recorro y exploro las rutas de mi interior, los senderos y los destinos de mi alma. Hoy, sencillamente, desperté con el anhelo y la ilusión de reunirme con mis hermanos, en complicidad y sigilo con mi madre, como lo hacíamos en la infancia, y luego en la adolescencia y en la juventud, con el objetivo de llegar hasta la habitación y abrazar y felicitar, una y otra vez, a mi padre, y expresarle el más puro amor, mi gratitud y mi admiración. Abrazaría a mi padre esta mañana, como lo hubiera hecho, semanas antes, con mi madre. Recuerdo que ellos siempre aseguraban que nosotros, sus hijos, les regalábamos tanto amor y respeto, que para ellos, simplemente, todos los días eran del padre y de la madre. Físicamente ya no están aquí, en la Tierra, pero espiritualmente, por ser esencia, percibo sus latidos y su presencia en mi interior, en mi ser, en mi alma, en las gotas de lluvia, en las caricias del viento, en los abrazos del sol, en los copos que se acumulan, en las flores sonrientes, en el pulso de la vida, en el polvo de estrellas, en el éter que fluye prodigiosamente y envuelve todo. Me fundó en la corriente etérea y los percibo conmigo, y así, emocionado, les doy un abrazo de luz con todo mi amor y mi agradecimiento, con la certeza de que el infinito es un regalo maraviloso de la creación. Hoy, definitivamente ya no fue posible sorprender a mi padre con cajas de aviones de dos alas, a escala, como los que voló en sus días juveniles, acompañados de calzado, ropa, libros y lociones, como otro día, apenas hace algunas semanas, a mi madre le hubiera obsequiado zapatos, algún vestido y hasta un suéter y perfumes; sin embargo, ahora, al escuchar las voces y los silencios de mi ser interno, descubrí la presencia de ambos, y eso me indica que Dios reserva para nosotros una existencia infinita de beatitud y paz. Después de todo, los regalos materiales, tan agradables y bonitos, quedan en envolturas, en recuerdos y en tarjetas que algunos conservan en baúles y roperos; pero la bencidión y la fortuna de un padre, una madre y una familia tan especiales y maravillosos, con una historia irrepetible, mágica e inolvidable, pertenecen al alma, no tienen precio y son para vivirlas eternamente. Agradezco a Dios tan excelso regalo. Gracias a mi padre y a mi madre por tanto.

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