Mi destierro voluntario

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Antes de que lean mi texto, deseo agradecer a mis familiares, amigos, lectores, compañeros blogueros y seguidores, un año más a su lado. Realmente es una bendición y una fortuna sentirlos parte de mi historia. Reciban mi afecto, mi gratitud y mi reconocimiento. Les deseo lo mejor de la vida para 2022 y lo años que siguen. Santiago Galicia Rojon Serrallonga.

Mi destierro no contempla distancias ni rejas. Es voluntario. Encontrándome tan cerca, estoy lejos. Estando tan distante, me encuentro próximo. Es un retiro libre, una ausencia temporal, de esos aislamientos que uno, a veces, elige en determinada estación, a cierta hora, en algún momento de la existencia, con la idea de sumergirse en sí y descubrirse en las profundidades del ser, entre el oleaje de la realidad presente y del infinito. Es, simplemente, un encuentro conmigo, una reconciliación propia y con la vida. No me he marchado. Aquí estoy, cerca, muy próximo, aunque a veces parezca tan lejano. Me encuentro en mí, en las profundidades de las aguas etéreas, con el objetivo de recibir cada gota y retirar el barniz que, en ocasiones, al andar por el mundo, se pega a la textura e intenta cubrir la esencia. Estoy refugiado en mí, sin barrotes ni celdas, libre y voluntariamente, para reencontrarme, si acaso me he perdido, y retornar pleno y sonriente, con mis letras y mis sentimientos, con mi arte y mis pensamientos, con mis ideales y mis actos. Sencillamente, es un destierro temporal, un aislamiento periódico, para renovarme y unirme a ustedes con lo mejor de mí, con lo que soy.

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Y así termina un año más…

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Y así termina un año más en nuestras vidas, como las botellas y las copas con vino tinto que permanecen abandonadas sobre la mesa tras el brindis, los abrazos, las remembranzas, las felicitaciones y los recuentos, unas pletóricas, otras a la mitad y algunas vacías. Se parecen tanto a los seres humanos. Todo es tan efímero y relativo. El confeti y las serpentinas quedan desolados y se mezclan con los vasos rotos, con las envolturas vacías, con las risas y las lágrimas. Y así se va un año más de nuestras existencias, con las ausencias y las presencias que se tuvieron, los encuentros y los desencuentros, las cargas y las liviandades, las alegrías y las tristezas, las formalidades y las ocurrencias. Se pierde y se gana. Se nace y se muere. Unos buscan la felicidad, el placer, la realización y la verdad en el exterior, en cosas que también se desgastan y caducan. Olvidan sumergirse en sí y desentrañar los mensajes ocultos de la vida y expresados en todas las criaturas. Y así se consumen los instantes postreros, los últimos minutos del año peregrino, entre recuerdos y olvidos, balances y proyectos, en un anhelo de vivir más o de morir ya. Y así se retira el año -un año más-, indiferente, y queda menos tiempo de vida, seamos niños o viejos, porque la caducidad es tan real como nuestro temor a la despedida material. Y así avanza el tiempo, intolerante a pausas, dispuesto a seguir su camino, sin tregua, al lado de la vida y la muerte, con aperturas y recortes, con las notas y las pausas que existen en cada detalle, en todos los motivos. Y así terminan las oportunidades de amar, sonreír, hacer el bien, tender puentes, derribar fronteras y dejar huellas, y surgen, si aún se dispone de salud y de vida, otras estaciones, algunos plazos, para llevarlo a cabo y rectificar el itinerario. Y así desfilan los minutos y los días, las semanas y los meses, junto con los rostros y los nombres con apellidos, hasta diluirse y perder significado. No pierdas el tiempo y la vida en asuntos baladíes e intrascendentes, y menos en odios y temores, ni tampoco en crueldades ni en arrebatos. Y así aparece el encanto de aprender que el paseo por la vida, en el mundo, no consiste en enamorarse del odio, la avaricia, el miedo, la ira, las riquezas materiales acumuladas sobre el sufrimiento de otros, la estulticia y las superficialidades que corren por drenajes de apariencia engañosa. La vida no es una moda. Es una aberración dedicarla a una biografía egoísta. Se aprende a vivir. Cada ser humano trae un nivel evolutivo, un proceso, una razón. Y así se va la vida, tomada de la mano del tiempo, y quedan espinas y veneno en aquellos que cambiaron las amabilidades y las sonrisas por rostros desencajados e irascibles. Y así se acaban los capítulos de la existencia. Acéptate, aprende a reconciliarte y a perdonar tus errores y fracasos. No sufras por lo que ya se extinguió, por lo que no tiene porvenir, ni por lo que aún no llega a ti. Y una vez que te sientas libre, regálate un abrazo desde las profundidades de tu ser. Abrázate con amor y sinceridad. No abraces a otros sin antes hacerlo contigo mismo. Y así escapan el sí y el no de la vida, mientras el cunero de madera o de metal cambia sus rasgos y se vuelve lápida. Abraza y saluda a la gente -a tu familia, a tus amigos, a tus compañeros, a todos- y dile cuánto la amas. Que tu sonrisa refleje la alegría, el equilibrio, la paz, los sentimientos y la armonía de tu interior. Y así llega la madrugada y pronto amanece con otra fecha. Ya es otro año, un año que inicia y que también dará el último suspiro. Cierra el telón del año que se apaga y reinicia la obra con el que enciende su flama. No olvides agradecer tantos beneficios. Realiza un balance de tu existencia y planéala mejor. Recuerda, además, que la mudanza de un año a otro solo es una cifra para organizar tu vida y tus estaciones. Las fechas carecen de atributos mágicos para llevarse los problemas y dispersar cosas buenas. Los estados de ánimo, la decisión del cambio, la determinación de evolucionar, surgen del interior. Y así transcurren los años, hasta que uno ya no despierta más en este mundo de amaneceres y anocheceres. No esperes, como tanta gente, a que tu vida finalice para lamentar y llorar por lo bueno que pudiste hacer y no llevaste a cabo. Vive en el bien y en la verdad. Ámate. Ama a tu familia, a todas las expresiones vivas y yertas que coexisten en el mundo. Y así, en un furgón, escapan los colores y los perfumes de la vida y el tiempo. Prepara, a través de tus sentimientos, tu raciocinio, tus palabras y tus actos, el camino de regreso a casa, el retorno al hogar infinito, el reencuentro con la luz que irradia desde tu ser y forma parte de una fuente inagotable de vida. Y así concluye el tiempo y se va la vida, en el mundo.

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Éxodos o invasiones

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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La colonización, el desplazamiento de seres humanos de una región a otra por diferentes motivos, las mezclas raciales y la culturización entre los pueblos, no es un fenómeno reciente en el mundo; se trata de un proceso bastante antiguo, unas veces provocado por el interés de descubrir otras tierras y nuevas oportunidades o por conquistas, guerras y situaciones emergentes, y algunas más, en tanto, por los intercambios naturales en los seres humanos. No obstante, el paisaje deplorable de caravanas que hoy vemos en el paisaje global, resulta aterrador y preocupante porque no se trata de éxodos provocados por condiciones naturales o emergentes. sino por situaciones planeadas con la intención de desequilibrar a las naciones y propiciar caos, delincuencia, contagios sanitarios, desórdenes, crisis y desabasto. Existe un plan diseñado estratégicamente, un proyecto orientado a desestabilizar la armonía, el equilibrio, la paz y el orden mundial, para apropiarse del poder y del control del planeta e imponer una explotación brutal a la humanidad. No vemos, en tales caravanas, personas destacadas en el arte ni en la ciencia, ni tampoco inversionistas con proyectos generadores de empleos, riqueza y progreso; al contrario, se percibe un plan con cierta intencionalidad. Alguien, y otros más, propicia y hasta patrocina los éxodos, principalmente, a América del Norte y a Europa -no es casual la pretensión de querer exterminar al llamado viejo continente-, al mismo tiempo que se encarga de despertar odio racial, antagonismos entre los opuestos, violencia. Algo está sucediendo. No es fortuito. Esa invasión descarada, que no éxodo, es una alerta a la humanidad de que las cosas no están bien.

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Cuando la insignificancia se siente deidad

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Tan insignificantes son, que apenas conocen y manipulan una porción minúscula de la vida y del universo, y se sienten dioses, deidades capaces de alterar, deformar, controlar y destruir a la humanidad. Lamentablemente, la ciencia se encuentra encarcelada; es rehén de científicos mercenarios y sin escrúpulos, al servicio de una élite poderosa económica, política y militarmente, con intereses y objetivos despiadados. Son ellos quienes, respaldados por los dueños del poder global, están atentando contra millones de seres humanos en el mundo. El conocimiento es ambivalente y, por lo mismo, es posible utilizarlo para bien o para mal, y lo que está haciendo la comunidad científica a la que me refiero, que es la que recibe el apoyo de la élite mundial, es dedicarla a lo negativo, a desgarrar a millones de personas, a contaminar, a alterar el orden de la vida y del universo. Hoy, junto con sus amos y mecenas, son dioses manipuladores, deidades que un día los miraremos derrumbarse en su propia ambición y locura. Atrapados en su ambición desmedida, en su arrogancia, olvidaron que nunca, en ningún caso, hay que despertar fuerzas que posteriormente no se puedan controlar. Y eso aplica en la ciencia, en el amor, en los movimientos sociales y en una multiplicidad de temas. Evidentemente, la ciencia, para desarrollo de los seres humanos, necesita experimentar, realizar pruebas de laboratorio; pero no como lo que hacen actualmente con la peor de las farsas y con un gran dolo y fechoría en contra de la vida y de las personas. Necesitamos otra clase de científicos, auténticos, libres, honestos, no dedicados a alterar y arruinar el propósito de la vida. La historia demuestra que la ciencia, al servicio de la perversidad, causa daños irreparables; en cambio, al colocarse al servicio de la vida y de la gente, se transforma en la llave y en el peldaño para el desarrollo integral y trascender a niveles superiores de evolución.

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Y también planean que te sientas basura

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Y también planean engañarte. Quieren que sientas y pienses que eres basura. Una vez que lo logren, te tratarán como despojo. Su plan es aniquilar a las multitudes y explotar a los sobrevivientes. Despierta. Te están convirtiendo en número de serie, en estadística, en cifra económica. Pretenden vaciar tus sentimientos, tu raciocinio, tus ilusiones, tus sueños, tus anhelos. Ciérrales el acceso a tu ser, a tu mente. Vivimos una de las guerras más crueles y peligrosas. Perteneces a la generación que enfrenta la responsabilidad de entregar a la humanidad a su destrucción o rescatarla y darle el valor que merece. No contribuyas a que el género humano sea tratado como basura. Te mantienen tan ocupado en distracciones y enajenamiento, que desconozco si sabes que la pretensión de un grupúsculo poderoso es controlar a la humanidad y apropiarse del mundo y de sus riquezas naturales y minerales.

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Eso es la vida, parece…

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Eso es la vida, parece, ciclos que inician y períodos que terminan, amaneceres que alumbran y tardes o anocheceres que cobijan. Son pedazos de tiempo que, una mañana o una noche, al mediodía o en la madrugada, se desvanecen y se llevan trozos de nosotros, con fragmentos de las historias que protagonizamos y que reprimimos, las cargas y las ligerezas que portamos a una hora y a otra, con sus motivos y sus imprevistos, sus rumores y sus silencios, sus razones y sus delirios. Eso es la vida, entiendo, un sueño y una realidad, una cordura y, a la vez, una locura, que suelen vestirse de formalidad o, simplemente, desprovistos de solemnidad. Eso es la vida, creo, un lapso de tiempo, con sus minutos y sus años que no voltean atrás para evitar apegos y romances, afectos y hospedajes extras. Es el tiempo, tan forastero y desarraigado, que se va y no vuelve más. El tiempo que solo queda en los registros que dan constancia de nacimientos, bodas, muertes y otros acontecimientos personales y colectivos. Se le mira en los almanaques, en los documentos que un día envejecen y que el polvo cubre, igual que las lápidas cuando son olvidadas y permanecen en el abandono de los que cierta ocasión derramaron lágrimas y se dieron abrazos de consuelo. Todo pasa. Nada es permanente. La gente, las vivencias, las ilusiones, los sueños y las cosas se extravían en la desmemoria, en el hondo vacío, en la amnesia infausta o ante las ausencias crecientes. Y se consumen los minutos, y se desvanecen las horas, y se desmoronan los días, y los años abandonan y dejan huellas y marcas, y renuncian a permanecer aprisionados. A los días, a los meses y a los años les desagradan los candados, los barrotes y las celdas. Escapan, pero cada momento tiene algo desconocido que deja huellas y marcas de su paso. Eso es la vida, supongo, instantes que se acumulan y se diluyen, oportunidades que abren las puertas y las ventanas o las cierran, alegrías y tristezas, escalones y rutas para trascender o desfiladeros para caer irremediablemente. Y cierta fecha inesperada, el mundo puede cruzar umbrales y destruirse, en consecuencia, su gente, su flora y su fauna, sus cosas inertes, hasta quedar la interrogante, ¿existen, en verdad, el tiempo y la vida, o solamente se trata de pedazos que se reflejan desde el infinito? Por eso, a ti, que me lees, te aconsejo que abandones la habitación oscura donde te refugias con tus ambiciones desmedidas, tus egoísmos, tus superficialidades, tus rencores, tus miedos, tus apetitos insaciables y tus perversidades, y asomes a tu interior conectado a la inmortalidad, salgas a los jardines de la vida y te mezcles en el amor, el bien y la verdad. Eso es la vida, parece, un lenguaje del infinito, una nota del paraíso, una gama de cielo, un ensayo para retornar digno y libre a casa, con sabor a Dios. Vive, ahora que te es posible. Disfruta tu estancia en el mundo, la brevedad de tu paseo, con sus dulzuras. sus sinsabores y sus amarguras, porque otro día, a cualquier hora, concluirá el viaje y renunciarás a lo que creíste tan tuyo y nunca lo fue. Vive en armonía, con equilibrio, pleno y seguro, contigo en tu interior y en tu exterior, con tu familia, con la gente y las criaturas que te rodean. Este año se fuga. No volverá. Experimenta la vida lo mejor que puedas, antes de que sea tarde. Eso es la vida, parece.

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Creen que es baratija

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Algunas personas creen que el amor es una baratija que se consigue en las esquinas, en cualquier mercado o tienda de cosas anticuadas e inservibles; otros seres humanos, piensan que es un estado de ánimo que se apodera de uno en cierta época de la vida y que, posteriormente, ante lo cotidiano y lo práctico, es posible arrojarlo al carretón de la basura; muchos más, lo desdeñan y lo dejan pasar y marcharse, acaso por sus egoísmos y sus miedos, probablemente por no tener precio y ser accesible a quien verdaderamente lo anhela, quizá por preferir los apetitos que los acosan y los intoxican, seguramente por creer que se trata de un sentimiento que encarcela la libertad, tal vez por tantos motivos y desconciertos. El amor no es una etiqueta ni una promoción de temporada; se trata de un sentimiento profundo que surge del ser, de un rincón del alma conectado a la fuente infinita de la que irradian el bien y la luz. Quien lo descubre y lo siente en sí, ya posee la llave a tesoros prodigiosos y el itinerario a destinos felices y plenos. Es, sin duda, la clave de la felicidad, la ecuación de Dios, la fórmula de la inmortalidad.

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El presente se vuelve ayer y el futuro se transforma en hoy

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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El hoy se convierte en ayer, en pasado, en otros días. Llega el mañana con el amanecer, con el siguiente día, y a cierta hora, durante el atardecer, ya parece fragmento de otro tiempo y se le nota apoyado en muletas. Hay quienes sienten nostalgia por el ayer y lloran por los años que se fueron, con las oportunidades perdidas y las esperanzas rotas, mientras otros, en tanto, olvidan el momento actual y se dedican a anhelar el mañana, el futuro que, aunque incierto, les parece que les entregará alguna fortuna material y toda clase de bienestar. Unos permanecen atrapados, irreconocibles y desgarrados entre cardos, varas y hojas secas, y otros, en cambio, piensan que sus años, en el porvenir, estarán alfombrados de pétalos de delicada textura y exquisita fragancia. Muy pronto, el instante que marca el reloj, envejece y presenta un rostro diferente al que se creyó, erróneamente, que sería diferente. Y así, los años pasan y la vida, en el mundo, concluye pronto. No todos han aprendido que el ayer es un álbum con estampas nostálgicas -a veces bellas y dulces, en ocasiones desagradables y amargas-, que invitan, cuando se les mira, a recordar y a asimilar lecciones, y que el porvenir, en cambio, podría no tocar a la puerta o, simplemente, presentarse adverso o empobrecido. No son tantos los seres humanos que llegan al presente sin el ropaje del ayer ni el maquillaje de amaneceres distantes, porque en escaso número viven el hoy en armonía, con equilibrio y plenamente, como el navegante que partió de un puerto bello e inolvidable y posee un itinerario claro, un rumbo definido, sin olvidar que es necesario disfrutar y experimentar cada momento de la travesía, con sus auroras y sus ocasos, sus calmas y sus tempestades. En la ecuación del tiempo y de la vida, el hoy se convierte en pasado, en ayer, y el futuro se vuelve presente. Es preciso experimentar la vida cada instante, como las gotas del manantial que brotan de la intimidad de la tierra y, durante su paseo por el mundo, se sienten realizadas y trascienden al regalar su prodigioso encanto a los árboles, a los helechos, a las flores.

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Distancias y cercanías

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Las distancias también tienen sus cercanías. Hay proximidades que se perciben muy lejanas. Unas y otras son tan parecidas y disímiles. Tienen sus encantos y sus desencantos. A veces, la gente se encuentra en otros rumbos, separada por llanuras, océanos, montañas y ciudades -vida y materiales yertos, parece-; pero siente la cercanía porque los detalles, a la distancia -un mensaje, una llamada telefónica, un saludo-, son para no olvidar, a pesar del espacio y del tiempo. En ocasiones, las personas están unas al lado de otras y no se dan cuenta, acaso por ser tan ajenas entre sí, probablemente por su egoísmo, quizá por su indiferencia, seguramente por encontrarse distraídas y ocupadas, tal vez por tantos motivos. Hay quienes coexisten en medio de tantos seres humanos y parecen alejados, a pesar de sus excentricidades, opulencia, poder y fama, casi inexistentes, hasta que naufragan en la desmemoria, mientras otros, en cambio, encontrándose en regiones apartadas o ya ausentes del mundo, se sienten muy cercanos, como si algo especial, en ellos, pulsara en los demás, indudablemente por tratarse de seres de amor, bien, sentimientos nobles, ideales justos, pensamientos profundos, humildad existencial y obras pequeñas o grandes a su paso. Me encantaría que, cerca o lejos, la gente me sienta consigo por lo bueno que pueda hacer por ellos y por otros. Creo que es parte de la receta para hermanarse con toda la humanidad, la senda a la fórmula de la inmortalidad, el camino a Dios.

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No es que concluya un año más

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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No es que concluya un año más en mi vida y que, entre risas, lágrimas, nostalgias y remembranzas, le abra la puerta y lo despida con ingratitud, desdén e indiferencia. El asunto es que me interesa recordar qué hice durante los minutos, las horas y los días que hoy son ayer y recuerdo, y que comienzo a extrañar por llevarse una parte mía. No es que se sume un año más a mi edad, a mi rostro, a mi vida, y que, en consecuencia, sea más viejo. Eso es natural. Son prejuicios estúpidos de gente que pepena las vidas de otros. El tema es que me gustaría asimilar las lecciones de los capítulos recientes, entender sus motivos y sus destinos, recolectar los mensajes ocultos en cada sentimiento, idea, palabra y acción, para así procesar las experiencias y aprender de mí. No es que sufra con el año que se marcha, indiferente y sigiloso, a los archivos de la historia humana. Es que también, como su hoja postrera, se lleva todo y nada, y deja ausencias, tantas, que me motivan a reflexionar y a entender que uno, a veces, se distrae y deja pasar las oportunidades de ser feliz y compartir el amor, el bien, la verdad y todo lo bello. No es que me aferre al año que se va. Tiene que retornar a casa, al almanaque que le pertenece; aunque atrás deje alegrías y nostalgias, confeti y pedazos de festividades y tristezas. Simplemente, quiero reaccionar, levantarme de la butaca que he ocupado durante tanto tiempo e ir al escenario, convertirme en actor genuino, libre de los hilos que manipulan los titiriteros, para así elegir mis senderos, explorar otras rutas, construir puentes, derruir fronteras y muros, amar plenamente, dar de mí, pintar y esculpir el bien y la verdad, cultivar flores y arrancar cardos y matorrales envenenados. No es que me arruine la existencia el paso de un año más. Es que me duele, en todo caso, la posibilidad de que escapen momentos que pude aprovechar en detalles hermosos, en regalar amor y esperanza, en aliviar dolores, en tender mis manos a otros, en aconsejar, en ofrecer sueños e ilusiones, en derramar semillas en vez de robar frutos. No es que con la partida de un año más, inicie o termine mi vida o acabe mi historia. Únicamente planeo abrir un paréntesis, dentro de mi jornada terrena, para hacer de mi biografía una obra bella, irrepetible, maravillosa, inolvidable y mágica, anticipo y dirección de la senda que tomaré hacia mi existencia sin final. No es que me preocupe el tránsito de un año más, cuando el infinito está abierto desde mi interior. No es que sufra por la consumación de un año más.

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