Aprendieron de la flor y del tallo

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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El maestro llevó a sus discípulos a un paraje abrupto. Tras caminar parte de la mañana, llegaron hasta un remanso, un valle rodeado de montañas y serpenteado por un riachuelo que descendía de la cima y reflejaba, a su paso, las frondas de los árboles que asomaban enamorados y las formas de las nubes pasajeras. La campiña ofrecía sus colores, sus texturas y sus perfumes a los sentidos, delicias que prodigiosamente se encontraban dispersas entre tanta flor que el viento pertinaz agitaba.

Fatigados, los alumnos se sentaron sobre las piedras y los troncos musgosos y enlamados, mientras observaban a su maestro, infatigable, que arrancaba una flor. Era blanca y fragante. Él, el sabio, acarició suavemente los pétalos, como si temiera lastimarlos.

Regresó hasta donde sus seguidores descansaban, unos agotados por el ejercicio matutino y otros, en cambio, lánguidos por naturaleza. Mostró la flor al grupo que se encontraba en reposo, en medio de los rumores y los silencios de la vida incesante.

Una de las alumnas rompió el sigilo y preguntó con cierta molestia:

-¿Caminamos durante toda la mañana para, finalmente, al mediodía, cansados, con hambre y con sed, mirar una flor que ha arrancado en la pradera?

-No le encuentro sentido -completó uno de sus compañeros-. Creo que hemos desperdiciado varias horas de nuestras existencias en una caminata estéril.

-¿Qué pretende demostrarnos? -interrogó una de las jóvenes- ¿Anduvimos tanto tiempo en las montañas para que, al parar, observemos una flor que podríamos comprar en un mercado o en una tienda?

Sonriente, el maestro habló pausadamente:

-Los invité a caminar con la intención de demostrarles que, para conseguir un sueño, algún proyecto, es primordial tener constancia, disciplina y tenacidad. Los sentimientos, las cosas, los ideales, los sueños y los planes se obtienen por medio de esfuerzo, sensibilidad y talento. Recuerden que ayer, al despedirnos, les comenté que hoy conquistaríamos un sueño, un proyecto maravilloso, y se trata de esta flor.

-¿Y qué lección obtendremos con la flor que arrancó? -preguntó, enfadado, un muchacho.

El hombre respiró profundamente y contestó:

-Venimos a la montaña por un pedazo de jardín, por un trozo de cielo. Esta flor es un pequeño fragmento del paraíso. La visualicé blanca y me propuse llegar hasta esta zona de la montaña para admirarla, contemplar su belleza y disfrutar su perfume y su textura. Es un regalo de la naturaleza, un milagro de la vida, como, igualmente, somos nosotros.

El hálito del aire y los susurros de la naturaleza envolvieron al profesor y a sus discípulos, mientras cavilaban acerca del poder humano para conquistar las aspiraciones, los proyectos, las ilusiones y los sueños, y enfrentar, en consecuencia, adversidades, desafíos y problemas.

Miró el sabio al grupo, a los once jóvenes -hombres y mujeres- que lo acompañaban, a quienes solicitó que lo esperaran algunos minutos. Fue al campo florido. Recolectó once flores y las entregó a los muchachos, cuyas expresiones de perplejidad lo estimularon a contestar sus interrogantes:

-Si solo les entregara estas flores y mis palabras fueran amordazadas por mi arrogancia y mi egoísmo, sería falso, ingrato y tramposo con ustedes. Vean las tonalidades de las flores, sientan su textura exquisita y perciban sus aromas. deliciosos Son criaturas hermosas, todas de efímera existencia, que cautivan y, a veces, provocan suspiros. Hemos andado varias horas por la montaña con el objetivo de descubrirlas libres y ufanas, deleitarnos con su encanto y poseerlas. Algunos conservarán los pétalos y los atesorarán entre las páginas de los libros o en una caja; otros, al contrario, las desdeñarán y seguramente las arrojarán al cesto de la basura; unos descubrirán, tras su cautivante belleza, que son criaturas temporales y que, por lo mismo, carecen de porvenir. Cada uno descifrará el mensaje oculto de acuerdo con su nivel evolutivo.

Los jóvenes, sigilosos, examinaron las flores que les entregó su maestro, quien aprovechó la oportunidad para ampliar su enseñanza:

-¿Notan algo especial en las flores? Exhalan fragancias y regalan policromía y textura, como si se tratara de un suspiro del paraíso; pero fíjense bien en sus tallos, en su estructura, cubiertos de hojas y de espinas, púas que, ante un descuido, pueden herir. Son ambivalentes. Contienen en sí una dualidad que se manifiesta en todas las expresiones del mundo, en la naturaleza, y hay que analizar y conocer sus motivos, sus encomiendas, su misión. Todo, en el mundo, presenta un sí y un no, auroras y ocasos, bien y mal, abundancia y miseria, salud y enfermedad, alegría y tristeza, triunfos y fracasos, risa y llanto, vida y muerte, finitud e inmortalidad.

Los discípulos, emocionados y satisfechos, examinaron las flores y permanecieron reflexivos, quietos y en silencio. Tras un lapso de cavilación, el maestro los invitó a regresar a la aldea. Caminaron sigilosos, pensativos, quizá inmersos en las enseñanzas del maestro, probablemente con aprendizajes e interrogantes, tal vez con cargas y ligerezas. Cada uno llegó a su casa, a su hogar, con una flor, una rosa con un tallo con hojas y espinas, y también con una carga de lecciones que, bien asimiladas, darían una ruta a sus existencias. El maestro sonrió.

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Del poema

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Del poema, una vez escrito con tanta inspiración y entrega, quizá una mañana nebulosa y fría o tal vez una noche estrellada y envuelta en rumores y en silencios, en lluvia o en viento, quedan, parece, hojas rotas, páginas mutiladas, palabras indescifrables que naufragan en los sentimientos y en la memoria, como los pétalos marchitos que no pueden evitar su fatal caída al desprenderse de la flor que una vez se entregó con ilusiones y suspiros. Pétalos que desean permanecer entre las páginas de algún libro o en el rincón sombrío de un baúl, con los recuerdos de sus perfumes, texturas y colores de antaño, acaso con el objetivo de perpetuarse. De los poemas que, alguna vez, el artista escribió con tanto esmero, en ocasiones, al transcurrir los minutos y los años, se conservan los fragmentos de papel con aroma a tinta y, quizá, las emociones, los sueños y los suspiros desvanecidos. Del poema que un día lejano, a una hora no recordada, alguien atesoró, en otra fecha, es posible que se le descubra arrugado e irreconocible, parecido a la textura de las hojas secas que el viento otoñal dispersa en un intento de convertirlo en amnesia. Del poema roto, uno aprende, finalmente, que todo, en el mundo, es pasajero y que, por lo mismo, cada palabra escrita o pronunciada merece explorarse con la intención de experimentarla, sentirla, y evitar que sea un simple intento de vida. Del poema que es compuesto e inspirado y se entrega con esperanza e ilusión.

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Tantas interrogantes en mi ser

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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¿Qué somos? ¿Pedazos de ayer en un presente incomprensible y ante un mañana incierto? ¿Mariposas irreconocibles e incompletas que revolotean y caen a la tierra o pájaros que vuelan y planean libremente entre las corrientes de aire para llegar al cielo? ¿Recuerdos y olvidos, rumores y silencios, luces y sombras, encuentros y desencuentros? ¿Alegrías y tristezas? ¿Realidades y sueños? ¿Arcilla y esencia? ¿Temporalidad e inmortalidad? ¿Una luz que hay que buscar en mí, en ti, en todos, antes de que se apague, para descubrir senderos hacia rutas plenas e infinitas? ¿Qué somos? ¿Diseño pasajero, guión inconcluso, alguna invención, o armonía, equilibrio, plenitud y destino perenne? ¿Será, acaso, que, ante tantas capas de maquillaje superfluo, apenas es perceptible la voz que proviene de nuestro interior, el lenguaje de un alma que atesora los secretos y la fórmula de la inmortalidad? ¿Qué somos?

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Los limones

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Los limones huelen delicioso, a vida y a lluvia, a sol y a luna, a agua y a tierra, a viento y a estrellas, a rumores y a silencios. Lucen hermosos y verdes en el limonero que permanece inquebrantable en el jardín, a veces agitado por las ráfagas de aire y en ocasiones sereno, cerca de otros árboles donde se refugian colibríes, pájaros carpinteros, gorriones y otras aves, en medio de un ambiente de colores, formas y perfumes.

Un día, mientras caminaba reflexivo por el viejo jardín, atraído por el milagro de la vida, expresado en cada limón, tomé varios y los partí con una navaja con la intención de exprimirlos y beber su jugo. La apariencia de los frutos era cautivante y su fragancia deleitaba los sentidos. Pensé que si bella era la cáscara, el zumo resultaría exquisito y digno de un paraíso.

Sorprendido, descubrí que los limones estaban secos. Solo ofrecían el encanto de su apariencia y de su olor, pero estaban vacíos, ausentes de zumo y de semillas. Intenté obtener jugo, pero las cáscaras se rasgaron ante la presión de mi fuerza y su fragilidad. Definitivamente, parecían adornos bonitos y perfumes exquisitos; sin embargo, solo se trataba de un maquillaje de efímera existencia.

El hombre que tiene la encomienda de cuidar el jardín, se dedica a cortar y regar el césped, barrer las hojas secas y cuidar las flores; pero no atiende al limonero solitario que necesita agua suficiente, abono en la tierra y tantos detalles. Sus frutos son estériles e insípidos, contrarios a su superficialidad.

Incontables ocasiones he pensado que, en el mundo, existen personas idénticas a los limones del jardín, encantadoras por su apariencia, por su perfume, por su vestuario, por su maquillaje, y vacías espiritual y mentalmente, carentes de sentimientos y de ideas, incapaces de dar de sí, hacer el bien y dejar huellas indelebles en el camino para trascender y ser criaturas inmortales.

Coexistimos en una época y en un mundo en el que, para la mayoría, las superficialidades, lo inmediato, la estulticia, los apetitos desenfrenados, la agresividad y la ambición desmedida son su estilo de vida. Marcan a un porcentaje significativo de la humanidad, convertida, innegablemente, en producción en serie, en hombres y en mujeres moldeados artificialmente, indiferentes y vacíos por completo, ineptos para trascender y proclives a sentir y actuar desequilibradamente, de acuerdo con los estímulos, intereses y caprichos de cada momento. Son incapaces de realizar algún esfuerzo y se quebrantan ante cualquier situación complicada que se les presenta. Helados, quebradizos y muertos como un maniquí que tuvo su momento fugaz al ocupar aparadores con reflectores y ropa de calidad, están condenados a ser rebaños y perecer como tales.

Se trata de maniquíes, títeres y marionetas a los que les interesan las apariencias físicas, el aspecto que da la ropa, los perfumes, los bienes materiales, los apetitos primarios, a cambio de no aportar y de solamente gozar porque les enseñaron, y así los confundieron para manipularlos totalmente y explotarlos, que la vida es corta y hay que gozarla sin esfuerzo e irresponsablemente. Cuando descubren que la juventud huyó, que la acumulación de idioteces entorpece e inutiliza, que la belleza un día se consume, sufren lo indecible. Mueren sus dioses y se resquebrajan.

Cuando ejercí tanta presión con la finalidad de obtener zumo de los limones de hermosa apariencia y delicioso perfume, miré con desencanto y tristeza que se despedazaban irremediablemente. Es maravilloso lo bello, pero si uno se dedica a idolatrar exclusivamente la apariencia y lo pasajero, sin atender la esencia, la riqueza interna, los sentimientos y las ideas, únicamente será cáscara fragante, temporal y frágil, como los limones del viejo jardín, atrapados en su cruel existencia.

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El encanto y la magia de escribir

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Si reúno las flores más bellas del jardín, es para que ustedes, al recibirlas, sientan alegría, emoción e ilusiones en algún momento fugaz de sus existencias; si trazo letras, formo palabras y relato historias, es con la idea de que se encuentren en sí, dentro de sus almas y de su memoria, sepan que están vivos y que la inmortalidad, con sus regalos, comienza en cada uno. Santiago Galicia Rojon Serrallonga

El encanto y la magia de escribir consisten en que el artista atrae las letras y propicia que se enamoren unas de otras, hasta formar palabras, textos, historias que comparten pedazos de vida y ofrecen trozos de paraísos y de infiernos, sentimientos, ideales, pensamientos, realidades y sueños que, de otra manera, resultaría complicado explicar a los lectores, y, a veces, darles un sentido.

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Los recuerdos

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Los recuerdos son, a veces, materiales dispersos en un lugar y en otro para que uno, al recogerlos, pueda reconocerse y hasta reconstruirse; en otros momentos, en cambio, parecen escombros por los que se camina, entre luces y sombras, tristezas y suspiros, fantasmas y cosas rotas. Las remembranzas son destellos que se apagan, ecos que se desvanecen, porque en breve el viento sopla y arrastra el polvo y las hojas secas y quebradizas, imagen de tantos naufragios de la desmemoria. Las evocaciones ayudan a vivir porque contienen lecciones y justifican el paseo por el mundo, o hunden al provocar más angustias, miedos y dolores. Los recuerdos ayudan a vivir o a morir. Son pedazos de uno que quedan en el ayer, en viejos caminos, como testimonio de una historia y de otras más. A veces, lo reciben a uno con alegría, encanto y amabilidad, y hasta muestran el álbum en sus distintas estaciones; en otros períodos, esperan a los visitantes en la penumbra y la soledad de una mazmorra, ausentes de bienvenidas y de plática, rodeadas de precipicios y trampas. Los recuerdos forman parte del ayer, de los muchos días y años consumidos en algún rincón del mundo, siempre abiertos con la idea de abrazar y entregar capítulos, historias, trozos de vida; pero también, y creo no equivocarme, en sus salones, calzadas y jardines se perciben tristes suspiros. La expedición a las remembranzas da vida o aniquila. Por lo mismo, es preciso amar y hacer el bien, dar lo mejor de sí, andar por el camino con la gente que uno quiere, no causar daño y sumar y multiplicar sentimientos nobles, ideales, pensamientos profundos y actos bellos. Así no habrá que regresar en busca de consuelo ni se perderá tiempo en sepulcros que, con el tiempo, se vuelven olvido. Con los buenos recuerdos del ayer, hay que experimentar el minuto presente en armonía, con equilibrio, plenamente, y preparar el mañana. No es aconsejable, para vivir, realizarse y ser feliz, caminar con las muletas del ayer ni construir puentes futuros sin las bases y los cimientos del hoy.

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Duele tanto

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Duele tanto cuando uno -yo, tú, ella, él, nosotros, ellos, ustedes, todos-, a cierta hora, voltea atrás y descubre huellas en una dirección y en otra, carentes de rumbo y de sentido, rastros que pronto cubrirán el polvo y la desmemoria, como prueba delatora, quizá, de que el paseo por la vida terrena resultó vano, e hiriente el tránsito por parajes ausentes de pétalos y pletóricos de espinas; por eso, hay que cultivar flores, detalles hermosos, ideas geniales, sentimientos nobles, palabras de aliento, actos épicos y, principalmente, dedicar la existencia al bien y a la verdad. Duele tanto, insisto, darse cuenta de que en el balance existe mayor número de minutos, horas, días y años consumidos trivialmente, que momentos dedicados al ser, a la evolución, a dar lo mejor de sí, a regalar sonrisas, a tener la oportunidad de amar, a acompañar, aconsejar y ayudar a los que más sufren; en consecuencia, no es sano desperdiciar cada instante que pasa indiferente y sin despedirse. Duele tanto mirar el sendero recorrido y temer, por diversas circunstancias, repasarlo mentalmente o retornar, tal vez por los fantasmas, los enemigos y las sombras que uno dejó a su paso; por lo mismo, es fundamental transitar por las estaciones de la vida con el resplandor del alma y la belleza y la excelsitud de una vida digna y ejemplar. Duele tanto comprobar, a veces, que nadie quedó atrás ni uno es esperado en la próxima ruta, en el siguiente puerto, motivo por el que es preciso no basar la alegría y el éxito en apariencias ni en la aprobación de otros, porque podría tratarse de espejismos y de simples maquillajes, aunque es aconsejable, en cambio, amar a la gente que está con uno y añadir, en la medida de lo posible, a quienes vibran a una frecuencia positiva, siempre en busca de la luz. Duele tanto, en ocasiones, notar que lleva uno espinas en la arcilla y que lastiman la esencia, y todo por el desamor, por no perdonar, por arrebatar, por odiar, por fabricar demasiado miedo e incontables tristezas y sinrazones. Duele tanto, parece, saber que un día, a cierta hora, concluirá el viaje por la vida terrena y que la mayor parte de la jornada se despilfarró en apariencias, banalidades, estulticia, apetitos incontrolables, indiferencia, ambiciones desmedidas y ausencia de sentimientos sublimes y de inteligencia, tan ásperos como un producto fabricado en serie, carentes de alegría, ideales y sonrisas. La vida es una prueba de todos los días. Regala luces y sombras. La sabiduría consiste en aprender a vivirla entre sus auroras y sus ocasos, y resplandecer plenamente.

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Esta noche

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Esta noche, mientras llueve, dormiré con las letras, la tinta y el papel, para armar palabras y escribir textos que relaten mis anhelos, mis fantasías y mis sueños. Esta noche, cuando las nubes plomadas se interpongan, pensaré que tras la oscuridad existen luceros que alumbran y decoran la bóveda celeste, hasta formar un sendero florido a paraísos escondidos, igual que mis letras en las páginas de mi libreta de apuntes. Esta noche, enamorado de la vida que palpita en cada expresión, rescataré de mi memoria los nombres de la gente que tanto he amado, los sitios que he recorrido y los capítulos de mi historia, quizá con el deseo de recoger pedazos de mí, repasar mi biografía y preparar los siguientes episodios. Esta noche, como las otras, despertaré con la sensación de que estoy entre el mundo y el cielo, en medio de nada y de todo, como parte de la arcilla y de la esencia, con un pie en la temporalidad y el otro en la inmortalidad. Esta noche, como otras de mi vida, despertaré con asombro y emoción y daré gracias por tantos detalles y motivos en mi historia. Esta noche, en el silencio y en la soledad, volveré a escribir, a soñar, a dormir, con la esperanza de un amanecer esplendoroso, antes de que a otra hora nocturna, en cierta fecha, no despierte mes. Esta noche escribiré un poema y me prepararé con la idea de seguir viviendo. Esta noche.

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Y, dicen, estamos ante el posible fin de la emergencia por Covid-19…

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Solo maquíllalos y vístelos, hazles creer que el mundo les pertenece, regálales elementos que los enajenen y que sigilosamente desgarren sus capacidades y sus talentos, desvanece sus planes y sus sueños, incinera o sepulta sus valores y ofréceles aquello que los fragmentará, mientras preparas más trampas, propicias que de alguna manera pierdan el equilibrio y das el golpe para su fatal caída

He leído, en uno, en otro y en diversos medios de comunicación, la noticia relacionada al anuncio que, recientemente, en la ceremonia de premiación de Salud Pública Global, hizo el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, sobre lo que podría definirse como el posible fin de la emergencia por Covid-19, la llamada pandemia que, pensamos algunos, fue creada y dispersada estratégicamente por el mundo con cierta intencionalidad perversa y acorde al proyecto ambicioso de una élite con poder económico, militar y político que pretende apropiarse de las voluntades humanas, masificar, controlar y explotar.

Murieron, a partir de su inicio, millones de seres humanos en todo el planeta, ante contradicciones, propaganda alarmante y negativa dirigida intencionalmente, silencio de académicos y de la comunidad científica, oportunismo de ciertos personajes que «adivinaban» lo que acontecería, campaña de denigración a las personas, presunción de conquistas espaciales y amenazas de crisis y guerras futuras, entre otros elementos bien definidos y preparados con el objetivo de provocar nerviosismo y pánico.

¿Qué aprendimos, ciertas personas, sobre el monstruoso Covid-19, al parecer creado en algunos laboratorios y diluido estratégicamente en el mundo para su propagación? Evidentemente, quienes diseñaron, crearon y ejecutaron el plan, obtuvieron información precisa y valiosa durante su ejercicio, de manera que ahora poseen el mapa humano más completo y fidedigno que se haya conseguido, con información sobre las reacciones de cada pueblo y nicho social en el planeta. Estuvimos a prueba, totalmente manipulados y vigilados, y todo parece indicar que no nos percatamos. Ahora saben cómo puede reaccionar la gente de un caserío, una aldea, un pueblo o una ciudad, aunque pertenezcan al mismo país o región. Conocen nuestra estatura como personas.

Las religiones que tanto promueven el bien, la nobleza de sentimientos, la piedad y las virtudes, también callaron y no dieron consuelo a sus seguidores, como también guardaron silencio, por amenazas o por miedo, los integrantes de la comunidad científica y los académicos. Abandonaron a los seres humanos, acaso sin darse cuenta de que al destruir a las mayorías, también se condenan al exterminio.

El manejo de la información fue pobre, confuso, pésimo y contradictorio en los medios de comunicación, y peor fue en quienes aprovecharon las redes sociales con la finalidad de propagar el miedo. Prevalecieron el caos, el descontrol y la manipulación en las noticias, en la información referente al Covid-19.

Previamente, tras el incendio anunciado en el Amazonas y más tarde en Australia, episodios con los que culparon a toda la humanidad en vez de generar conciencia y respeto a la vida, anunciaron que, en ciertas poblaciones, ante la ausencia de personas que se encontraban recluidas en sus hogares, los animales del bosque y de las montañas estaban de visita en las calles, en los jardines de las casas, en los parques urbanos, evidentemente sin el estorbo ni la presencia nociva de la gente. Una regla de quienes tienen poder es minimizar a la gente, rebajarla, colocarla en niveles ínfimos.

No solamente se trató de un ejercicio orientado a la elaboración del mapa humano, al diseño de la radiografía de la gente de todo el mundo; también fue un mecanismo para causar la muerte de tantos hombres y mujeres, principalmente de las personas de mayor edad, las cuales les parecen una carga onerosa por el gasto anual de pensiones, consultas médicas, cirugías y tratamientos, independientemente de que se trata de un sector que aún conserva, en su memoria, conceptos y valores que estorban a quienes pretenden arrebatar creatividad, inteligencia, sentimientos nobles, iniciativa, originalidad, sueños y planes a las multitudes de jóvenes.

Ingenuamente, pensé en algún momento, en el enclaustramiento y en el destierro forzoso -los contagios y las muertes, por millones, fueron reales-, que los seres humanos, en masculino y en femenino, en mayúsculas y en minúsculas, regresaríamos más evolucionados a la llamada «normalidad», con un aprendizaje pleno hacia una existencia más auténtica, libre y segura; pero me equivoqué porque todos los acontecimientos fueron minuciosamente preparados con la idea de masificarnos y transformarnos en personas más crueles e inseguras, vacías e insensibles, carentes de valores y de iniciativa, agresivas y ociosas, confundidas y superficiales, desgarradas en esencia y en arcilla. Afortunadamente, todavía existe mucha gente interesada en el bien, la verdad, la justicia, los valores y la libertad.

Evidentemente, uno podría reflexionar profundamente, disertar, escribir y hablar sobre el tema, de por sí preocupante por las amenazas contra la generación humana Covid-19, marcada por incontables elementos negativos; sin embargo, dentro de la locura desgarradora, uno se pregunta, en consecuencia, ¿qué sigue? ¿Qué han preparado con el objetivo de continuar enfermando, inutilizando, engañando, idiotizando y debilitando a la humanidad? ¿Guerras, epidemias, hambruna, escasez, miseria? ¿Qué sigue? Solo hay que dar lectura a los signos de la hora contemporánea para entender, parcialmente, lo que se avecina contra los seres humanos. Es perentorio, por lo mismo, despertar del letargo, reaccionar y ser protagonistas de nuestras vidas. Aún hay tiempo de elegir convertirnos en marionetas, en títeres, en personas vacías y controladas, o en hombres y en mujeres auténticos, completos e íntegros.

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Gente que no se olvida

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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A la familia Gutiérrez Morales

Hay quienes por un acto, un consejo, un detalle, una palabra, una reflexión, un sentimiento o una sonrisa, se vuelven inolvidables. Es gente que queda inscrita en la memoria de otros seres humanos. Se trata de personas, en masculino y en femenino, en mayúsculas y en minúsculas, que han renunciado a un estado primario de ambiciones, egoísmo, apariencias y superficialidades, y, por lo mismo, transitado a un plano sublime y excelso en el que los sentimientos nobles, el bien, la verdad, el respeto, la dignidad, la armonía y la rectitud forman parte de su esencia y de su estilo de vida. Quien entrega flores, provoca alegrías, ilusiones y suspiros. Quien es hospitalario y ofrece un espacio de su morada, un rincón de su mundo, también convida un sitio bello de su alma y empieza a abrir las puertas y las ventanas de su ser e inicia la entrada y el recorrido a paraísos maravillosos e insospechados, a lo perenne, a la inmortalidad. Quien obsequia abrazos y sonrisas, consejos y detalles, tiene la capacidad de dejar huellas indelebles de su paso por la vida y ya es grandioso, inolvidable y mágico. Quien comparte un pedazo de su historia, nunca naufragará en la desolación ni en el olvido. Quien, sinceramente, regala a otros lo mejor de sí, demuestra, acaso sin darse cuenta, que tiene capacidad de ser luz y también, por cierto, ya define su ruta más allá de la temporalidad. Quien es sensible y especial, está hecho de otra arcilla, con mucho de esencia, y deja fragmentos y destellos de sí en los sentimientos y en la memoria de los demás. En estos días, cuando las apariencias, lo baladí, la estulticia, la ambición desmedida y la ausencia de bien y de detalles parecen extintos en tanta gente que, lamentablemente, siente, piensa, habla y actúa en serie, es una bendición y una fortuna coincidir con alguien especial. En la hora contemporánea, prevalece un terrible vacío, de tal manera que hasta el concepto de familia se encuentra desgarrado; sin embargo, aún existen personas bellas e irrepetibles, capaces de dar lo mejor de sí a otros. He tenido la dicha de conocer a la familia Gutiérrez Morales, cuyos integrantes -el padre, la madre y las tres hijas- recientemente dieron muestra de amabilidad, cariño, detalles, consejos, atenciones y cuidados a dos adolescentes que, procedentes de otra ciudad, las recibieron con muestras de afecto, alegría y respeto. En cuanto las dos jóvenes descendieron del autobús y llegaron a la sala de espera, apareció el padre, al lado de una de sus hijas -amiga de las visitantes-, quien entregó a cada una un ramo de flores. El señor, formal y respetuoso, las trasladó hasta su casa, donde la señora y sus otras hijas ya esperaban a las dos huéspedes, a quienes no dejaron de atender con el amor que se da a quien se recibe como si formara parte de la familia. Durante su encuentro, las tres amigas -Ximena, Renata y Jimena- convivieron, se divirtieron sanamente y compartieron minutos, instantes, horas fugaces que se marcharon y no volverán; sin embargo, ellas nunca olvidaran ese capítulo dentro de su historia existencial y ahora, tras la despedida, ya son inmensamente ricas porque, aquí allá, hoy y mañana, a través de los distintos episodios de sus vidas, se identificarán entre sí y llevarán consigo un pedazo de tiempo compartido, recuerdos que, indudablemente, permanecerán en sus sentimientos y en su memoria hasta el ocaso. Ha sido, para ellas, un regalo muy bello, de esos obsequios que uno, cuando es demasiado joven, recibe como un milagro, y que, muchos años más tarde, en el invierno de la vida, se vuelven imágenes que consuelan, alegran y justifican el paso por el mundo. Y sí, aún hay gente buena que no se olvida.

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