Del poema

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Del poema, una vez escrito con tanta inspiración y entrega, quizá una mañana nebulosa y fría o tal vez una noche estrellada y envuelta en rumores y en silencios, en lluvia o en viento, quedan, parece, hojas rotas, páginas mutiladas, palabras indescifrables que naufragan en los sentimientos y en la memoria, como los pétalos marchitos que no pueden evitar su fatal caída al desprenderse de la flor que una vez se entregó con ilusiones y suspiros. Pétalos que desean permanecer entre las páginas de algún libro o en el rincón sombrío de un baúl, con los recuerdos de sus perfumes, texturas y colores de antaño, acaso con el objetivo de perpetuarse. De los poemas que, alguna vez, el artista escribió con tanto esmero, en ocasiones, al transcurrir los minutos y los años, se conservan los fragmentos de papel con aroma a tinta y, quizá, las emociones, los sueños y los suspiros desvanecidos. Del poema que un día lejano, a una hora no recordada, alguien atesoró, en otra fecha, es posible que se le descubra arrugado e irreconocible, parecido a la textura de las hojas secas que el viento otoñal dispersa en un intento de convertirlo en amnesia. Del poema roto, uno aprende, finalmente, que todo, en el mundo, es pasajero y que, por lo mismo, cada palabra escrita o pronunciada merece explorarse con la intención de experimentarla, sentirla, y evitar que sea un simple intento de vida. Del poema que es compuesto e inspirado y se entrega con esperanza e ilusión.

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¿Qué somos?

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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¿Qué somos? ¿Dos flores, acaso, que se abrazan tiernamente y bailan alegres cuando el viento las agita? ¿Qué somos? ¿Dos flores, quizá, que se enamoran y se prometen amor eterno una mañana de primavera? ¿Qué somos? ¿Dos flores, tal vez, que comparten sus instantes una primavera, un verano, un otoño, un invierno? ¿Qué somos? ¿Dos flores, probablemente, que, juntas, miran el paso de los minutos del amanecer, del mediodía, de la tarde y de la noche?¿Qué somos? ¿Dos flores, seguramente, que se acompañan durante este sueño llamado vida? ¿Qué somos? ¿Dos flores, pregunto, que, al amarse tanto, suspiran profundamente y anhelan, tras la vida efímera en el mundo, despertar en los jardines del infinito?

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¿Qué tal una flor?

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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¿Qué tal una flor? Una flor y otras más para que luzcas un vestido de orquídeas y te lleve a los jardines del paraíso. ¿Qué tal una flor? Una flor y otras más para que las rosas que te entregue esta mañana te arranquen sonrisas para mí y alumbren el encanto de tu rostro. ¿Qué tal una flor? Una flor e incontables margaritas para escribirte un poema, reproducir tu voz en las notas musicales y pintar tu belleza cautivante en el lienzo de la naturaleza. ¿Qué tal una flor? Una flor y ramos de hortensias, nardos y violetas para que, al agitarlas el viento, sientas mis caricias y bailemos y patinemos al ritmo de las notas del amor y de la vida. ¿Qué tal una flor? Una flor y otros claveles, dalias, crisantemos, lirios y narcisos para maquillar tu cara y percibir tu fragancia exquisita e irrepetible. ¿Qué tal una flor? Una flor en tu cabello, una diadema hemosa en tu cabeza y abundancia de girasoles para que siempre, en las auroras y en los ocasos, tu mirada y la mía se fundan en el resplandor de nuestras almas y nunca se separe una de otra. ¿Qué tal una flor? Una flor y tantas como sea posible con la idea de cultivarlas en un sendero que conecte al vergel infinito. ¿Qué tal una flor? Una flor para que la conserves siempre en tu memoria, entre las páginas de un libro o de un álbum de fotografías, con todos los suspiros que te provoque. ¿Qué tal una flor? Una flor con mi perfume con la intención de que nunca me olvides y siempre me sientas contigo. ¿Qué tal una flor? Una flor que traeré del paraíso y te entregaré como prueba de que el cielo eterno existe para nosotros y tiene algo de la fragancia de Dios. ¿Qué tal una flor?

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Solamente, si usted quisiera

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Al pronunciar su nombre, suavemente, me pregunto si le gustaría que, con las mismas letras, le escribiera algo, un poema, un texto, un te amo, para que me sienta, como antes y siempre, en usted, y me descubr en su mirada de espejo y en su pulso, en su esencia y en su textura. Al recordarla, casi me atrevo a interrogarla con el objetivo de proponerle ser su aurora y su ocaso, su día y su noche, para acompañarla y nunca renunciar a usted. Si me aceptara como su amanecer, tenga la certeza de que sería el sol que asomaría a su ventanal con la idea de anunciarle que la vida inicia otra vez con nuevas tonalidades, el perfume de la flor que con delicadeza se impregne en su piel, la policromía intensa del paisaje que maquille su rostro, la abeja que endulce sus horas, el pájaro y la mariposa que la lleven, en un vuelo encantador e irrepetible, por las rutas de la vida y de las ilusiones. Y si usted quisiera, sería su noche para, así, inspirarme y escribirle poemas. Me volvería luciérnaga capaz de alumbrar su andar y estrella interesada en guiar su caminata a los sueños. Si usted quisiera, simplemente me volvería la mañana y la noche de su existencia, La dibujaría, la pintaría, la diluiría en las notas musicales y en mis letras, para tenerla conmigo en mi arte, en mis motivos, en mis detalles. Solamente, si usted quisiera.

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He guardado las letras de mis poemas

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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He guardado las letras de mis poemas con la idea de entregártelos en otra fecha, algún día -el menos esperado, quizá-, cuando aparezcas de nuevo en mis sueños y en las andanzas de mi vida. He desarticulado cada palabra de mis textos poéticos con la intención de conservarlos como fiel recuerdo y vivir de nuevo, al leerlos, la emoción y la ilusión de sentirme tan enamorado. He desmantelado de los cuadernos y de las libretas las historias que compartimos para que nadie hurgue, cuando no estemos, lo que es tan nuestro. He atesorado las páginas que escribí, inspirado en ti, como las abuelas al colocar, en sitios especiales de sus roperos, los objetos tan queridos. He desbaratado palabras, textos, poemas y cartas, acaso sin darme cuenta de que, al guardar las letras, los acentos y los signos de puntuación, me llevo pedazos de nosotros. He recogido del camino las flores que cultivé para ti porque deseo, en otro plano, entregarte el jardín cautivante que te prometí, un paraíso como el que uno suele imaginar cuando se enamora. He reservado, para otro instante, los rumores y los silencios, las confesiones y los secretos y los encuentros y los desencuentros de la historia que es tan nuestra y que llevamos en nosotros. He recolectado, en mis encuentros conmigo, tus perfumes y tu sonrisa, tus memorias y tus olvidos, tus anhelos y tus motivos. He desarmado las páginas escritas que ahora, ante el delirio de las horas y de los días, son hojas secas que el viento desprende de los árboles y que se asolean, solitarias, en las calzadas de los parques. He apartado de la historia, nuestros capítulos, los relatos y los idilios que tienen tu nombre y el mío, enlazados en instantes de felicidad, para que nadie los altere ni haga creer a otros que el amor no existe. He guardado las letras de mis poemas, no porque ahora no te ame, sino con la intención de conservar eternamente lo que es tan nuestro.

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Y si mañana, cuando amanezca otra vez, descubre usted que no fue un sueño…

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Y si mañana, cuando amanezca otra vez, ¿descubre usted que nuestra historia no fue un sueño ni terminó al despertar? ¿Y si se convence de que, en un amor como el nuestro, el guión no tiene final y sí, en cambio, posee continuidad y se renueva cada instante? ¿Y si le platico a usted que el amor viste distintos colores en cada estación, siempre con tallas a nuestra medida y con los estilos que compartimos y deseamos? ¿Y si, tras mucho soñar, despertamos en un paraíso con flores, como las que, a hurtadillas, dejo cada mañana en su almohada impregnada de su exquisito perfume y de su encantadora presencia? ¿Y si, al abrir la ventana y asomar al jardín, mira las hojas del árbol y se da cuenta de que, en cada una, hay una palabra escrita, letras que se abrazan, como usted y yo al contemplar una noche estrellada o al mojarnos una tarde de lluvia, hasta formar el más bello y romántico de los poemas? ¿Y si esta noche, al dormir, usted se sumerge en las profundidades de su alma, y yo, igual, con la intención de reunirnos en los sueños y, juntos, despertar, al amanecer, para jugar a la vida y al amor? ¿Y si, después de leer mis textos, se encuentra e identifica en cada letra y palabra que le escribo? ¿Y si mañana, al despertar, usted se da cuenta de que los sueños son estaciones, paréntesis, descansos, regalos de Dios, para seguir viviendo en el mundo y en algún paraíso que se intuye desde el interior? ¿Y si mañana, al despertar, asoma al espejo y me descubre en su mirada?

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Te encontré

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Te encontré en las letras que trazo, en las palabras que escribo, en las anotaciones, en los relatos, en las historias y en los poemas que compongo. Te descubrí hasta en la puntuación y en los acentos de mi prosa, en mis locuras y en mis razones, resguardada en expresiones que delatan, también, mis sentimientos e ideas, mis detalles y motivos. Te vi, a hurtadillas, en mis apuntes, entre papeles y tinta, en páginas interminables -electrónicas y de papel-, con tu aliento mágico que sopla con el aire y que recibo con la lluvia en burbujas de inspiraciones. Te miré en mis letras, abrazada de las palabras, y entendí, en consecuencia, que siempre estarás conmigo, simplemente porque una musa jamás abandona a su escritor ni un artista renuncia a quien le inspira sentimientos y razones, al escribir y al soñar, al andar y al vivir.

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Un poema silencioso, un texto callado

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Hay silencios que, a veces, parecen sepulturas, hondos vacíos que callan todo, carentes de epitafios y de nombres; pero también existen sigilos que dicen tanto, a pesar de la inexistencia de palabras. Hoy recurro a tales silencios, y lo hago con la intención de que hasta usted lleguen y los escuche desde su interior. Son pausas, este día, en las que, al no trazar letras, al evitar sonidos, compongo un poema inspirado en usted, un texto inusual que le confiese mi plan de cultivar orquídeas, rosas y tulipanes para regalarle, cada amanecer, pétalos cargados de gotas del rocío, suspiros y una historia irrepetible con la locura de un amor que no se puede ocultar. Hay silencios que de improviso aparecen cuando uno escribe, espacios que quedan al descubierto, en los que caben su nombre y el mío, con todo lo que sentimos. Se trata de páginas que uno prefiere que queden en blanco, ausentes de palabras, con el propósito de que hablen al oído, que susurren y que el viento, al arrastrarlas, las lleve hasta la habitación donde usted vive, sueña y duerme. Son expresiones sigilosas, mensajes desprovistos de líneas y de sonidos, simplemente porque, en ocasiones, callar dice todo. Hay silencios que provocan que uno, en la buhardilla de escritor, en el taller de artista, decida que las páginas naveguen a otras rutas, como este día lo hago al sentirme inspirado por usted. Los silencios, cuando vienen del interior, ofrecen mensajes libres de ornamentos y de antifaces, acaso por pertenecer al alma, quizá por ser tan puros, tal vez por su significado. A usted le dedico un poema silencioso, un texto callado, con la idea de decirle tanto.

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Las flores que cultivo

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Cultivé flores en el jardín de la casa, en las macetas, en el bosque, y pronto descubrí que se multiplicaban, envueltas en el prodigio y en el encanto de la vida, igual que mis poemas y mis textos, inspirados en usted. Con cada palabra pronunciada dulcemente, abrieron una mañana y otra, cubiertas por el rocío, tan enamoradas como yo de usted. Al mirarla yo a usted, los colores de las flores -lilis, orquídeas, rosas, tulipanes- pintan nuestras miradas y les dan un sentido, una dirección, un motivo. La textura de los pétalos, la fragancia que desprenden, la elegancia de sus siluetas y la belleza de sus rostros, me recuerdan siempre el parecido con usted, con usted que es de arcilla y de esencia, con usted que es flor y tallo, con usted que cada mañana y en las noches, en las madrugadas y en las tardes, me abraza al entregarle los suspiros de las gardenias. Las flores que hoy le entrego, son criaturas minúsculas que, al acomodarlas en algún sitio especial, le recuerdan el amor que le tengo. Son trozos de mis poemas, de mis textos, de mi vida, que buscan un camino, una puerta a sus sentimientos, una respuesta al amor que le tengo.

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Un poema dulce

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Usted es un poema dulce, una letra que provoca mis más hondos suspiros, una palabra y otra más que pronuncio inspirado cuando la siento con un tanto de mí. Usted es mi historia, la novela de mi existencia, el texto que la incluye en mi biografía. Usted es el perfume que cada mañana, al despertar, penetra por mi ventana; el color que me invita a zambullirme en los matices del amor y de la vida; la textura delicada por la que deslizo mis pinceles y la reproduzco como los lagos lo hacen cuando asoma la profundidad del cielo en sus amaneceres y en sus anocheceres. Usted es el rumor y el silencio de mis conciertos, las pautas y los susurros de mi vida, la sinfonía que la transforman en nota con la idea de que yo, al reproducir los signos del pentagrama, en el piano o en el violín, escuche la elegancia y la sencillez de su voz. Usted es, en todo caso, la musa del artista, el delirio de mi amor, la letra de mis textos, con su mirada y su sonrisa que acentúan y dan énfasis a las palabras que me inspira. Usted es, también, mi amor cuando siento tanto desamor en el mundo, mi compañía al encontrarme tan solo, mi voz al callar por completo, mi mirada al reconocerme en sus ojos, mi abecedario al escribir a cierta hora, mi canto al sumergirme en mis motivos y en mis silencios. Usted se parece tanto a las flores que enamoran, a las estrellas que alumbran mi sendero, al mar que trae y se lleva nuestros alientos y perfumes, a ese juego llamado amor y vida. Usted es, ante todo, la dulzura de mi poema.

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