Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Un artista, cuando se entrega al proceso creativo de las letras, los sonidos, las formas y los colores, desnuda al ser humano, a la naturaleza, al material yerto, al universo, los sentimientos, los ideales, los pensamientos, la realidad y los sueños, y los cubre y decora con las gotas etéreas del paraíso, en una corriente que fluye incesante dentro y fuera de uno. Un artista, al inspirarse, convive y habla con las musas, con los árboles, con los océanos, con Dios. Un artista deja en cada letra y palabra un sentimiento, una idea, un sueño, una vida, un significado. Un artista lo es a toda hora, en la mañana y en la noche, en la tarde y en la madrugada, mientras duerme y cuando vive, más allá de aplausos, becas y premios. No necesita máscaras ni utiliza muletas. Es su arte, su estilo, su obra y su encanto al crear. Un artista es letra poema y texto, o pintura y escultura, o música, o cualquier expresión sublime del alma, en su ininterrumpida correspondencia con la vida. Un artista escucha, en la madrugada fría y solitaria, un amanecer soleado, una tarde lluviosa o un anochecer caluroso o nevado, que la inspiración toca a su puerta y asoma por su balcón y sus ventanas, y, feliz, ya con una dosis de ideas, despierta y crea. Un artista desconoce horarios y escribe en lunes o viernes, pinta en martes o domingo, arranca melodías a los instrumentos un miércoles y hasta un jueves, o cincela la piedra cualquier sábado, en primavera y en verano, en otoño y en invierno, cuando el calor es sofocante y la tempestad parece incesante, o a las horas del viento otoñal y en los instantes de los copos invernales. No hay tregua en una vida consagrada al arte. Un artista se sumerge en las profundidades inconmensurables de la fuente infinita, de donde extrae tesoros, obras, en minúsculas y mayúsculas, que entrega a la humanidad como regalo del cielo. Un artista, en el instante postrero de su existencia, piensa que aún necesita entregarse a la creación de su obra magistral, acaso sin darse cuenta de que al colgar tantos luceros en la pinacoteca celeste, ya es una estrella que alumbra a la humanidad y otros mundos.
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