SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA
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Eso es la vida, parece, ciclos que inician y períodos que terminan, amaneceres que alumbran y tardes o anocheceres que cobijan. Son pedazos de tiempo que, una mañana o una noche, al mediodía o en la madrugada, se desvanecen y se llevan trozos de nosotros, con fragmentos de las historias que protagonizamos y que reprimimos, las cargas y las ligerezas que portamos a una hora y a otra, con sus motivos y sus imprevistos, sus rumores y sus silencios, sus razones y sus delirios. Eso es la vida, entiendo, un sueño y una realidad, una cordura y, a la vez, una locura, que suelen vestirse de formalidad o, simplemente, desprovistos de solemnidad. Eso es la vida, creo, un lapso de tiempo, con sus minutos y sus años que no voltean atrás para evitar apegos y romances, afectos y hospedajes extras. Es el tiempo, tan forastero y desarraigado, que se va y no vuelve más. El tiempo que solo queda en los registros que dan constancia de nacimientos, bodas, muertes y otros acontecimientos personales y colectivos. Se le mira en los almanaques, en los documentos que un día envejecen y que el polvo cubre, igual que las lápidas cuando son olvidadas y permanecen en el abandono de los que cierta ocasión derramaron lágrimas y se dieron abrazos de consuelo. Todo pasa. Nada es permanente. La gente, las vivencias, las ilusiones, los sueños y las cosas se extravían en la desmemoria, en el hondo vacío, en la amnesia infausta o ante las ausencias crecientes. Y se consumen los minutos, y se desvanecen las horas, y se desmoronan los días, y los años abandonan y dejan huellas y marcas, y renuncian a permanecer aprisionados. A los días, a los meses y a los años les desagradan los candados, los barrotes y las celdas. Escapan, pero cada momento tiene algo desconocido que deja huellas y marcas de su paso. Eso es la vida, supongo, instantes que se acumulan y se diluyen, oportunidades que abren las puertas y las ventanas o las cierran, alegrías y tristezas, escalones y rutas para trascender o desfiladeros para caer irremediablemente. Y cierta fecha inesperada, el mundo puede cruzar umbrales y destruirse, en consecuencia, su gente, su flora y su fauna, sus cosas inertes, hasta quedar la interrogante, ¿existen, en verdad, el tiempo y la vida, o solamente se trata de pedazos que se reflejan desde el infinito? Por eso, a ti, que me lees, te aconsejo que abandones la habitación oscura donde te refugias con tus ambiciones desmedidas, tus egoísmos, tus superficialidades, tus rencores, tus miedos, tus apetitos insaciables y tus perversidades, y asomes a tu interior conectado a la inmortalidad, salgas a los jardines de la vida y te mezcles en el amor, el bien y la verdad. Eso es la vida, parece, un lenguaje del infinito, una nota del paraíso, una gama de cielo, un ensayo para retornar digno y libre a casa, con sabor a Dios. Vive, ahora que te es posible. Disfruta tu estancia en el mundo, la brevedad de tu paseo, con sus dulzuras. sus sinsabores y sus amarguras, porque otro día, a cualquier hora, concluirá el viaje y renunciarás a lo que creíste tan tuyo y nunca lo fue. Vive en armonía, con equilibrio, pleno y seguro, contigo en tu interior y en tu exterior, con tu familia, con la gente y las criaturas que te rodean. Este año se fuga. No volverá. Experimenta la vida lo mejor que puedas, antes de que sea tarde. Eso es la vida, parece.
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