Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Siempre entendí que se trataba de ella, la pequeña que presentí durante mi infancia dorada y sustraje de mis sueños, la niña consentida de Dios, la musa que inspira mis obras y que al amarla, al saberla real, provoca que la admire, que sienta asombro hasta de mi enamoramiento y que hoy viva la locura de un amor que me lleva a las estrellas, al polvo cósmico, a la luz eterna. Prometí amarla y ser inolvidable para ella. Si lo soy y un día, una tarde o una noche, ella o yo cruzamos el umbral, la frontera entre el mundo y la morada celeste, no dudo que en algún instante, si acaso existe el tiempo en el palacio de Dios, su alma y la mía se reconocerán de inmediato para unirse en un romance sin final…
Quiero ser inolvidable para ti, no por el perfil de mi rostro, sino por la brillantez de mis ojos cuando te miro, por la dulzura de mis palabras al hablarte, por la alegría de mi sonrisa al estar contigo, por el sabor de mis labios al besarte. Quiero ser inolvidable para ti, no por la ropa que porto ni por la loción que utilizo, sino por el aroma de mi piel, los abrazos de amor y consuelo que te doy y lo que mis manos hacen por ti cuando ríes o sufres. Quiero ser inolvidable para ti, por los caminos que recorremos, los puentes que cruzamos y los sitios que visitamos; pero también, no lo niego, por las huellas que dejamos, la ruta que trazamos, los capítulos que compartimos. Quiero ser inolvidable para ti, por las horas que robamos a las manecillas del reloj, por los días que hacemos nuestros y restamos a los almanaques, por los años en el mundo y las promesas de un amor más pleno en la eternidad. Quiero ser inolvidable para ti, no por las superficialidades que están de moda, sino por mi amor fiel, por esta locura que me provoca admirarte tanto y sentirte como un tú muy mío sin arrebatar tu identidad ni ensombrecer tu vuelo. Quiero ser inolvidable para ti, por mis poemas y detalles, por nuestros sueños y realidades, por las ilusiones que atrapamos en burbujas que solemos reventar, cuando jugamos, para tornarlas en vivencias. Quiero ser inolvidable para ti, por la oración de cada día, por el asombro de un amor extraordinario, por los actos cotidianos, por el sí y el no de la vida. Quiero ser inolvidable para ti, de tal manera que sientas emoción, alegría e ilusión cuando exprese suavemente en tu oído, mientras te entrego un poema y un bouquet de flores perfumadas y de dulce policromía: “me cautivas. Estoy enamorado de ti. No espero a alguien más porque mi alma te ha reconocido. Eres tú. Te amo fielmente”. Quiero ser inolvidable para ti, al grado de que sientas el cielo durante los días de tu existencia en este plano y las cosas del mundo, el universo y la creación se confabulen a nuestro favor, hasta abrir las compuertas de un cielo que inicia en nuestras almas y se proyecta al infinito cual ensueño interminable. Quiero ser inolvidable para ti, por la historia que protagonizamos y compartimos, por los sueños e ilusiones, por las vivencias, por nuestros juegos, por los momentos de silencio, por lo sencillo y complejo, por la risa y las lágrimas, por las luces y sombras, por el tesoro que prometimos entregar a Dios. Quiero ser inolvidable para ti, lo confieso, para que el día que retornemos a la morada de las almas, la tuya y la mía se reconozcan y permanezcan abrazadas y felices en el arrullo de la eternidad.
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