Esta noche

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Esta noche, mientras llueve, dormiré con las letras, la tinta y el papel, para armar palabras y escribir textos que relaten mis anhelos, mis fantasías y mis sueños. Esta noche, cuando las nubes plomadas se interpongan, pensaré que tras la oscuridad existen luceros que alumbran y decoran la bóveda celeste, hasta formar un sendero florido a paraísos escondidos, igual que mis letras en las páginas de mi libreta de apuntes. Esta noche, enamorado de la vida que palpita en cada expresión, rescataré de mi memoria los nombres de la gente que tanto he amado, los sitios que he recorrido y los capítulos de mi historia, quizá con el deseo de recoger pedazos de mí, repasar mi biografía y preparar los siguientes episodios. Esta noche, como las otras, despertaré con la sensación de que estoy entre el mundo y el cielo, en medio de nada y de todo, como parte de la arcilla y de la esencia, con un pie en la temporalidad y el otro en la inmortalidad. Esta noche, como otras de mi vida, despertaré con asombro y emoción y daré gracias por tantos detalles y motivos en mi historia. Esta noche, en el silencio y en la soledad, volveré a escribir, a soñar, a dormir, con la esperanza de un amanecer esplendoroso, antes de que a otra hora nocturna, en cierta fecha, no despierte mes. Esta noche escribiré un poema y me prepararé con la idea de seguir viviendo. Esta noche.

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Las horas que pasan mientras trazo mis letras

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Una, otra e incontables horas transcurren, acaso sin darme cuenta de que los instantes, los minutos que pasan, son pedazos de vida que se escapan, mientras escribo mis obras literarias, las letras que son tan mías y regalo como si se tratara de flores perfumadas y multicolores, a veces con deliciosas y suaves texturas, en ocasiones con espinas. Horado en las profundidades de mi ser, me arrastro por los túneles que cavo, hago a un lado la basura rutinaria y las superficialidades que tanto asfixian y estorban, hasta que abro las celdas que, a veces, suelen encarcelar a la imaginación, a los sueños, a la creatividad, a las ideas, a la fantasía. Es así como mis letras se enamoran entre sí y se abrazan en un acto de amor que forma palabras que trazo en las páginas de mis cuadernos, en las hojas de mis libretas, en cualquier papel, en el ordenador, entre sentimientos, delirios, motivos y pensamientos que, finalmente, transmito en un cuento, en una novela, en un relato, en un texto. Creo que parte de la fórmula secreta, en el arte de las letras, es atreverse a narrar una historia, a perder el miedo de contar, a relatar con tal vehemencia que el público, los lectores, sientan y vivan lo que uno escribe.

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Se empeñan en desnudar al arte, en colocarle atuendos de bufón, en arrancarle su encanto,

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Las manos y los tentáculos de las costumbres, los modelos y las tendencias actuales, convertidos en garras despiadadas, se empeñan en desnudar a las letras, a los textos, y despojarlos de la belleza de sus acentos, de su puntuación, de sus signos y hasta de su sentido, para colocarles atuendos de bufones y dar gusto a la muchedumbre ansiosa de presenciar la agonía, en los anfiteatros y en los patíbulos, de las obras literarias. La estulticia habla sin recato, exhibe su barbarie y su pequeñez, no calla, acaso por su afán de aturdir y envolver al arte, a las palabras que escriben los artistas cuando se inspiran. Se oyen gritos, risotadas, que aquí y allá intentan confundir y desviar a los caminantes, a los lectores, a otros rumbos, a destinos superficiales que nada enseñan ni ofrecen. Persisten la necedad y la pretensión de que la gente, en masculino y en femenino, en mayúsculas y en minúsculas, enamore y se sienta cautivada por la textura, la apariencia, el maquillaje, la arcilla, y sienta repugnancia por la esencia, por la senda interior. La inteligencia artificial -ausente de sentimientos nobles, coqueta, seductora y perversa- intenta amordazar a los autores, a los escritores, con el propósito de imponer sus caprichos, su estilo y sus trampas, sus verdades y sus mentiras, sus planes y sus vocaciones. La televisión y las redes sociales, integrantes de un linaje pútrido, idiotizan a la gente, le arrebatan su creatividad y sus sueños, destruyen cualquier iniciativa de innovación y originalidad, porque su encomienda es, precisamente, perforar cerebros, encarcelar sentimientos, castigar la fantasía y la imaginación. No hay rutas seguras para el arte de las letras porque detrás de los peñascos, en las cimas y en los barrancos, en todo el paisaje, acechan bandoleros crueles que roban, destruyen y violan. Los únicos que salvarán al cuento, a la novela, al relato, al poema, al prodigioso arte de las palabras escritas, serán, innegablemente, los autores y los lectores; de lo contrario, al extinguirse la creatividad, la fantasía, la imaginación, la inspiración, la originalidad y los sueños, morirá una parte esencial del ser humano y todos -hombres y mujeres- serán autómatas insensibles, carentes de sentimientos y de raciocinio, incapaces de volar libre y plenamente por los cielos inconmensurables.

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Un pedazo de esencia, un trozo de arcilla

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Las letras, como todo el arte, provienen de las profundidades del ser, tienen algo de etéreo y de humano, son inspiración y reflejan la belleza y los sentimientos más nobles; aunque, a veces, por cierto, las utilicemos para expresar descontentos y situaciones complejas del mundo. Hemos olvidado -acaso por la inmediatez, posiblemente por la superficialidad y el apego a las apariencias, probablemente por el anhelo patético y casi exclusivo de obtener riqueza y poder, quizá por la creciente estulticia individual y colectiva, seguramente por dar gusto masivo y seguir modas y tendencias, o tal vez por eso y por algo más- escribir con el alma, con lo mejor de nosotros, y ahora, contagiados de ese mal moderno, hasta nosotros, los creadores, parecemos ignorar que la vida y sus encantos no son mercancía en serie que satisface apetitos, sino arte, el lenguaje que palpita en el interior y, por lo mismo, está conectado al pulso infinito. El arte es la voz del alma, de la naturaleza, del universo, de la creación, de Dios. En la hora presente, algunas hordas humanas -las que más gritan, las que todo lo vulgarizan, las que pretenden enmendar las planas a la vida, las que ambicionan controlar y las masificadas- se han dedicado a romper el arte, a desarticular las letras y las palabras, y a sustituirlas por expresiones que parecen baratijas. Las generaciones actuales ya no leen -argumentan en los medios de comunicación, en las editoriales, en las oficinas de prensa, en las instituciones públicas y privadas, en todos los ambientes-; hay que darles, en consecuencia, imágenes, publicaciones digeridas, ideas fáciles, mensajes estúpidos y vinculados a sus apetitos primarios. Y así, contribuimos a la pereza mental de las personas, hombres y mujeres que serán vaciados espiritual y mentalmente por una inteligencia artificial e indiferente, diseñada para controlar, despojar, manipular y explotar. No sabemos pensar. Permitimos que robaran nuestros principios, valores y sentimientos. Hemos dejado de hacer arte. La inspiración ha sido desgarrada. Escribir, como toda expresión artística, requiere entrega, pasión, creatividad, esfuerzo, disciplina, inspiración, originalidad, dedicación, trabajo. Parece que hemos olvidado imaginar, vivir y soñar. Creemos, erróneamente, que experimentar la vida tan fugaz es entregarnos a apetitos, perder el tiempo en ambientes superfluos y pasajeros, evadir compromisos, responsabilidades y trabajo. Escribir una obra artística significa dejar un pedazo de sí, constancia del equilibrio entre los sentimientos y los pensamientos. Escribir un cuento, una novela, un relato, un poema, es, en el arte, presentar diferentes senderos y estilos de vida, es elegir un rumbo y un destino, es protagonizar tantas biografías e historias, es aprender, es entregar a los lectores trozos de cielo y de mundo. Las letras, como todo el arte, son el lenguaje del alma, de la mente, de la creación, de la vida. Quienes escriben y leen, saben a lo que refiero, y no desconocen, igualmente, que algo tiene de esencia y de arcilla, de infinito y de temporal, de Dios y de humano. Escribir, en el arte, es algo más que una pose; es, simplemente, participar en el excelso e interminable proceso de la creación. Escribir no es imitar las producciones en serie ni recurrir a la tentación de malbaratar el arte, simplemente por complacer a las mayorías; es, sencillamente, asimilar y explicar mucho de lo infinito y tanto de lo temporal, descubrir y presentar al alma y al humano, y aprender a vivir en un plano y en otro.

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Son flores, caminos, historias

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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La letras y las palabras, cuando uno las escribe con talento, sensibilidad e inspiración, son perfumes que envuelven el ambiente y cautivan al ser y deleitan los sentidos, como un oleaje suave que ondula el viento en un lago que refleja las frondas de los árboles, las nubes rizadas que flotan peregrinas y el azul profundo del cielo.

Al escribir, el artista se encuentra entre el infinito y la temporalidad, lo que equivale, indudablemente, a pasear por los jardines y las moradas de Dios, con todos sus encantos, y a andar por los caminos de un mundo con flores y abrojos, auroras y ocasos, donde el alma abraza y besa a la arcilla en un pacto inquebrantable que rompe barreras y fronteras.

Quien escribe sin máscaras ni disfraces, lejos de la arrogancia y de superficialidades, ausente del calzado que pisotea, preferentemente descalzo o con sandalias, deja huellas indelebles en el camino, en el sendero que lleva a rutas insospechadas. Cada párrafo es una idea, un mundo, una reflexión, una época, una o más vidas.

Uno, al enlazar una, otra y muchas letras más, compone historias, rumbos, ideas, motivos. Las palabras se fusionan, similares a las gotas que surgen de la intimidad del la tierra y se unen a tantas, hasta transformarse en corrientes diáfanas, en cascadas y en ríos de incomparable belleza que invitan a bañarse y a hundir los pies en la arena para sentir el pulso de la creación, los susurros y los silencios de la vida, el canto de la naturaleza.

Escribir es, parece, dispersar las semillas en los surcos, regarlas, permitir que sientan los abrazos, las caricias y los besos de la lluvia, del viento, una mañana soleada, una tarde nublada o una noche estrellada. Es un acto magistral y prodigioso, exclusivo de seres casi etéreos que exploran las rutas del alma y del infinito.

Los textos bien escritos -oh, el encanto y la magia del artista- son flores -orquídeas, buganvilias, margaritas, tulipanes, rosas, nardos, gladiolas, crisantemos, azucenas, dalias- que cautivan, enamoran y regalan detalles y fragancias; matorrales y tallos con espinas, plantas venenosas, como opción para aquellos que renuncian a las texturas; hongos, cortezas, helechos. Cada palabra lleva consigo un regalo, una sorpresa, un detalle, una razón, un sentido.

Al contemplar tanta belleza, en el arte de las letras, siento y pienso, definitivamente, que, al escribir, dejo pedazos de mí en las hojas de los cuadernos, en los equipos, aquí y allá, para constancia de mi entrada a paraísos etéreos e infinitos y mi paso por el mundo. Quiero que la gente que amo reciba mis letras como prueba de nuestra unión dentro de la inmortalidad; pero también quiero que otros, mis lectores, descubran en cada página un camino, un rumbo, un destino.

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Cuando escribas…

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

Cuando escribas un cuento o una novela, nunca olvides hacerlo como si se tratara de ti. Entrégate al arte con inspiración, sin prisas ni facetas superficiales, como una sinfonía con sus diferentes movimientos, unas veces pausados, otras equilibrados y algunas más con intensidad. Transmite emociones, sentimientos, ideas. Consigue el milagro de que tus lectores sientan y vivan tus relatos.

El escritor genuino se consagra al arte, a las letras, a las palabras, y no renuncia, por ningún motivo, a su pasión, a su encomienda, a sus motivos. Sabe que su destino y su misión, durante su jornada terrena, es escribir, crear obras, transmitir sentimientos y también pensamientos, conocimiento y mensajes que no podrían impartirse de otra manera.

Si eres escritor, no abandones el delirio, la locura, la pasión. Dedícate a escribir en serio. No le seas infiel al arte. La deslealtad, la traición y la mentira, en las letras, no son perdonadas. El arte literario exige atención, disciplina, entrega, constancia e inspiración. No se puede ser escritor a medias. Es un estilo irrenunciable de vida.

Muchos de quienes nos dedicamos al arte, sabemos que, a veces, se presenta como una dama etérea, demasiado celosa, que exige atención completa. No tolera que uno le sea infiel ni le interesa que pierdas todo. Exige mucho. Y hay que entregarse íntegramente.

El escritor nato no condiciona su arte. Sabe que el arte desconoce treguas. La inspiración puede tocar a la puerta inesperadamente, escapar del ser en cualquier momento, durante la mañana, al mediodía, en la tarde, durante la noche o en la madrugada. El proceso de la creación es permanente.

No esperes, para escribir, un momento tranquilo y de soledad porque, quizá, podría no llegar a tu vida. Tienes, como escritor, la responsabilidad de escribir en cualquier lugar y hora. Muchas de las grandes obras fueron escritas en situaciones adversas, complejas e incómodas.

Vive. Aprende, reflexiona, siente. Sé auténtico y libre. Equilibra tus sentimientos y tu razón. Experimenta. No temas expresar tus ideas, a través de las palabras escritas, porque, después de todo, existe libertad de hacerlo bien. Explora todos los escenarios. Sé creativo, original e innovador. Nunca plagies obras. La deshonestidad literaria es deleznable en cualquier ser humano.

Y si en la hora contemporánea, marcada por las herramientas digitales, no dispones de equipos, recurre al lápiz, al bolígrafo y a la hoja de papel. Cuántas obras, antes de publicarse y ser magistrales y reconocidas mundialmente, fueron escritas en cuadernos o en trozos de papel. No desdeñes los materiales. Escribe. Sigue el camino de las letras y las palabras escritas con fidelidad. Se trata de tu tesoro. Llévalo siempre contigo. Es inseparable. Compártelo a la humanidad. Lo que escribas, quedará vibrando aquí, en el universo, en la creación.

Escribir, por cierto, es emular el proceso creador de la naturaleza, de la vida, de la creación. Es, si así lo piensas, acercarse un poco a lo que hace Dios, la Mente Infinita, en el sentido espiritual, físico y mental, durante sus lapsos de creación. No rechaces los sueños, la creatividad, el ingenio, la originalidad y la innovación.

Mientras exista un escritor en el mundo, un artista pleno, la humanidad se salvará y tendrá oportunidad de volar y transportarse a fronteras grandiosas e insospechadas. Cuando escribas novelas, cuentos, poemas o relatos, no inhibas la inspiración que surge de las profundidades de tu ser y conquista los sentimientos, los ideales y los pensamientos de tus lectores. Regálales el milagro de la creación.

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Un artista de las letras, un escritor

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Eres artista de las letras cuando, en el sendero de tu vida, ya no te concibes sin escribir y sabes que se trata de tu encomienda, tu motivo, tu delirio, tu locura, tu pasión, tu destino. Cuando las letras y las palabras son tu inspiración y las conviertes en poemas, cuentos, novelas y relatos, en una producción creativa genuina, sin copias de obras ajenas ni plagios a otros autores, eres, en verdad, un escritor. Un día aprendes que ser artista no consiste en apariencias ni en poses, quizá porque el escritor no es maniquí que espera aplausos, luces y proyectores, ni tampoco vendedor de baratijas ni mercenario de obras, y menos bufón o político en busca de seguidores; es, ante todo, un creador, un ser que trae consigo la fórmula de la inmortalidad, una criatura que expresa, sin duda, sentimientos, ideales, sensaciones, experiencias, situaciones y pensamientos que difícilmente podrían experimentarse o vivirse al mismo tiempo. Sus líneas contienen enseñanza profunda. Y lo mismo, en una sola existencia, el autor es intelectual, aventurero, viajero y protagonista de incontables historias. Nace, muere, viaja, conquista, se deleita, sufre, ríe, llora, ama, vuela, se arrastra, investiga, reflexiona, enloquece y muestra todas las alternativas humanas. Es personaje multifacética y presenta, en las letras, en las palabras, la experiencia humana y la trama de la vida. Hasta parece que, más allá de las musas, es Dios quien lo envuelve e inspira para que transmita el arte que viene de las profundidades del alma. Es, el artista de las letras, mensajero de todo. Inagotable, escribe cuentos, poemas, relatos, novelas, textos, que, indiscutiblemente, tocan a la puerta de los sentimientos y de las ideas. Tú ya sabes que el escritor, como todo artista, consagra los minutos y los años de su existencia a su encomienda, a la creación, a sustituir los espacios vacíos, en las páginas, con letras y palabras, y ese ministerio, nadie lo duda, exige creatividad, talento, disciplina, entrega, trabajo, dedicación, originalidad, conocimiento de la vida y de la muerte en todas sus facetas, distinción entre la realidad y la fantasía. El escritor es un mago, un profeta, un maestro. No solo se trata de sentirse inspirado; hay que ensayar todos los días y escribir a cualquier hora, en la soledad o entre la multitud. Las ideas pueden anclar y desembarcar en la mañana, a mediodía, en la tarde, en la noche o en la madrugada, a cualquuer hora, mientras duermes, realizas tus tareas, estás en la regadera o paseas, y hay que anotarlas. El arte de escribir no es por una época. El arte, cuando es auténtico, desconoce pago de horas extras, apetitos y otras distracciones; es muy celoso y abandona si quien le es infiel, lo condiciona o lo mide. A diferencia de otras actividades, la creación artística, la producción de obras literarias, no dispone de vacaciones ni planea jubilarse. Es un estilo de vida. Por eso, resulta un quehacer muy complicado para aquellos que se sienten atraídos por su misteriosa vocación y se distraen o lo consideran juego y fantasía. La labor de escribir no es una carrera desbocada; es arte, algo que tiene un valor intrínseco y no se compara con los tesoros materiales más preciados por los seres humanos. El cuento, la poesía, el relato y la novela, cuando son auténticos, traen la voz de la creación, de la vida, de Dios. Si estás dispuesto a explorar y vivir con intensidad la aventura de escribir toda tu vida, abraza el arte y sé su digno representante y ejecutor a través de tus obras. Los días y los años de la existencia apenas alcanzan para hacer algo y dejar huellas indelebles. Sé un escritor maravilloso e inagotable. Sé un digno artista de las letras.

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Quizá

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Tal vez. Quizá, la ilusión de un gran amor motive a conquistar el mundo, emprender una hazaña, cumplir sueños que parecen irrealizables, sorprender y traducir ese hondo sentimiento en la entrega puntual y sincera de un bouquet policromado y fragante, un perfume encantador o, simplemente, una carta, una fotografía, un beso, una mirada profunda, un abrazo, una flor, la hoja de un árbol con un mensaje breve o un detalle sencillo. Puede ser. Una noche romántica, alguien puede, y es válido, prometer la luna, el universo, las estrellas, o solamente mecerse en el columpio de la ensoñación y reír mientras pasan los minutos inexorables y caen la gotas de la lluvia. Las voces y las pausas, los rumores y los silencios, en el amor, dicen y significan tanto. Probablemente es así. Sin duda, quien se enamora, tiene libertad de soñar y pedir incontables deseos, contabilizar los árboles en un bosque o bautizar los luceros. No importa si un amanecer y muchos más, él y ella, en su incorregible locura, salen a la playa y cuentan los granos de arena para depositar en cada uno la huella de su amor. Existen locuras, motivos y libertades en el amor. Un poema, en cambio, es imposible comprarlo con la intención de obsequiar sus letras, porque no es mercancía y requiere la inspiración del artista. No se le compara con las piedras preciosas ni está subordinado a caprichos o pedidos. Es espontáneo. No cualquier persona lo escribe y lo regala. Las letras que se enlazan, como enamoradas dulces y fieles, vienen del alma y no están a la venta. Aquel que escribe un poema a quien ama, un texto cautivante y sublime con todas las razones de un idilio, es porque, definitivamente, se siente profundamente enamorado. Tal vez. Quizá, aquel que es capaz de sentir inspiración con quien percibe en su alma y le obsequia un poema, sabe que el amor lleva a la inmortalidad. No hay duda.

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¿Quién apreciará el arte?

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Los artistas originales, los que llevamos la encomienda de la creación en el alma y en la sangre, los que sacrificamos tantas cosas al sentirnos inspirados -escritores, músicos, pintores, escultores-, dedicamos los minutos y los años de nuestras existencias a la producción de obras genuinas, y, así, aportamos novelas, cuentos, poemas, relatos, melodías, cuadros, murales y formas, en un mundo que cada día es más proclive a la inmediatez y a la superficialidad, a lo fácil, a lo que no implica esfuerzo mental ni físico, a lo que es más apariencia y barniz que esencia. La producción en serie, lo que está de moda y es tendencia del momento, se encuentra al alcance de la gente, más allá de su posición económica o de su grado académico, al grado de que, paulatinamente, se reduce el número de personas interesadas en leer un buen libro -impreso en papel o digital-, disfrutar un concierto magistral o admirar una obra plástica. Dicen, en muchas partes, que no hay que escribir tanto porque la gente no lee, y me pregunto, entonces, ¿también quieren controlarnos y manipularnos a nosotros, los artistas de las letras? ¿Desean volvernos cómplices de la metamorfosis dolorosa que se aplica gradualmente a millones de personas con la intención de propiciar que utilicen muletas ante su incapacidad espiritual, mental y física? Existe la pretensión de alterar a millones de hombres y mujeres para que sean indiferentes al bien, a los sentimientos y a los valores, y totalmente irracionales, mediocres e inútiles. ¿No es, acaso, un intento perverso de encadenar la creatividad, la iniciativa, la originalidad, la inspiración? Esa ligereza en la que pretenden confinarnos, presenta innumerables cargas que dañan tanto. A veces, cuando en los automóviles, en el transporte público, en los auditorios, en las oficinas gubernamentales, en las empresas, en las calles, en las reuniones, en las conferencias, en los centros laborales y en las escuelas, entre otros lugares, veo tanta gente inmersa en sus equipos portátiles, atrapada en las redes sociales, en un mundo que se llama realidad virtual y está muy lejos de lo palpable, de los sentimientos, de las acciones, de los pensamientos, me pregunto con congoja, ¿qué destino tendrá el arte dentro de algunos años? ¿Se perderá? ¿Será privilegio de quienes se hayan salvado de quedar sepultados por la estulticia de la hora presente o lo controlarán aquellos que ostenten el poder? ¿Dónde quedarán nuestras obras literarias, musicales, pictóricas y escultóricas? ¿Y nuestro público al que nos debemos, respetamos y apreciamos? Es innegable que la vida es dinámica y que los seres humanos propician transformaciones en sí y en sus aldeas locales y globales, de acuerdo con lo que sienten y piensan en cada época; pero la ruta que hoy seguimos, parece, es fabricar criaturas autómatas e insensibles, manipulables e indiferentes, vacíos y totalmente perezosos, incapaces de expresar sentimientos nobles y auténticos y de pensar, hablar y actuar con libertad. La realidad actual ensombrece el panorama. Dentro de algunos años, ¿quiénes leerán obras literarias, asistirán a conciertos magistrales y admirarán las pinturas y las esculturas? ¿Nos extinguiremos autores y público? Como artista de las letras, no me rendiré. Si al final, en un mundo controlado, vacío y manipulado, solo tuviera un lector, seguiría escribiendo con la misma entrega y sensibilidad artística. El arte es irrenunciable. No está subordinado a arbitrariedades, injusticias, control y órdenes. Es libre y pleno. Como que viene de algo más allá que simples apariencias e intereses. El arte es la voz y la obra de una fuente inmortal, a pesar de que alguien, y otros más, pretendan amordazarlo. Al rato o mañana, ¿quién apreciará el arte?

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Solamente, si usted quisiera

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Al pronunciar su nombre, suavemente, me pregunto si le gustaría que, con las mismas letras, le escribiera algo, un poema, un texto, un te amo, para que me sienta, como antes y siempre, en usted, y me descubr en su mirada de espejo y en su pulso, en su esencia y en su textura. Al recordarla, casi me atrevo a interrogarla con el objetivo de proponerle ser su aurora y su ocaso, su día y su noche, para acompañarla y nunca renunciar a usted. Si me aceptara como su amanecer, tenga la certeza de que sería el sol que asomaría a su ventanal con la idea de anunciarle que la vida inicia otra vez con nuevas tonalidades, el perfume de la flor que con delicadeza se impregne en su piel, la policromía intensa del paisaje que maquille su rostro, la abeja que endulce sus horas, el pájaro y la mariposa que la lleven, en un vuelo encantador e irrepetible, por las rutas de la vida y de las ilusiones. Y si usted quisiera, sería su noche para, así, inspirarme y escribirle poemas. Me volvería luciérnaga capaz de alumbrar su andar y estrella interesada en guiar su caminata a los sueños. Si usted quisiera, simplemente me volvería la mañana y la noche de su existencia, La dibujaría, la pintaría, la diluiría en las notas musicales y en mis letras, para tenerla conmigo en mi arte, en mis motivos, en mis detalles. Solamente, si usted quisiera.

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