SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA
Derechos reservados conforme a la ley/ Copyright
Una página en blanco es, creo, un paisaje nevado al que hay que decorar con escarpas, abetos, piñas, senderos, hondonadas, desfiladeros, cumbres y niebla; es, parece, un desierto en espera de un río cristalino que lo serpentee y flores que le regalen colores, texturas y perfumes; es, también, el oleaje turquesa y jade que, en sus pliegues, esconde incontables fórmulas y secretos insospechados. Una hoja de papel o electrónica, en blanco, es, supongo, un espacio para la inspiración, una hermosa estación en el camino, un sitio que se vuelve pedazo de uno que, como artista, escribe una e innumerables letras, palabras que transmiten sentimientos, ideales, sueños, pensamientos e historias reales y fantásticas. Una página en blanco es la posibilidad de no perderse en el naufragio porque quien escribe y comparte su creación, ya está a salvo. Una hoja en blanco es la prueba que mide la sensibilidad, el talento y la capacidad del autor. Una hoja en blanco es amiga y compañera fiel e inseparable, es confidente leal, y refleja la alternativa entre reproducir el pulso del alma, de la creación, del infinito y de la vida, hasta convertirse en un jardín fragante y policromado, en un bosque supremo, o, al contrario, permanecer estático e indiferente y condenarse a ser, simplemente, una llanura estéril. Una hoja en blanco es, para el escritor, un hogar, un refugio, un baúl que atesora sus creaciones y sus inspiraciones. Una hoja en blanco.
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