Santiago Galicia Rojon Serrallonga
¿Y si te digo que no hace falta escribir un nombre en este espacio porque la destinaria de mis dedicatorias, bien lo sabes, eres tú? ¿Y si al leer estas líneas, los dos decidimos pasear felices por la temporalidad del mundo y la eternidad del cielo?
La locura y magia de este amor provocan que en cada letra y flor deposite un deseo, un regalo y todas mis ilusiones, como lo hice una noche al colocar mis anhelos, sueños y sentimientos en las estrellas, en los luceros y el polvo del universo, para que siempre que los contemples, quedes arrobada y percibas mi presencia. Una dedicatoria a quien tiene nombre de ángel y uno ama, no se conforma con plasmar sentimientos en una tarjeta que resguarda un sobre con membrete; es, pienso, una sonrisa que refleja la mirada dulce, un beso tierno, instantes de silencio, horas de diálogo, momentos de juego, abrazos, capítulos que se comparten, una vida que se entrega. La dedicatoria que hoy te entrego, no es un papel, es mi promesa de dedicar los días de mi existencia a cultivar detalles en la tuya, amarte toda la eternidad, reír y llorar contigo, ser tu otro yo sin que pierdas identidad, cuidarte mucho, consentirte tanto que seas muy feliz. Al escribir esta dedicatoria, te entrego no un papel con tinta sepia, sino mi amor, mis obras, mi vida, mis ilusiones y mi alma, como resguardo las tuyas en mi ser, para escribir juntos una historia tan dichosa que el cielo abra sus puertas con la intención de eternizar nuestro guión. Una dedicatoria para ti no son palabras; es, ante todo, una promesa de amor hecha realidad.