Tantas historietas falsas y baratas

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Supe, entonces, que al existir tantas historietas falsas y baratas que presentan como genuinas aquellos que pepenan vidas ajenas y que las suponen verídicas quienes tontamente las escuchan, cada día tendría que ser autor de mi biografía y dejar huellas indelebles, constancia de mi paso por el mundo. Y es que en la comedia de la vida, como lo he comprobado una y otra vez durante mi caminata terrena, abundan los mezquinos, quienes ante la ausencia de una trayectoria grandiosa, ejemplar e interesante, escudriñan biografías ajenas, esculcan y roban, las reconstruyen con suposiciones y malas intenciones, y las pregonan para denigrar a los demás, a sus adversarios, a otros que parecen superiores a ellos; pero también se encuentran, en el escenario y en las butacas, los tontos que las creen y les aplauden. Los primeros son seres humanos astutos y peligrosos por la maldad que intoxica sus sentimientos, acciones, palabras y pensamientos, mientras los segundos, al creer las mentiras que les plantean los cínicos, aduladores y perversos, se transforman en personas riesgosas y poco confiables porque suelen tomar decisiones basadas en comedias baratas y vulgares. Ejemplos, puedo enumerar muchos.

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Una conexión mágica en el arte

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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En el arte, existe una conexión mágica, un encanto misterioso y encantador, una correspondencia etérea entre las manos que deslizan el bolígrafo sobre el papel u oprimen teclas con la intención de trazar letras, palabras cargadas de inspiración, sentimientos e ideas, y las que mueven los pinceles y dejan los colores en el lienzo para reproducir fantasías, sueños, realidades y vida. Esas manos son, igualmente, las que deslizan los arcos sobre las cuerdas de los violines y los violonchelos y las que oprimen las teclas de los pianos o cualquier instrumento para, finalmente, darles sentido prodigioso a los sonidos y a los silencios y transmitir las notas de la finitud y la inmortalidad. Son las que dan forma a los materiales yertos. Las manos, en el arte, siguen la ruta de la creación y participan también en un proceso noble, prodigioso y sublime.

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Un fragmento de Laura Giselle

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Y la miré, una y otra vez, en la rampa de una plaza comercial en la que los niños se deslizaban y jugaban alegremente, inmersos en su mundo de fantasías, ilusiones y diversión. Ella permanecía acostada, bocabajo, con el libro extendido en el suelo, entregada a la lectura e indiferente a la algarabía y a la convivencia infantil. En femenino y en masculino, los pequeños se sentían libres y plenos. Ensayaban la trama de la vida.

Me reconocí en ella, en su esencia y en sus rasgos, en su mirada y en su perfil, en sus motivos y en sus pasiones. La vi. Entendí que se trataba de un ser libre, maravilloso e irrepetible, dos generaciones después de mí, con otro nombre, uno de mis apellidos, en femenino y en minúsculas, y con una identidad propia.

Leía Mujercitas, obra literaria que Louisa May Alcott publicó en 1868. Se sintió profundamente cautivada e inspirada desde las primeras líneas. Una hora antes, en las calles y en los rincones céntricos, históricos y pintorescos de la ciudad, descubrió la librería mientras caminábamos y me pidió entrar con la intención de revisar cada obra y elegir una.

Sentí retroceder a mis otros años, a mi historia, a mi biografía, hasta las décadas de mi niñez, cuando, en el centro histórico de la gran ciudad donde vivíamos, pedía a mi padre visitar las librerías, recintos con aromas de papel y tinta, en los que consumíamos incontables horas de aquellas tardes inolvidables de compañía, plática y convivencia. Así, mi padre me compró mis primeros libros que gradualmente se sumaban a los de la biblioteca familiar.

Mi madre no se salvaba de mi amor por los libros. Cuando iba por nosotros al colegio, frecuentemente le pedía ir a la papelería, un establecimiento comercial bien surtido en el que había un área dedicada a la exhibición y venta de libros, e igual que lo hizo la pequeña conmigo, yo le solicitaba que me comprara los títulos que me interesaban.

Ella, la niña, igual que yo, expresó alegría, curiosidad y emoción al revisar cada libro, hasta que, finalmente, descubrió Mujercitas, la obra que alguna vez prometí regalarle. Reconoció el título porque se trata de un ser humano que posee una memoria extraordinaria. Y se lo compré con el orgullo y la satisfacción de que en la familia que un día, a cierta hora, fundaron mi padre y mi madre, existan personas, en minúsculas, proclives al arte, a la ciencia, a los libros, al conocimiento.

Igual que yo, en la plaza comercial, sintió mayor atracción por la lectura que por el juego. Sin renunciar a la diversión, me interesaba más crear arte, explorar, seguir las letras, involucrarme en el conocimiento y experimentar que andar detrás de un balón, un carro o unos soldados. Y aún así tuve tiempo para jugar, imaginar, crear y pensar.

A sus diez años de edad, ella, Laura Giselle, me ha platicado que, en el colegio, todas sus compañeras le entregan mensajes en hojas de papel y en tarjetas con la intención de solicitarle que acepte su amistad. Les parece interesante, supongo, la presencia de un ser humano distinto e intenso que sabe jugar y divertirse, habla con propiedad y respeto, no insulta y expresa sentimientos nobles e ideas extraordinarias, como se lo inculca su madre, otro ejemplo de mujer que enorgullece a toda la familia.

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¿A qué hora estábamos tan ocupados?

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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¿A qué hora estábamos tan ocupados que no notamos que el amor, el bien, la paz y lo más hermoso de la vida escapaban igual que las gotas de agua se fugan del lago que otrora, enamorado, reflejaba las frondas de los árboles y el encanto del paraíso? Alguien robaba nuestros tesoros mientras nos distraía con el resplandor de las apariencias y de la fugacidad. ¿En qué momento perdimos la alegría, el respeto y la libertad? ¿Dónde olvidamos lo que era tan nuestro y nos ayudaba a descubrirnos y a navegar a rumbos infinitos? ¿Cuándo permitimos que alguien, y otros más, confundieran nuestros sentimientos, ideales, creencias, planes, sueños y pensamientos, a cambio del maquillaje corriente y malsano de la estulticia, la barbarie y la superficialidad? ¿En qué minuto de la mañana, de la tarde, de la noche o de la madrugada quedamos rotos, vacíos y solos? Si sabíamos que en nuestro interior moran el alma inmortal y el palpitar de la vida, ¿por qué concedimos a otros el privilegio de mancillarnos y hurtar los tesoros que poseíamos? ¿En qué instante fuimos capaces de aceptar la pérdida de equilibrio para caer desgarrados? ¿Por qué temimos a una élite, a las peores criaturas de la especie humana, y les dimos permiso de afectarnos con epidemias, crisis, guerras, sequías, contradicciones, miseria, hambre y escasez? ¿Por qué se los permitimos? ¿En qué lapso del día, en qué fecha, a qué hora, los dejamos convertirse en dioses, manipular la vida y destruirnos? Y si advertimos que sus sistemas, humanoides e inteligencias artificiales afectarán a millones de personas en el mundo, porque sabemos que los avances científicos y tecnológicos no los utilizan para bienestar y progreso de la gente, ¿con qué intención les hemos abierto las puertas a lo que somos y a lo que nos pertenece? ¿En qué segundo les autorizamos denigrar, ridiculizar, dividir y enfrentar a las familias, junto con el bien, la verdad y todo lo bueno? ¿Por qué elegimos apetitos incontrolables, la opción de enriquecernos sin importar empobrecer y lastimar a otros, los espacios para actuar estúpidamente y presumir tanta arrogancia y, a la vez, lo diminutos que somos sin esencia ni valores? ¿En dónde estábamos cuando alguien, y otros más, nos denigraron, robaron y destruyeron? ¿A qué hora sucedió? ¿En qué estábamos tan entretenidos?

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Necesitaba romper cadenas y saltar cercas

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Necesitaba romper las cadenas de la rutina, deshacerme de los barandales de la cotidianidad, saltar la cerca, rebelarme contra lo que no coincidía con mis sentimientos, defender mis ideas y mis sueños, diseñar nuevas rutas, transitar de un entorno de barbarie y mediocridad a niveles superiores de bien y plenitud, inventar los días de mi existencia, dejar huellas y constancia de mi paseo por el mundo, propiciar mi desenvolvimiento, escapar de la locura social, y eso no les agradó a muchos que preferían mirarme atrapado en el corral, entre la ceguera y el vacío de los grandes rebaños que se mueven como flores de bella y efímera apariencia y son felices con sus superficialidades. Necesitaba algo más que maquillaje. No me agradan los hilos de la manipulación y del control ni las marionetas, y menos los titiriteros ni los dueños del circo, y por eso creen que soy necio, rebelde y tonto. Diseño y sigo mi sendero, aunque a veces parezca que estoy desgarrado y haya ganado, por mi estilo, tanta enemistad.

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La magia y el sentido de la novela

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Construyo mis letras sobre páginas blancas, vacías y yertas. Los espacios otrora desiertos respiran la tinta que se impregna en su textura, en su piel, al trazar palabras, ideas y sentimientos, fantasías y realidades, ilusiones y pensamientos, que se reproducen y se convierten en obras, en documentos, en libros que alguien y muchos más leen. Es un deleite encontrarme todos los días con mis textos, con el arte de las palabras escritas, con la inspiración. Compruebo, al escribir, que la novela posee el encanto y la magia de expresar lo que de otra manera resultaría complicado enseñar, presentar y explicar. Por medio de la novela, el escritor se convierte en intérprete de la vida y de la muerte, en traductor del infinito y de la temporalidad, en viajero de otros mundos, en emisario del cielo y del infierno, en maestro de lo indescifrable. Aprendo demasiado cuando dedico parte de mi existencia a escribir novelas, relatos en los que me descubro con tanta gente, entre una estación y otra, en esta travesía temporal que indudablemente lleva a destinos infinitos, acaso con la intención de recolectar flores y sonrisas, posiblemente con el objetivo de responder las interrogantes que llegan, probablemente con la finalidad de ser felices, quizá para descubrir la fórmula de la inmortalidad, tal vez por eso y por incontables motivos. El arte de las letras, en la novela, enseña tanto y abre puertas para explicar y comprender lo que en otros escenarios resultaría complicado exponer. Las páginas de la novela contienen tanto y allí me encuentro y reconozco todos los días.

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Lo enseña la Historia en sus innumerables ejemplos

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Dale libertad, poder y confianza a la estupidez, a la arrogancia, a la superficialidad, a la codicia, al odio, a la ausencia de sentimientos nobles, a la envidia, a la deshonestidad, al egoísmo, a la ignorancia, al resentimiento y a la deslealtad, y pronto tendrás ante ti un tirano, un verdugo que, despiadado e indiferente, abusará, aplastará y someterá a todos, incluido tú. La Historia lo enseña en sus innumerables ejemplos. Es algo que acontece en todos los niveles sociales. Solo hay que voltear a las escuelas, a las oficinas, a los gobiernos, a todas partes donde prevalecen ausencia de amor, bien, razón y virtudes. Yo lo veo y, en ocasiones, lo enfrento en los ambientes laborales, profesionales y sociales.

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Lo que están haciendo

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Alguien, y otros más, miembros de una élite mundial que controla el poder económico, militar y político en el mundo, con la sumisión de la ciencia y la tecnología por parte de investigadores mercenarios e instituciones capaces de mentir y provocar daños a la humanidad, a la naturaleza, al planeta, mantienen distraída y enajenada a la gente, a la que están convirtiendo en seres incapaces de sentir y razonar. Con preocupación, enojo e indignación, uno mira el comportamiento social, la conducta humana, con una percepción que da idea de la producción en serie, como si se tratara de cifras y estadísticas insensibles e irracionales, totalmente inútiles y poco o nada capaces de enfrentar adversidades, desafíos y problemas minúsculos, tan frágiles que parecen flores, adornos de porcelana o cristales. Personas que, definitivamente, no pueden asumir compromisos y responsabilidades. Alguien, y otros más, los están acostumbrando a las superficialidades, a comodidades engañosas, a la satisfacción de apetitos incontrolables, a la capacidad de adquirir automóviles y productos que, más que un servicio utilitario, fomentan la arrogancia, la idea de poder y lo superfluo. Y conste que no estoy en contra de la modernidad. Han hecho de tantos seres humanos, criaturas débiles, glotonas, irresponsables, perezosas, ignorantes, egoístas, proclives a vicios, ingratas y dedicadas a satisfacer impulsos. Los están vaciando. Les quitaron sentimientos orientados al bien, sueños, imaginación, creatividad, ideales, proyectos, ilusiones, originalidad e inteligencia. Para todo existen sustitutos que, en apariencia, resuelven los asuntos cotidianos de las personas: productos con más elementos químicos que nutrientes, los cuales invaden las mesas e intoxican los organismos al ingerirse como alimentos y bebidas; convivencia masiva, si así se le puede denominar a la participación en las redes sociales, en las que la mayor parte de las publicaciones son hipócritas y estúpidas; inteligencia artificial que lacera y ofende la capacidad mental de los seres humanos. Las herramientas que impulsan la ciencia y la tecnología son positivas y útiles en la medida que no enajenan ni invaden la privacidad espiritual, física y mental de los hombres y las mujeres. Los rebaños humanos consideran que todo está bien porque, intencionalmente, les arrebataron los puntos de comparación y de referencia. No saben escuchar y carecen de argumentos para dialogar porque están convencidos de que son dueños de la verdad y que, en consecuencia, lo que no sea acorde con ellos, con sus intereses, es un enemigo al que hay que aplastar. Por eso, a los poderosos les interesa exterminar a la gente de mayor edad, modificar el contenido de los pocos libros que se leen, destruir la cultura y eliminar a los pueblos conservadores. Estorban para continuar los planes y las estrategias que perversamente intentan despojar a la humanidad de valores, pensamientos e ideales nobles, para convertirla en robot, en autómata, y así controlarla y explotarla brutalmente. Mortifica pensar que, una vez que todos los hombres y las mujeres dependan de las redes sociales, de los mapas, de la inteligencia artificial, y lleven un costal de noticias e información totalmente distorsionadas e incompletas, les apagarán el acceso de todo con la idea de que, sumado a la escasez de agua y alimentos, a la inflación, a un mundo hostil, a las guerras, al desempleo, a las epidemias, a las plagas, a los incendios y a tantas catástrofes que ya están planeadas, no tendrán capacidad de enfrentar los problemas y menos de sobrevivir. Eso es lo que alguien, y otros más, están haciendo para exterminar a miles de millones de seres humanos en el mundo, someter a aquellos que sobrevivan y apoderarse de las riquezas del planeta. Mientras las multitudes -y con esto no se excluyan, por favor, como suelen hacerlo, los que asistieron a la academia y los que tienen capacidad económica- se entretienen en los chismes y en la estulticia de las redes sociales, en seguir a quienes hablan y publican estupideces, los otros, los que tienen el poder económico, militar y político, se sienten contentos porque se encuentran muy cerca de lograr sus objetivos perversos. Es momento de reaccionar y despertar. No tarda en caer la noche.

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De fachadas humanas y otros asuntos

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Irresponsablemente, construimos bases, cimientos y bardas endebles y chuecos, incapaces de soportar la caminata de los días, el viento, las lluvias, el calor y la nieve. No reúnen las características para perdurar. Estamos más interesados, parece, en la hermosura pasajera de la fachada, en el maquillaje de los muros, en la decoración, que en la firmeza de los cimientos.

Por ignorancia, omisión, pasividad, estupidez, irresponsabilidad, apatía, complicidad o agotamiento, e incluso por cobardía ante las críticas, los intereses y las modas de las generaciones jóvenes y de los titiriteros que los manipulan con cierta intencionalidad, mucha gente prefiere callar y legar un basurero a sus descendientes.

Evidentemente, de una generación a otra y varias más, las personas cambian hábitos, creencias, estilos, preferencias, opiniones y hasta el lenguaje, unas veces para mejorar y trascender y algunas, al contrario, para hundirse.

Hoy., somos testigos de un panorama desolador, lastimero y triste, un escenario que desnuda a millones de hombres y mujeres, en el mundo, y los exhibe insignificantes, con un pelaje artificial, con mascarillas que intentan esconder sus rostros, deformarlos, hasta transformarlos en maniquíes que, en alguna parte de sí, amordazan y encarcelan la esencia. En parte, todos somos partícipes del mundo caótico que tanto criticamos.

La gente está tan acostumbrada a los muñecos de aparador, a los maniquíes, a las apariencias, que cuando alguien, un hombre o una mujer, es diferente por su educación, sus modales, su estilo, sus sentimientos, sus reflexiones, su conversación, su sensibilidad o su talento, la mayoría lo critica, lo evita y lo separa del rebaño. Consideran que se trata de una persona non grata, aburrida, deleznable, equivocada, indeseable y anticuada. Incluso, se sienten ofendidos ante su presencia.

Prevalecen, en el mundo, tendencias negativas: indiferencia, odio, vacío existencial, intolerancia, estupidez, superficialidad, rechazo a la familia, desamor, crueldad, egoísmo, arrogancia, obsesión por el exceso de riqueza y de poder, deshonestidad, culto a la apariencia y a los apetitos, ignorancia, incapacidad de enfrentar desafíos y retos, deslealtad, ambición desmedida, pereza y ausencia o pobreza de sentimientos y de razón. La lista es inmensa.

Lamentablemente, millones de hombres y mujeres se suman a los rebaños humanos carentes de identidad y de proyectos de vida, e ingresan gratuitamente a la carpa grotesca de títeres y marionetas, al espectáculo y a la tragedia que desde hace tiempo preparan aquellos que pretenden apoderarse del mundo y de las voluntades de las mayorías, porque a los otros, a los que se oponen, los exterminan.

No existen referencias para comparar y medirse. Han desmantelado los sentimientos, los ideales, la cultura, los sueños, las ilusiones y los pensamientos. La familia y las instituciones formales y bien intencionadas, se encuentran desarticuladas, igual que las maquinarias de los relojes que un día detuvieron la marcha y quedaron como ruina, entre sombras y escombros.

La humanidad necesita, urgentemente, hombres y mujeres auténticos, excelentes, dedicados al bien, inteligentes, honestos, leales, con sentimientos nobles y valores, entregados a causas justas, capaces de influir en los procesos de transformaciones grandiosas; sobran, en el mundo, personas arrogantes, perversas, insensibles, egoístas, ambiciosas, fanfarronas y deshonestas. Seamos luz, no sombras ni escoria.

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Temores

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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A veces, tememos a los abismos, a los fantasmas, a las prisiones, a las murallas, sin percatarnos de que, en amplio porcentaje, los inventamos desde nuestro interior, acaso por carecer de una ruta bien definida, probablemente por la ausencia de sueños e ideales, quizá por sepultar los sentimientos y la inteligencia con capas de estulticia y de superficialidades, tal vez por eso y por más, y de pronto, cuando menos lo esperamos, aparecemos frente a nosotros, desgarrados, irreconocibles y temerosos.

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