Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Quienes preguntan si no se ha debilitado mi amor por ella, quedan sorprendidos cuando respondo que cada día me siento más enamorado, que experimento asombro hasta por pronunciar su nombre y que no desaprovecho la oportunidad, aquí y allá, para acariciar sus manos, entregarle un beso a hurtadillas o regalarle una servilleta o un papel con la expresión “te amo”
En estos días de mi vida, quiero rescatar las letras que flotan en el abecedario para formar palabras bellas y dulces, escribir tu nombre y expresar el amor y la admiración que siento por ti. Tengo la idea de recolectar flores para formar un bouquet de detalles y entregarte las fragancias y texturas del paraíso. Observo el aleteo grácil de mariposas y libélulas cuando el sol asoma entre las nubes y pienso que tú y yo podemos volar libres y plenos hacia fronteras supremas e infinitas. Miro los crepúsculos, al amanecer y al atardecer, cuando el océano y el cielo se funden en tonos dorados y rojizos, y siento que te abrazo y beso mientras los rumores de la vida transitan a nuestro alrededor. Abro el libro de las historias más bellas y subyugantes con la idea de descubrir la tuya y la mía. Armo un poema para ti y te pinto en un lienzo con las hojas amarillentas, doradas, naranjas, rojas y verdes que arranca el viento al besar las frondas que balancea mientras los murmullos de la creación se propagan en nuestros corazones, el mundo y el universo. Nuestro silencio, cuando lo buscamos, abre puertas a fronteras y rutas insospechadas, donde cada gota se transforma en trozo de cristal que atesora alegría, emoción, capítulos intensos, sueños e ilusiones. Guardo los instantes que pasan con el objetivo de fundirlos en horas, días, años, quizá porque anhelo el arrullo de la eternidad a tu lado. Imagino, en estos días, que el amor es una ruta para viajar juntos por el mundo y después, al cumplir el itinerario con sus luces y sombras, abrir el portón y ser finalmente tú y yo, nosotros, los de siempre. En estos días de mi existencia, simplemente deseo manifestar mi asombro por el embeleso que despiertas en mí y admitir que siento emoción al confesar, como lo hice la primera vez, que te amo y eres, en consecuencia, color de mi vida, musa de mis obras y dama de mi cielo.
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