SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA
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A veces, mientras recibo la inspiración desde las profundidades de mi ser al conectarse con los reinos infinitos de la creación, pienso que si continúa la idea de que es ocioso poseer una biblioteca personal, acudir a una pública o esforzarse mentalmente, cuando existen equipos, programas, sistemas e inteligencias artificiales con capacidad de dar respuesta a los planteamientos e interrogantes humanos, formaremos generaciones de brutos, rebaños de hombres y mujeres indiferentes, perezosos, mediocres e interesados exclusivamente en satisfacer apetitos, en poseer todo sin importar el despojo y el mal en contra de los demás y en coexistir sin percatarse de que la vida es breve y no todo son superficialidades, impulsos y estupideces. Y si alguien, y otros más, se empeñan en destruir o en esconder documentos invaluables, datos e información plasmados en hojas de papel, inscritos en libros, la gente solo dispondrá de la opción de investigar por medio de sistemas digitales manipulados o recurrir al servicio de la inteligencia artificial y otros entes creados por quienes tienen interés en denigrar y hacer pedazos a los seres humanos y no contribuir a su evolución y a su desarrollo integral. Si aquellos que pretenden gobernar y controlar a la humanidad para así apoderarse del mundo, ocultan la historia, el pensamiento moral y filosófico, las doctrinas orientadas al bien, y la sustituyen por información alterada y errónea que presentan como actual, comprobada y genuina, pronto estaremos rodeados, aquí y allá, de personas salvajes, ausentes de sí y de principios, que actuarán brutalmente. Quienes aún tienen la dicha y la fortuna de no encontrarse intoxicados y perturbados por los engaños de aquellos que controlan el mundo, no renuncien al amor, al bien, a la familia, al conocimiento, a los valores, a la investigación, al arte, a las ilusiones, a los sueños, porque existe la pretensión de denigrar lo bueno, lo sano, e implantar un sistema dictatorial que pronto debilite y someta a toda la gente. Si todavía poseen capacidad de amar, sentir, pensar, soñar y planear, no renuncien al aprendizaje, al conocimiento, a los libros, al arte, a la ciencia, a la información que les aporte datos útiles. Conozcan su historia. No se conformen con las mentiras que otros, los del poder, les ofrecen como única alternativa. No busquen aplausos ni reconocimientos entre los rebaños temporales que no sienten ni piensan, ni tampoco con los dueños del poder económico, militar y político, a quienes estorbarán y ordenarán su destrucción. No permitan que una minoría perversa -la misma del Coronavirus, la que provoca guerras e inestabilidad mundial, la que altera los climas y la producción de alimentos, la que envenena, la que se cree dios por los descubrimientos e invenciones que lleva a cabo, la que distrae a la gente, la que ambiciona destruir a las mayorías, la que desde hace mucho tiempo aplica un proyecto con cierta intencionalidad perversa- coloque en ustedes barnices ni borre su memoria hasta arrojarlos al naufragio. Reaccionen. Es hora de despertar a la realidad, no de sumergirse en fantasías digitales ni en apariencias y en estulticia. Es por bien de la humanidad. De permitirlo, vendrá la destrucción masiva porque quienes se han adueñado del poder y tienen en complicidad a la ciencia, a la academia y a tantos líderes sociales, argumentarán que es ilógico que la Tierra esté poblada por miles de millones de hombres y mujeres perezosos e inservibles, mutilados física y mentalmente, dedicados a consumir los pocos recursos que hay en el mundo, como agua, oxígeno y otros elementos, cuando existen mecanismos, sistemas, robots e inteligencias superiores. No sean los próximos candidatos al exterminio. Los nuevos dioses plantean tener otros hijos, creaciones semejantes a ellos.
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