Santiago Galicia Rojon Serrallonga
Me apena y entristece la mano que a cierta hora, al sentirse ensoberbecida, superior, acaudalada, sabia y privilegiada, juzga, condena, desprecia y señala con escarnio a los demás, y al otro día, antes de que la aurora disipe al ocaso, la estira para solicitar ayuda y ser rescatada de su fragilidad. Un día, esa mano se siente todopoderosa, y al siguiente el dolor es tan fuerte que la hunde y aniquila. Prefiero la mano amorosa y caritativa, la mano que estrecha otra, la mano dispuesta a sumar y multiplicar para bien suyo y de los demás, la mano que aporta y construye. No me agradan las manos superficiales ni traidoras. Me gustan las que uno, al estrechar, siente en el alma.
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Hermosa reflexión.
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Eres increíble, en unas cuantas palabras tienes la magia de expresar temas tan profundos.
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Extraordinario texto
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Encantador, escritor, encantador eres cuando escribes con ese estilo que te caracteriza y habla de ti.
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Cuánta belleza y verdad detecto en tus palabras, poeta admirable.
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Escritor: mereces ser reconocido. Eres de lo mejor,
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Las manos, vistas como ejecutoras de una personalidad.
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