Quién que es…

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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¿Quién que es no se ha sentido cautivado, una noche, al contemplar un lago rodeado de abetos y descubrir en la pinacoteca celeste los faroles y los luceros estelares que asoman enamorados al espejo actuático que duerme arrullado por los rumores y los sigilos de las horas? ¿Quién que es no ha experimentado la locura de correr, una tarde de lluvia, en el parque, solo o acompado, y sentir las gotas deslizar en su rostro y empapar su cabello, su ropa y su calzado? ¿Quién que es no ha sentido embeleso al percibir las fragancias de los tulipanes, las orquídeas y las rosas, una mañana primaveral, al internarse en algún jardín con rasgos de paraíso? ¿Quién que es, al admirar el oleaje en su interminable ir y venir y distinguir, en la lejanía, al sol y al horizonte, refugiados entre matices amarillos, maranjas y rojizos, en su romance y en su ósculo vespertino, antes del anochecer, no ha reaccionado con un suspiro que se propaga en el universo? ¿Quién que es, al nacer no trae un pedazo de cielo y al vivir elige, antes de la muerte, su destino en un paraíso o en un infierno? ¿Quién que es no ha reído y llorado, en sus alegrías y tristezas, con el consuelo de no saberse solo? ¿Quién que es no está incluido en los guiones y en las partituras de Dios, en los susurros y en las pausas del viento, en el palpitar de la creación?

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De aquellos recuerdos

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Los recuerdos son pedazos de nosotros que quedan en los escollos de la memoria, en algún remanso de los sentimientos, mientras navegamos, como las botellas antiguas con mensajes, escritos no sé cuándo, que naufragan solitarias en la impetuosidad del océano. acaso para que alguien las rescate, las abra, se reconozca y le sea posble encontrarse consigo y reconstruirse, justificar los días de su existencia, igual que lo hago, cada instante, al pensar en ti, al voltear atrás y descubrirte en mi historia, en mis poemas, en mis suspiros, en mis detalles y en mis motivos. Recolecto trozos de ti y de mí, como el jardinero que desde el amanecer elige las flores más bellas, cautivantes y poéticas que regala a su enamorada. A veces me pregunto si reúno fragmentos tangibles del pasado con la idea de trasladarlos a mi presente y, así, ilusionado, tenerte a mi lado con los momentos más felices; no obstante, descubro que los capítulos de antaño fueron desmantelados ante la caminata indiferente de los minutos, los días y los años, y que son, exclusivamente, remembranzas. Exploro otras fechas, minutos distantes, en busca de nosotros, y me doy cuenta de que el amor, la vida, el bien y la alegría son ensayo de cada día, y tan es así que nuestros ecos solo son páginas incompletas para recrearnos y asimilar lecciones, porque el hoy es nuestro y es lo que tenemos, dentro de la temporalidad, para vivir y soñar. No es razonable, en consecuencia, regresar al puerto por cuerdas, provisiones y cosas porque significaría enredarse en tropiezos, hundimientos y naufragios. Entiendo que resulta imposible vivir de imágenes difusas. Te traigo en fragmentos del pasado y de los recuerdos con el objetivo de reconstruir nuestra historia; sin embargo, noto que una odisea se experimenta cotidianamente, se construye con hechos y con sueños actuales, aunque después se conviertan en los otros días. Es imposible rescatarnos de aquellos recuerdos tan nuestros si hoy, con su fugacidad, no hacemos de nosotros una historia grandiosa, inolvidable, bella e irrepetible. Te traigo de mi ayer, pero te ofrezco un presente magistral e intenso.

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La amada ausente

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Hay quien escribe un poema, entre sus propios suspiros y las hojas que el viento de la tarde suele arrancar de los árboles al entregarles el ósculo postrero, en un triste recuerdo que no vuelve ni promete repetirse porque las ausencias, parece, son definitivas, reales, y lastiman, duelen mucho. Otros pronucian, en su soledad, melancolía y silencio, el nombre de quienes tanto amaron, con la novedad de que las paredes ya no devuelven los ecos de unos y de otros. Algunos asoman a las fuentes, a los lagos, donde descubrieron, encantados y felices, sus rostros con alguien más, sonrientes y ocurrentes, acaso sin imaginar que se trataba, simplemente, de imágenes tambaleantes, reflejos pasajeros, historias fugaces, como lo fueron los instantes que partieron y los idilios que creyeron permanentes. Unos regresan a las calzadas, a los restaurantes, a las bancas, a las tiendas con cristales enormes, quizá en busca de un rastro de sus horas de ilusión, desvanecida de improviso al deshilvanarse la comunión de dos seres que se sintieron enamorados. Miro, aquí y allá, personas rotas, hombres y mujeres que nadie reconoce, extraviados unos de otros, que no esperaban asistir al entierro de sus romances. Descubro la tristeza de enamoramientos destilados con tanta alegría e ilusión, en quebranto y en tristeza, en dolor y en luto. Al observar huellas de tantos idilios mutilados, pienso en usted y en mí, en su nombre y en el mío, con el deseo de que nunca se quebrante esta historia tan nuestra, el amor que nos hace uno y otro, la locura de un sentimiento que vibra en nosotros y no puede sucumbir. Tras contempar, en un lugar y en otro, a incontables hombres que lloran la ausencia de sus amadas y a innumerables mujeres que sufren la partida de sus enamorados, tomo sus manos, asomo a su mirada y me busco en usted. No me gustaría ser el artista desolado ni el escritor de la amada ausente, porque usted ya tiene algo de mí y yo poseo mucho de su esencia y su forma. Una flor no lo sería sin los pétalos matizados, fragantes y tersos que regala todos días. Sin usted, no lo dudo, sería el poeta de la amada diluida en los recuerdos, en el ayer, en las letras, y yo la deseo, siempre, en mi historia, en mi nombre, en mi arte. Usted significa tanto para mí.

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Quiero ser el amor de tu vida

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Quiero ser el amor de tu vida cuando escribo un poema y acaricio tu alma con letras y palabras, en los momentos en que te abrazo desde mi arte, sin abandonar el deseo de pasear contigo entre las flores que Dios pintó mientras soñábamos. Quiero ser el amor de tu vida en cualquier horario, con fechas memorables y huellas de nuestro paso al reír y empaparnos cierta mañana o tarde de lluvia. Quiero ser el amor de tu vida, como dama de siempre y caballero permanente, al inventar un detalle para ti, al recibir uno tuyo, al abrazarnos y al mirarnos a los ojos, como dos pequeños que se encuentran en los jardines del paraíso. Quiero ser el amor de tu vida cuando ríes y lloras, e hilvanar los años de nuestras existencias. Quiero experimentarlo con el milagro del amor y la vida, con las ocurrencias que tenemos, con los enojos que desdibujamos y con las ilusiones que tejemos. Quiero ser el amor de tu vida en la calzada con árboles, entre las olas, en la nieve, en las tiendas con cristales enormes y reflectores, a un lado de la chimenea, en el balcón, en la terraza. Quiero ser el amor de tu vida desde ayer, hoy y mañana, y dejar en cada página un suspiro, una palabra, un detalle, un día inolvidable. Quiero ser el amor de tu vida con nuestros sueños y realidades. Quiero ser el amor de tu vida, ahora que estoy en el mundo, y después, al saltar por las estrellas, al contemplar el universo, al platicar con Dios, al reservarte un espacio en el infinito.

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Búscala

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

El viento dijo: «si la amas, impregna tus palabras en el ambiente, y se las llevaré envueltas en mis ráfagas». Él creyó en el aire y expresó el delirio de su amor. La llovizna lo abrazó y lo invitó: «si la extrañas tanto, deposita en cada gota un deseo, un instante, un motivo, un detalle, y yo, a cualquier hora, derramaré el agua con tu perfume». Él aceptó con la esperanza de que ella, al percibir su fragancia, emocionara y asomara a la ventana con la mirada y la sonrisa que solo dibujan el enamoramiento y la ilusión. El arcoíris se aproximó a él y le ofreció llegar hasta ella con la idea de pintar sus días de alegría. El frío, igualmente, llegó y prometió cubrir el paisaje de nieve para que él la abrazara siempre. Llegó la vida hasta la morada de él y advirtió: «no pierdas los días en posibilidades. Actúa. Protagoniza una historia cautivante, maravillosa e inolvidable. Búscala y demuéstrale lo tanto que la amas. Un día pueden encantarle un guiño y una sonrisa; otro, en cambio, quizá le sorprenda la belleza y la fragancia de una flor; uno más, tal vez, le guste que la cargues y gires dichoso y feliz con ella en los brazos; alguno, probablemente, le fascine caminar a tu lado, en el parque o no sé dónde, y beber contigo un café, acaso derramarlo accidentalmente y reír, hasta recibir una servilleta de papel con el dibujo de una flor y su nombre unido al tuyo. No esperes a que las historias ocurran y te excluyan o te destinen papeles secundarios. Invéntalas y vívelas. Los días de la existencia son un milagro y están compuestos de detalles. Sorpréndela con el prodigio del amor». La vida se retiró y él, reflexivo y silencioso, comprendió que los días y los años son tan cortos que apenas alcanzan, en el amor, para dar lo mejor de sí y crear el más bello y prodigioso de los cielos. Entendió que los minutos y los años de la existencia son trozos de paraíso y de infierno, y que cada instante, uno elige ser intensamente feliz o cargar voluntariamente una losa compuesta de desdicha. Y fue por ella para entregarle su más profundo amor.

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Te escribo en otoño

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Te escribo en otoño, cuando hay tanta hoja acumulada y dispersa en el bosque, el jardín y el parque, cual alfombra amarilla, dorada, naranja, rosada y rojiza que invita a correr, jugar, reír, saltar y rodar contigo en el suelo, hasta descubrir nuestros cuerpos y rostros cubiertos de la textura de los árboles. Te escribo en otoño, antes de los días invernales, con la idea de que prepares tu equipaje y permanezcas conmigo, al lado de la chimenea, con una taza de café o de té, cada uno, y un canasto pletórico de recuerdos y otro vacío, a la espera de la siguiente primavera y el próximo verano, con nuestros planes, sueños e ilusiones. Te escribo en otoño, cuando agoniza el año y hemos dejado la infancia y aprendido, olvidado, ganado y perdido tanto. Te escribo en otoño, estación en la que muchos lloran al creer que sus romances quedaron desolados, como los pasajeros que empequeñecen y se desvanecen al alejarse los furgones. Te escribo en otoño, fiel a ti y a mí, en el minuto en que coloco el amor del primer día en la hora presente y en los años que están por venir, para continuar con la misma emoción y tender un puente a la inmortalidad. Te escribo en otoño, una mañana, una tarde o una noche -qué importa, después de todo, la hora-, para que sepas que eres mi musa, a pesar de que el ferrocarril en que viajamos casi ha descarrilado por la historia y la realidad de nuestro tiempo. Te escribo en otoño una carta, un poema, un texto, las letras que dibujo y pinto con mis sentimientos e ideas, con este amor tan mío que por ti se convierte en un delirio, en una pasión, en un ministerio. Te escribo en otoño y mis palabras quedan cual testimonio de que también te amo entre las ráfagas de aire que arrancan hojas y flores y rasgan nubes. Te escribo en otoño, cuando por la ventana de mi buhardilla me visitan las fragancias de tu perfume que el viento dispersa. Te escribo en otoño, cuando poseemos tanta historia y aún faltan los capítulos más bellos y prodigiosos. Te escribo en otoño, cuando mis poemas y textos retratan la locura de este amor.

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Mi poema más delicado

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Mi poema más delicado es el que tomo de las nubes rizadas que incendia el sol una mañana de primavera o verano, mientras tú y yo paseamos y recolectamos, en una canasta, flores silvestres y multicolores de deliciosa fragancia y textura fina que acompañan y decoran el mantel de nuestro desayuno campestre. Mi poesía eres tú, una tarde de verano, cuando hago de las gotas de lluvia un lenguaje, un código, una lectura de amor. Mi arte lo sustraigo de los trozos de cielo que, a veces, en los momentos de inspiración, uno siente que flotan aquí y allá, alrededor, afuera y en el interior, como regalo del artista de la vida. Mis letras son las hojas amarillas, doradas, naranjas y rojizas que el viento otoñal, en sus mañanas traviesas y airosas y en sus tardes y noches bohemias, seca y dispersa en alfombras cautivantes y mágicas. Mi poemario lo completo con las estrellas que todas las noches contabilizo para entregarte un collar de perlas sidéreas. Mi texto idílico, cuando te lo entrego con un tanto de mí y mucho de ti, ya contiene los granos de arena de la playa de nuestro recreo. Mis versos y mi prosa los obtengo del mar jade y turquesa, de las burbujas que brotan de la intimidad de la tierra y revientan en los manantiales, de los copos que dejan las noches nevadas en los abetos, en el paisaje y en los tejados. Mi poema más delicado es, simplemente, una mirada, un suspiro, una sonrisa, un beso, un abrazo que te doy desde la profundidad y el silencio de nuestras almas. Sí. Mi poemario se compone de rumores y silencios, de luces y sombras, de la esencia y de la arcilla, del cielo y del mundo, de ti y de mí, y eso, musa mía, le da un brillo especial que solamente se descubre y siente en un paraíso sin final.

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Fórmula del cielo o preludio de amor

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Eres yo, soy tú, somos nosotros. Es nuestra historia

Alguna vez, parece, Dios pintó tus ojos con las tonalidades de su paleta y los alumbró con la luz de tu alma, como si hubiera deseado colocar en tu semblante una marca, la señal de sus criaturas consentidas, el lenguaje de los seres elegidos. No se conformó, al crearte, con la delicadeza de tus manos y tu silueta de mujer, porque te hizo dama para dejar en cada detalle y movimiento tu huella femenina. Guardó en tu esencia, en tus sentimientos y en tu memoria la fórmula de niña y princesa, el encanto de mujer y dama, la sutileza de ángel y musa. Escogió de los rumores celestes, las notas más bellas, los susurros del silencio, la música de la creación y la vida, para convertir tu voz canora en poema, en canto, en concierto. Llamó al viento para que jugara con tu cabello de muñeca y sopló hasta que despertaste de un sueño denominado eternidad. Inscribió tu nombre en una estrella para inmortalizarlo en la pinacoteca del universo. Notó que había creado aquella mañana, en su buhardilla, un trozo de cielo, un fragmento de su alma, un pedazo de ternura. Aquella ocasión, creo, también modeló mi figura y deslizó sus pinceles sobre mí, hasta que sopló, como lo hizo contigo, y desperté, igual que tú, de ese sueño inmortal en la morada, donde ambos jugábamos y permanecíamos fundidos en un palpitar sin final. Nuestra historia ya estaba escrita; sin embargo, permitió que tú y yo, nosotros, los de siempre, enmendáramos los capítulos y añadiéramos páginas a nuestra historia, con la idea, parece, de hacerla grandiosa, sublime, inmortal e inolvidable. Emocionado, Dios me confesó al oído que tú tienes mucho de mí y yo un tanto de ti, de tal manera que somos uno y otro con diferente identidad y el mismo pulso en un alma que no morirá porque contiene un soplo de eternidad. Guardó Dios sus secretos de amor en tu alma y en la mía, con la promesa de que algún instante, en cierta estación, coincidiríamos con la idea de compartir un destino, una historia, un romance. Recibí de Dios la encomienda de amarte con el alma, fielmente, como si cada momento iniciara nuestro encuentro y me enamorara de ti a toda hora, siempre con alegría, emoción, asombro e ilusión, como lo hago desde la primera vez, cuando dije a tu oído «me cautivas. Me siento profundamente enamorado de ti. Te amo». Es un enamoramiento que no cesa, una locura que no se apaga, una luz que no se extingue. Tú convertida en mí y yo transformado en ti. Es un amor que viene de lo alto, que proviene del interior, que nos mantiene en los parajes de la temporalidad y lleva a ambos al oleaje de la inmortalidad. Con un amor así, poseemos la llave del cielo. Hemos compartido incontables capítulos, prefacio, es verdad, de los días y la eternidad que están por venir. Amar significa fundir dos almas con tu esencia y la mía, volar juntos, navegar inseparables, ser mundo y paraíso, canto y suspiro, silencio y voz, nieve y tormenta, cascada y río. Veo mi reflejo en tu mirada cuando me encuentro a tu lado y al no estar contigo, te percibo en mí aquí allá, me siento en ti, y lo más asombroso es que somos tú y yo, con un rostro y otro más, mecidos en el arrullo de un alma, en una morada donde el amor es la luz, el destino y el principio sin final. El nuestro es un amor inextinguible porque nació en el cielo, en el alma, en ti y en mí, en la primera flor. Sólo un amor como el nuestro se vuelve inmortal y exhala los perfumes del infinito, irradia la luminosidad de los luceros y regala las caricias del viento que llega de rutas  distantes. Tú y yo, nosotros, es el secreto de un amor vuelto locura. Intenso, alegre e ilusionado, te siento en mí, en la hoja dorada que arranca el viento una tarde otoñal, en el copo de nieve que derrama el invierno una madrugada sobre los abetos, en el rocío de la mañana que a una hora primaveral desliza en los pétalos de la flor, en las gotas de lluvia que se precipitan un día de primavera, acaso porque somos eco y promesa, probablemente por ser el amor código de la alegría e inmortalidad, quizá por definir en ti algo de mí y volverme un tú que abrazo desde el silencio y la profundidad de nuestras almas, tal vez por formar parte del preludio y la fórmula del cielo.

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Una nota bella y el encanto de una vida y un sueño llamados amor

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Me cautivan tus detalles porque me comunican un amor genuino y fiel que traspasa las manecillas del reloj y mi estancia en este mundo, quizá porque contigo me siento en el cielo; pero a veces, no te miento, necesito algunas palabras dulces, como las que sueles expresarme en ciertas horas de alegría, enamoramiento e ilusión, seguramente por aliviar y compensar mis días de soledad e indicarme que es verdad tu compañía que percibo en mi alma cuando no estamos juntos

Una palabra tuya es una nota bella en un concierto matinal o en una sinfonía nocturna, el susurro del viento que llega de mundos distantes, los murmullos del oleaje que empapa la arena y arrastra secretos y trozos del fondo del océano, los rumores de los sueños y la vida, el poema que se dice una tarde de romance. Tu mirada es la luz de un paraíso que intuyo excelso, un espejo de dulce encanto que refleja la beatitud y hermosura que debe existir en la morada de donde venimos. Y tus caricias, en tanto, las siento como la textura de una flor cuando las gotas del rocío deslizan suavemente sobre sus pétalos y desprenden aromas celestes y mágicos que cautivan los sentidos. Ojos tan bonitos los tuyos, con pestañas de niña consentida e inolvidable, y labios que me regalan el sabor del cielo y la esencia de tu alma. Ya no hay nada que describir con las palabras cuando el amor es el encanto que te arrulla conmigo aquí, en la finitud del mundo, y allá, en la casa, en el palacio, en la morada infinita, donde siempre nos sabremos tú y yo, nosotros.

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Delirio de un amor

Santiago Galicia Rojon Serrallonga

Si te llamo color y luz de mi vida, significa que contigo he llegado al encanto de un cielo prodigioso

Admito que eres mi delirio, mi poema, mi musa, mi sueño, mi vida, mi mundo y mi cielo. No lo niego, te siento mi alma, mi voz, mi mirada y hasta mi rostro y mi nombre con sus apellidos, incluso cuando no estoy a tu lado. Imagino que cualquier hombre o mujer, cuando observan nuestra alegría, los juegos que tanto nos divierten, las ocurrencias que tenemos y hasta los instantes de formalidad y silencio, intuye que se trata -el tuyo y el mío- de uno de esos amores que se sienten y encuentran en las páginas de los relatos más bellos, sublimes y románticos. La locura de un amor inicia en uno y en otro cuando se siente un palpitar mutuo en el interior, con dos identidades libres y plenas, unidas entre los colores del mundo y las luces del cielo. Eres yo cuando escribes tu nombre y descubres tu semblante en el espejo, como soy tú al leer tus apellidos y contemplar mi reflejo en los charcos que deja la lluvia pasajera. Gente que camina y es testigo de nuestro romance, instantes que transcurren y navegan a otras fronteras contigo y conmigo en una barca, estaciones que se suceden unas a otras con las tonalidades de las flores que te regalo en primavera, las gotas de lluvia que envuelven los sueños e ilusiones que te doy en verano, los rumores del otoño que confiesan el secreto de un gran amor y la alfombra nívea que refleja la hermosura de la historia que construimos para nosotros. Ninguna tempestad quebranta la dulzura de un amor que inspira y motiva la caminata a la morada, al palacio, al cielo de luces, rumores y silencios. Ahora que volteo atrás, a los lados y adelante, arriba y abajo, encuentro nuestras huellas, los luceros, el eco de las alegrías que compartimos, las páginas de la historia que protagonizamos, el sabor de un beso y otro más, el calor y la ternura de un abrazo. Ornamento nuestro amor con las palabras rítmicas de un poema, con las notas de mi violín, con los tonos que plasmo en el lienzo; sin embargo, Dios lo adorna con los susurros del silencio y los murmullos del mar, del viento y de la lluvia, con su paleta de colores y con su cincel que da forma a la vida. Mi amor por ti es igual a tu amor por mí, sí, aunque repita la palabra amor que multiplico una e incontables veces, porque es un sentimiento que late en ambos. Admiro tus manos femeninas, tus labios, tu sonrisa, tu piel, tus ojos y el destello de tu ser, como si todo en ti fuera un regalo celeste, un sendero para llegar a mí y reconocerme y encontrarte plena y feliz conmigo. Eres un delirio permanente, una locura que me lleva a soñar y vivir, cruzar puentes de cristal y de piedra, sentirte en mí y morar en ti. Tengo la sensación, cuando duermo, de que estoy despierto y vivimos en el paisaje de un mundo prodigioso, y que al compartir a tu lado las horas de nuestras existencias, permanecemos en el sueño y el encanto de un plano mágico, acaso porque el amor es eso, un paraíso, un desvarío, o quizá por ser tú y yo transformados en destello, en un amanecer en la finitud y en la hora eterna.

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