Santiago Galicia Rojon Serrallonga
La felicidad, el amor y las cosas no solamente son para uno; es justo y sabio mirar alrededor y derramarlos para bien de los demás, principalmente a aquellos que menos oportunidades tienen de ser dichosos, a los que más sufren, a quienes mayores carencias espirituales, físicas, mentales y materiales enfrentan. Tiene más valor dar en el anonimato que ante los reflectores. Es preciso desprenderse de la carga pesada que se lleva al acumular dinero y posesiones y aligerar el paso de quienes más sufren y carecen de todo. Si uno sonriera al ser humano que ha caído y le ofreciera su mano, a los niños que no entienden la razón de su infausto destino, a los que tienen hambre, a los ancianos que se deterioran cada instante y a aquellos que nunca han sentido la benevolencia y el cariño de otros, la humanidad daría un paso enorme hacia su evolución. Es perentorio hacer algo por sí y por los demás. El mundo oscurece, se encuentra inmerso en el ocaso; le urge, en consecuencia, la luz, un amanecer pleno. Resulta primordial justificar la excursión por la vida mundana, construir escalinatas y puentes a través de los sentimientos y las acciones, si es que existe el anhelo de cruzar los abismos de la brevedad y llegar, al fin, a otras moradas superiores. El momento para reconstruirse y aportar a la humanidad, a los que más padecen, es hoy, no mañana. Es más valioso que alguien que se encuentra atrapado en el sufrimiento sienta la sonrisa amable y el apoyo de un ser anónimo, que lucir, en el ocaso de la existencia, un nombre y un epitafio con letras lujosas en un sepulcro ostentoso. Es verdad, conforme transcurren los días de la existencia, uno aprende que las estaciones son pasajeras, que la vida es breve y que no son los placeres fugaces, la fortuna material, las joyas, las residencias, los autos lujosos y la apariencia física para atraer a otros, lo que da la felicidad y engrandece y justifica el viaje, porque el sentido de la creación se encuentra en el interior y la superioridad se alcanza en proporción a los sentimientos nobles, a los actos reales, al bien que se hace por uno y los demás. Las simulaciones son muletas que finalmente quedan arrumbadas y delatan a quien las utilizó para ventaja suya. La dicha, el amor y las cosas no son exclusivas de una persona, hombre o mujer, sino para el bien que se pueda hacer a los demás.
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¡Precioso!
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Mucha verdad encierra esta publicación escrita con el alma. Mi admiración, escritor.
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Nos motiva a dar de nosotros a los demás y ayudar a otros con su carga que muchas veces es más pesada.
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Tratemos de ser mejores y contribuir al alivio de los que sufren. Estoy de acuerdo con Santiago.
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Después de esta lectura me doy cuenta de que me falta mucho para ser feliz y compartir con mis semejantes. Seré más humana. Gracias.
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Hacer el bien sin ver a quien, es lo más bello, además cuándo uno da de corazón Dios.lo multiplica
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Hacer lo que engrandezca nuestro espíritu.
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Este hombre es extraordinario.
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SANTIAGO SI CADA QUIEN PONE UN GRANITO EN AYUDA AL PRÓJIMO MAS DESPROTEGIDO Y NECESITADO , NO ESTARÍAMOS COMO ESTAMOS EN UN MUNDO INDIFERENTE, VIOLENTO Y SIN CARIDAD .PERO ESO HAY QUE APRENDERLO DESDE PEQUEÑO EN LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS POR LOS PADRES, QUE DIOS TE BENDIGA UN UNIVERSO DE BESOS.
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Todos estamos dentro de esta gran rueda de la fortuna, unas veces arriba y otras abajo, hay que ser humildes de espíritu y comprender y ayudar en la medida de las posibilidades a los demás, siempre habrá alguien a quien tenderle la mano, en diferentes circunstancias, y alguna vez seremos nosotros quienes necesitemos de los demás. Bendiciones mi escritor favorito.
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Eres único en tu género, Santiago, te admiro y te felicito.
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Qué gran verdad… Qué hermosa reflexión… La riqueza está en el corazón… ❤
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