Si todo es tan frágil y se rompe en el camino…

SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

Derechos reservados conforme a la ley/ Copyright

Si todo pasa y nada es permanente en el mundo, ¿acaso el viento borrará las huellas de mi caminata y las revolverá con las hojas quebradizas y yertas que una tarde otoñal se desprendieron de los árboles? Si el paseo por el terruño es tan breve y concluye entre un suspiro y otro, ¿tendré fortaleza para continuar la senda a otros planos, a fronteras insospechadas, a niveles superiores? Si todo es tan frágil y se rompe en el camino, ¿estaré completo al finalizar mi jornada y al emprender la travesía a rutas infinitas? Si la vida, en el mundo, es, parece, un juego, un guión breve, un sueño, ¿despertaré en la inmortalidad? Ahora que el agua de los ríos es tan turbia, como los días de nuestras existencias, alguien -y otros más- intenta hacernos creer que formamos parte de un fragmento de lodo deshidratado y seco que se desmorona al apretarlo, y hasta regala la idea de que somos un nada angustiante, terrible e insignificante que perece y no tiene porvenir. Definitivamente, solo quien está vacío, ausente de esencia, se conforma con ser una simple estructura de arcilla. Lamento que tantos hombres y mujeres, en un lugar y en otro, acepten esa condición tan ajena a su verdadera naturaleza, simplemente por preferir que lo arrullen sus debilidades, apetitos y superficialidades. Hay que volar y sentir las caricias del aire, no hundirse en la intimidad del barro que, a veces, atrae por la decoración que le colocan, sin que sea notoria la trampa que guarda en su textura y en sus entrañas. Vayamos por el resplandor, por la luz, por el aliento de la inmortalidad.

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